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Reportaje:LA CULTURA DEL VINO

Suelo pobre, vino rico

La vid es uno de los patrimonios del planeta y merece nuestro respeto, alterando lo menos posible su orden natural, en especial cuando el fin es meramente mercantilista.

La calidad del vino viene dada por tres elementos fundamentales: el suelo peculiar, un clima característico y una variedad de vid específica, seleccionada a través del tiempo. Entonces, ¿por qué el hombre se esfuerza en cambiar las variedades, destrozar el suelo e incluso modificar el clima? La respuesta es la rentabilidad y el resultado para los consumidores es la confusión, no poder distinguir un vino de otro, mostos clónicos, sin personalidad.

Los franceses han adoptado como bandera de prestigio los vinos de terroir, en los que se respetan y cuidan con esmero los tres componentes de calidad del vino: suelo, clima y variedad. Si ello es válido para nuestros vecinos y aplaudido por el mercado, tendríamos que seguir su ejemplo, mantener el terroir. En la botella encontraríamos vinos distintos, pero no de menor calidad.

Los mostos de terroir son la tabla de salvación y diferenciación de algunos pequeños elaboradores. Son caldos que se sitúan en la cima de los vinos de calidad, aunque muchas veces el consumidor no tenga suficiente información por su corta producción.

En esta cima de calidad quieren hacer cumbre todas las bodegas, pero para ello deberán comenzar por el origen, por recuperar los trabajos de campo, tantas veces olvidados. De nada sirve coger la bandera de vinos de poca producción si en el campo sus variedades de uva están injertadas sobre pies de mucho vigor, inapropiados para el terreno, que ocupan parcelas que históricamente han servido para plantar cereal y que, de la noche a la mañana, no se pueden presentar como la panacea para la vid. El consumidor debe saber que los mejores frutos para el mosto nacen de suelos pobres, porque la vid, como el olivo y el almendro, históricamente han sido agriculturas marginales.

Donde el hombre no podía plantar cereales ni hortalizas es donde la vid encontraba su hábitat natural, no como vemos hoy plantaciones de viñedos en terrenos fértiles. Los vinos de calidad deben volver a su lugar de origen, a suelos pobres.

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Reconocer estos terrenos, sus futuros frutos y mostos, nos darán una base sólida para empezar a ampliar nuestra cultura vinícola. Y, como primer paso, pisando el campo. Siempre tendremos tiempo para entrar en bodega, que sólo se distinguen unas de otras en la capacidad de elaboración de kilos de uva.

Los demás argumentos y mensajes que nos lleguen de otras bodegas pueden ser producto de buenas campañas comerciales, necesarias, pero que muchas veces confunden al verdadero aficionado al mundo del vino.

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