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Humor, amor y suspense en la ocupación

'Bon voyage', protagonizada por Gérard Depardieu e Isabelle Adjani, opta a los 'oscars' por Francia

Rocío García

Un viernes de junio de 1940 los alemanes entraron en París. El sábado, el Gobierno francés se instala en Burdeos. Al día siguiente, el mariscal Petain asume el poder, y el lunes, al alba, el general De Gaulle viaja a Inglaterra. Estos cuatro días trágicos de la reciente historia europea son el trasfondo en el que el realizador francés Jean-Paul Rappeneau (Auxerre, 1932) recupera sus recuerdos de infancia con Bon voyage, la película que se estrena hoy en España y que ha sido elegida por Francia como candidata a los oscars. "Tenía muchas ganas de llevar al cine estos cuatro días históricos en la ciudad de Burdeos y la única manera de hacerlo era con una comedia, porque de otra manera hubiera sido algo deprimente", aseguró Rappeneau en París la semana pasada durante los encuentros organizados por Unifrance.

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Bon voyage es un vodevil de historias entrelazadas que se desarrollan en esos cuatro días de Burdeos, en las que ministros, periodistas, burgueses y espías se encuentran en el hotel Splendide de la ciudad sureña francesa, testigo de los amores entre un joven y una célebre actriz, unida sentimentalmente al entonces todopoderoso ministro del Interior. Gérard Depardieu e Isabelle Adjani protagonizan esta historia coral, en la que también participan Virginie Ledoyen, Peter Coyote, Yvan Attal y Grégori Déragènre.

Bon voyage es la película de la que Rappeneau se siente más orgulloso, quizás porque con ella recupera la mirada de ese niño que con ocho años y subido en un carromato emprende un viaje con su familia hacia el sur de Francia huyendo del horror nazi. "Quería volver a recordar ese periodo histórico, porque fue el momento en el que vi como niño el derrumbe del mundo de los adultos, la confusión total, el hambre, el miedo de la gente. Mi padre, que para mí era una persona indestructible, fue hecho prisionero. Viví todo eso, pero no fui el único, hubo millares de niños que vivieron lo mismo", recuerda este realizador de títulos como Cyrano de Bergerac o El húsar en el tejado.

¿Y por qué ahora? Rappeneau se escuda en cineastas como Polanski para tratar de explicar por qué con 71 años ha decidido narrar unos hechos que le rondaban desde hace tiempo. "Quizás antes era demasiado pronto y ahora estoy llegando a una edad en la que uno piensa mucho en su infancia. Polanski, por ejemplo; él vivió una etapa mucho más dura y trágica que la mía. Desde hacía tiempo Polanski venía pensando en hacer un filme sobre ese tema y ahí está El pianista. No puedo comparar su película con la mía, pero sí el hecho de ese recuerdo continuo y de la necesidad de llevarlo a la pantalla".

Apasionado de los filmes históricos, Rappeneau, un cineasta meticuloso, asegura que todo el trasfondo de Bon voyage, todos los acontecimientos que narra son exactos, aunque los personajes son fruto de la imaginación del realizador y del coguionista, Patrick Modiano. "Hay tantos historiadores franceses que conocen este tema que no quería correr el riesgo de que me criticaran. La precisión de los acontecimientos, de los que conocíamos hora a hora lo que había ocurrido, nos sirvió de trampolín para la fantasía de la historia".

Rappeneau está orgulloso de poder representar a Francia con Bon voyage, elegida para optar a los oscars como mejor película de habla no inglesa. Será el próximo martes cuando se sepa si este filme está definitivamente entre los cinco elegidos.

El realizador, que ya vivió esta situación con Cyrano de Bergerac, se muestra más que prudente. "Es un honor, pero me lo tomo con filosofía porque ya desilusionaron una vez con Cyrano. Todo el mundo me decía: 'Sí, seguro que ganas, prepárate el discurso...'. Finalmente, me quedé con las ganas. Veremos qué pasa ahora".

Gérard Depardieu e Isabelle Adjani, en una imagen de <i>Bon voyage.</i>
Gérard Depardieu e Isabelle Adjani, en una imagen de Bon voyage.

La meticulosa y el espontáneo

Ella, Isabelle Adjani, es meticulosa, estudiosa, obsesiva con las escenas y el guión. Él, Gérard Depardieu, es todo lo contrario. Es espontáneo, intuitivo, con una confianza casi plena y valiente en sí mismo. Bon voyage es su tercer trabajo juntos. El primero fue en 1976, en el filme de André Techiné Baroco. Doce años más tarde volvieron a coincidir en Camille Claudel, de Bruno Nuythen. Jean-Paul Rappeneau los ha unido de nuevo. "Isabelle creó su personaje no sé cómo, quizás con un profesor de arte dramático. Compuso su papel fuera del equipo y cuando vino al rodaje ya estaba lista. Ella es una persona que trabaja mucho, que se prepara mucho, que es muy meticulosa. En cambio, Gérard no prepara nada.. Llega, mira el reloj y se pregunta: '¿Qué hacemos ahora?'. Es extraordinario verlo. Menos mal que se conocen bien. De todas maneras, a ella se le ha visto algunas veces un poco conmocionada.

Gérard no sólo no prepara nada, es que tampoco se estudia el guión. No siempre era así, pero recuerdo una escena, en la habitación del hotel, en la que estaban sentados frente a frente. Cuando Depardieu hablaba, mi asistente sostenía el texto justo detrás de ella y tenía que pasar páginas.

Adjani se puso nerviosa, le molestaba el ruido que se hacía al pasar el papel".

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