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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un Bush recalcitrante

El largo discurso de Bush a sus conciudadanos sobre el estado de la Unión ha sido tan machacón y oportunista como cabía esperar del inquilino de la Casa Blanca en año electoral. Sin asomo de autocrítica, el presidente estadounidense promete más de lo mismo y perfila una agenda en la que, junto a algunas propuestas discutibles de política interior, prevalece como objetivo esencial la lucha contra el terrorismo.

Para Bush, enfático y desafiante, el mayor de sus logros en el año vencido ha sido la guerra de Irak. Pero su decisión de invadir el país árabe al margen de la ONU, con una información previa manipulada y sin planificación posbélica, está pasando a EE UU una elevada factura, muy provisional todavía, tanto en vidas como económica. Una factura que la Casa Blanca no anticipaba tras su victoriosa guerra relámpago.

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El ilusorio "nuevo Irak" de Bush es eso, una ilusión. Como lo es la afirmación de que su cruzada global contra el terror fundamentalista, en la que quiere alistar a todos los estadounidenses, esté haciendo el mundo más seguro. Para comprobar que no es así basta dirigir la mirada -Irak y Afganistán aparte- a la cadena de brutales atentados firmados por el islamismo fanático en lugares tan dispares como Túnez, Turquía, Arabia Saudí, Marruecos o Indonesia. Otra cosa es que EE UU no haya sufrido nuevos ataques en su territorio tras el devastador 11-S.

Todo ello sin contar que el esfuerzo que Irak exige a la superpotencia ha dejado en el congelador crisis de más urgente solución que la de derrocar a un tirano en nombre de un armamento masivo nunca encontrado: por encima de todas, la de Oriente Próximo, pero también Afganistán, donde dos años después de lo que pareció la liquidación de una aberración, los talibanes emergen de nuevo como fuerza militar y el presidente instalado por EE UU en la nación centroasiática apenas controla algo más que la capital. O el profundo daño que Irak ha hecho al sistema de alianzas estadounidense, comenzando por Europa. El unilateralismo tan ensalzado por Bush en su alocución se ha manifestado en otros ámbitos tan relevantes como el comercio o el medio ambiente y ha averiado considerablemente la imagen de su país en el mundo.

Dos de las prioridades internas de un presidente que se mostró muy preocupado por el uso de esteroides en el atletismo son especialmente deplorables. Una es que el Congreso haga permanentes los astronómicos recortes fiscales a los más ricos, en un país cuyo déficit rondará este año el medio billón de dólares. La otra, amenazar con una enmienda constitucional para vetar las uniones entre homosexuales. Bush entiende que así se defiende la "santidad del matrimonio" en EE UU.

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