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El último Carvalho reúne todas las obsesiones de Vázquez Montalbán

'Milenio', la vuelta al mundo del detective y de Biscuter, sale con una tirada de 100.000 copias

Milenio I. Rumbo a Kabul (Planeta) es una novela negra, un libro de viajes, un tratado de geopolítica, una guía gastronómica, una historia llena de guiños literarios... El último Carvalho fue presentado ayer en Barcelona en una ruta carvalhiana: conferencia de prensa en el bar Glaciar, de la plaza Real; aperitivo en Pinotxo, del mercado de la Boquería, y almuerzo en Casa Leopoldo, con los amigos. De hacer caso a los presentadores, la escritora Rosa Regàs y el periodista Lluís Bassets, y parece que tienen razón, el libro es una "maravilla", que reúne todas las obsesiones y sinergias de MVM.

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Milenio tiene 421 páginas y su único problema es que le faltan otras 400 y pico, las que aparecerán en el segundo volumen, que se publicará el próximo 4 de marzo. Es algo así como dejar a los lectores en el más absoluto suspense. Aunque, como dijo ayer Rosa Regàs, Rumbo a Kabul es un libro tan intenso que hay que paladearlo. "Empecé a leerla muy deprisa, pero cuando llevaba 30 o 40 páginas me di cuenta de que no podía malgastar una novela como ésta. Hay que leerla lentamente para que el placer dure mucho tiempo. Es una maravilla", afirmó.

Emili Rosales, editor de Planeta, explicó que la idea de dividir el libro en dos volúmenes fue acordada con Vázquez Montalbán. "Incluso determinó en qué página debía cortarse el primero. Tiene un significado tremendo, porque acaba precisamente dos días antes de que los dos protagonistas, Carvalho y Biscuter, lleguen a Bangkok". En Bangkok murió MVM, de un infarto, el pasado 18 de octubre.

Esta primera parte de la vuelta al mundo del detective y de su ayudante empieza con el viaje de Barcelona a Génova en ferry. Italia, Egipto, Israel, Turquía, Uzbekistán, Afganistán, India y Tailandia forman parte de este periplo de los dos viajeros, que no turistas.

La primera idea de Milenio surgió hace 30 años, como hace constar Vázquez Montalbán en la dedicatoria: "A Lluís Bassets, entonces joven periodista de Tele/Exprés, al que en el transcurso de una entrevista le profeticé en 1974 la escritura de Milenio".

Bassets, director adjunto de EL PAÍS, aseguró tener menos memoria que Manolo. No recordaba esa entrevista. Y la memoria, "la prodigiosa memoria de Vázquez Montalbán, una memoria no sólo de almacenamiento de datos, sino creativa", es la clave de este libro, dijo. "Esta especie de atlas social, político y sentimental sólo pueden hacerlo las grandes plumas memorialísticas como Proust o Lawrence Durrell". Hay en Milenio, afirmó el periodista, muchos recuerdos de Vázquez Montalbán, "a veces sin pasar por el tamiz de la ficción, otras a través de Carvalho, de Biscuter o de otros personajes. Es una memoria multifacética, visual, auditiva, olfativa, gustativa, intelectual, literaria, integral y sinérgica".

Dos cosas le impactaron del libro. "Tiene algo de cervantino la relación de esos dos personajes que viajan en busca de no se sabe qué, y las historias dentro de historias". La otra es el mundo propio de Vázquez Montalbán, "que es el mundo entero y también un mundo muy concreto: el de la infancia de Manolo, en los años cuarenta y cincuenta".

Regàs coincidió con Bassets en la memoria sin límites de MVM. "Toda la experiencia personal de Manolo está en este libro, debidamente fabulada y con toda su ironía". Son tres los personajes de Milenio, dijo: Carvalho, Biscuter y Manuel Vázquez Montalbán, "porque de él es la voz que narra esta historia".

La escritora destacó el compromiso de Manolo, patente en la novela. "Ya sé que no es necesario en una buena novela, pero en este caso está en la mirada de Vázquez Montalbán, en cómo hace hablar a sus personajes, en cómo a veces toma él mismo la palabra". Regàs señaló, al igual que Bassets, que el paisaje globalizado que retrata el escritor está permanentemente descrito en relación con Barcelona.

"No es sólo una novela de detectives, es un tratado de geopolítica, un tratado al alcance de todos. No hay en él ni un solo elemento que no hayamos vivido nosotros", añadió Regàs. "Y, además, en el ritmo del lenguaje y de la narración no hay ni un solo socavón".

¿Qué más hay en Milenio I? Todos los conflictos del mundo, desde el israelí y su servicio de inteligencia, el Mossad, a las mafias rusas, la destrucción de Afganistán, la premonición de la guerra de Irak. Y además, concluyó Bassets, "como en todo auténtico Carvalho, hay cadáveres y señoras estupendas".

De izquierda a derecha, Joan Manuel Serrat, Joan Barril, Maruja Torres, David Castillo, Anna Sallés, Rosa Regàs, la consejera de Cultura Caterina Mieras, Juan Marsé y Joan de Sagarra. Detrás, Candela, la esposa de Serrat, Lluís Bassets, Daniel Vázquez Sallés, Juanjo Puigcorbé, Constantino Romero, Josep Maria Castellet, Julián León y Carles Revés.
De izquierda a derecha, Joan Manuel Serrat, Joan Barril, Maruja Torres, David Castillo, Anna Sallés, Rosa Regàs, la consejera de Cultura Caterina Mieras, Juan Marsé y Joan de Sagarra. Detrás, Candela, la esposa de Serrat, Lluís Bassets, Daniel Vázquez Sallés, Juanjo Puigcorbé, Constantino Romero, Josep Maria Castellet, Julián León y Carles Revés.JOAN SÁNCHEZ

Yo, Bouvard; tú, Pécuchet

El hombre de mi vida (Planeta, 2004), el anterior Carvalho, acaba como el rosario de la aurora. "Biscuter. Empecemos bien este milenio de mierda. Vámonos a dar la vuelta al mundo", decía entonces el detective. Y eso hacen en Milenio.

"¿Para qué haces tú el viaje y para qué lo hago yo?", plantea el investigador en la página 176. Biscuter lo piensa y responde: "Yo hago el viaje para crecer, jefe, y usted, para despedirse". A Carvalho le entristece la creciente independencia de su ayudante. Ésta es una de las sorpresas del libro. Un Biscuter con sus propios ahorros, sus propios negocios y su propio móvil, que maneja con celo ocultista. Todo indica que en el nuevo Biscuter había un posible proyecto de prolongar la serie carvalhiana.

El viaje parece a menudo una huida. "No podemos dar la vuelta al mundo con la muerte en los talones", dice Biscuter. Ya en las primeras páginas alguien rompe los frenos del coche de Carvalho; después le colocan droga, les tirotean... Quizá por eso hayan tomado la precaución de llevarse pasaportes falsos. El de Carvalho, a nombre de Bouvard; el de Biscuter, al de Pécuchet, siempre temeroso el detective de que los descubra alguien que haya leído a Flaubert. Hay muchos guiños literarios. No tiene desperdicio; por ejemplo, cuando en Kabul Carvalho se hace pasar por Juan Goytisolo, después de haber intentado presentarse como Sánchez Dragó y de ser confundido con Muñoz Molina.

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