Un lustro de espera y décadas de lucha

"La liberación de los misioneros no resuelve el verdadero problema, que es la aprobación definitiva de la reserva indígena. Para ello sólo es necesaria la firma del presidente Lula", afirma Álvaro Palacios, superior en España de la Congregación de los Misioneros de la Consolata. A ella pertenecen los tres religiosos que fueron secuestrados en el Estado brasileño de Roraima por defender la creación de ese demarcación en Raposa Serra do Sol, junto a la frontera de Venezuela y Brasil. En ese área viven unos 15.000 indígenas de los pueblos macuxi, wapichana, ingarikó, taurepang y patamona en 151 comunidades. En la tierra tradicional de los indígenas se han creado dos municipios de población blanca (Uiramuta y Pacaraima). Ésta se compone de agricultores, ganaderos y buscadores de oro o garimpeiros.

"El conflicto empezó hace casi 30 años", relata Palacios. En 1977, los indios comenzaron a tomar conciencia de su situación de "explotación por los garimpeiros y los hacendados", según el Consejo Indígena de Roraima. Adoptaron como lema "No al alcohol, sí a la comunidad". El rechazo a las bebidas espirituosas se convirtió en un símbolo de resistencia, ya que los indígenas alcoholizados "servían de mano de obra barata y hasta de esclavos".

Los misioneros católicos alentaron la toma de conciencia de los indios y en algún caso incluso les facilitaron ganado para competir con las reses de los hacendados y de paso reivindicar la tierra. "Uma vaca para o indio" era el objetivo. Hoy, 27.000 cabezas de ganado de propiedad indígena pastan en las tierras disputadas, el territorio tradicional de unos grupos étnicos que reivindican además el derecho de vivir conforme a su cultura.

"La reacción de los hacendados y de los garimpeiros fue violenta y causó la muerte de decenas de líderes", relata en un documento el consejo indígena.

"Con la creación del Estado de Roraima, en 1990, los enemigos de los indios hicieron de él su mejor aliado", añade el texto. "Las acciones pasaron de la violencia directa a la utilización de mecanismos legales contra los derechos de los indios (...). Se concretaron en la implantación de municipios en las tierras indígenas". El gobierno local estimuló también la presencia de cultivadores de arroz.

En 1998 llegó un soplo de esperanza para los indígenas: el Gobierno brasileño aprobó la demarcación de su reserva, de 1,6 millones de hectáreas, después de que se desestimaran las alegaciones de los hacendados que se habían instalado en esas tierras tradicionales de los indios.

Pero la aprobación definitiva lleva un lustro pendiente. "Días atrás se empezó a decir que Lula iba a firmar a finales de enero", relata el misionero Palacios. Cree que esa expectativa desató la ola de protestas y el secuestro de los tres misioneros. Él, como el Consejo Indígena de Roraima, confían en que Lula, que visitó la zona hace 10 años, dé lo antes posible el último paso pendiente para la creación. "Esperamos que no ceda al chantaje de los enemigos de los pueblos indígenas de Roraima", plantea el consejo.