Jóvenes invasores

Empieza el año con rimbombantes estrenos que no se solían prodigar durante la llamada cuesta de enero (mucho menos, como ocurrió ayer, con alguien como Tom Cruise de cuerpo presente, y entre rumores de que ha seducido a Penélope Cruz para que ingrese en la Iglesia de la Cienciología). Como telón de fondo, en los medios del cine español es ya evidente el nerviosísimo run run ante los Premios Goya, que están ya a la vuelta de la esquina. Y no sólo por las cábalas sobre su emisión por la tele (uno de los cortos preseleccionados, Carisma, ha sacado a modo de publicidad un simulacro de página de EL PAÍS con la supuesta noticia de Alfredo Urdaci prohibiendo la retransmisión de los Goya en primera plana); otra incógnita, ¿qué dirá Mercedes Sampietro en el discurso de presentación como nueva presidenta, tras los incidentes del año pasado?, y, naturalmente, la clásica quiniela sobre a qué jóvenes directores o directoras, actores y actrices, irán los premios gordos. Porque jóvenes serán, en eso no hay la menor duda.

Lo joven en el cine español está de moda. Hay un auténtico brío renovador

Quizá lo más novedoso del año pasado haya sido precisamente la consagración en taquilla de cineastas jóvenes que le están cambiando el rostro a nuestro cine. Una eclosión de treintañeros y aun de menor edad, que han propuesto temas y puntos de vista inéditos sobre esta sociedad que padecemos. Te doy mis ojos, Soldados de Salamina, En la ciudad, Mi vida sin mí... Lo joven en el cine español está de moda, y no sólo porque las ayudas ministeriales se repartan casi en exclusiva entre proyectos de noveles. Hay un auténtico brío renovador, en el que paradójicamente también se incluye la recuperación de cierto estilo de comedias bufas, y a veces burdas, que en otros tiempos hacían saltar las taquillas... ante el escándalo de aquellos críticos de entonces. ¿Se refería también a esto Albert Boadella al decir esta semana que "ahora se aceptan verdaderas mamarrachadas sólo porque dicen que son modernas"?

Se habla ya en titulares de los próximos estrenos de Almodóvar, Amenábar y Álex de la Iglesia, aunque también se esperen las nuevas películas de Gutiérrez Aragón, Carlos Saura, Gómez Pereira y hasta de José Luis Garci. Esta preferencia periodística por lo joven no deja de ser compatible, y menos mal, con el reestreno la semana que viene, con todos los honores, de El espíritu de la colmena, la obra maestra de Víctor Erice de 1973 que casi ningún treintañero/a ha podido ver en pantalla grande. Coincidirá en la cartelera con Thirteen 13, el duro y apabullante retrato de una rebelde adolescente norteamericana de nuestros días que, como la película de Erice, viene precedida por éxitos en festivales. Que hay sitio para todos, vaya, hasta en Cine de barrio, donde la veterana y despistada Carmen Sevilla estará vigilada de cerca por un presentador de neuronas más frescas, aunque puede que no la gane en frescura.

También empieza a especularse en los medios del cine sobre las películas españolas que serán finalmente seleccionadas en los próximos festivales. Gutiérrez Aragón (La vida que te espera) irá a Berlín, y Almodóvar (La mala educación) a Cannes, eso ya se sabe. Pero ambos festivales siguen esperando más opciones del cine español (este año hasta el habitualmente renuente de Cannes parece estar especialmente receptivo: han nombrado un delegado para España). Mientras espera más películas, el de Berlín, que comenzará el mes próximo, ya ha anunciado que dedicará su ciclo retrospectivo al cine de "los jóvenes rebeldes". Lo joven está de moda.

Hablando de novedades, acaba de editarse en DVD una versión remasterizada de El último cuplé, aquel subproducto de 1957 que hizo historia descubriendo a una Sara Montiel que cantaba clarito, que estimulaba nostalgias, y cuyas insinuaciones eróticas pusieron en pie al país. Para algunos, la película de Juan de Orduña es un modelo kitsch del melodrama popular, y merece verse también desde ese ángulo. Aunque parezca mentira, este DVD mejora la calidad de imagen del original, y añade como extra el tráiler de la época en el que una masculina voz en tono imperioso, anuncia: "Ni cha-cha-cha, ni boggie boggie, ni rock and roll, sino algo mejor: maravillosas melodías que cautivaron a millones de espectadores...". Se pasaron varias calles, como quizás diría María Valverde, esa lolita de 16 años, fascinante revelación de otra joven película española, La flaqueza del bolchevique. Pero a lo que vamos, que el joven año parece que promete. Ya veremos.