El caso libio reaviva el temor de Francia al aislamiento
Más allá de compartir la alegría de la comunidad internacional por librarse de un problema, la negociación secreta de Londres y Washington deja a París sin medios de presión para que el régimen de Gaddafi indemnice a las víctimas del atentado contra el DC-10 de la compañía UTA, que provocó 170 muertos en 1989. Y en general, lo sucedido con Libia reaviva los temores franceses a encontrar un sitio para su diplomacia en la posguerra iraquí.
La inquietud en París ha sido alimentada por una extraña polémica en el seno del Gobierno. La ministra de Defensa, Michèle Alliot-Marie, afirmó el domingo que su país había estado informado de las negociaciones sobre Libia, mientras que el titular de Exteriores, Dominique de Villepin, dijo lo contrario. La portavoz de la presidencia de la República ha dado la razón a este último, al recordar anoche que las negociaciones de los tres países afectados habían sido "secretas".
El Partido Socialista, principal fuerza de la oposición, lamentó "el aislamiento de Francia y de la diplomacia francesa". A su vez, uno de los diputados de la derecha en el poder, Pierre Lellouche, advirtió de que "en el seno de la Administración norteamericana hay quien tiene la intención de proseguir con una estrategia deliberada de aislamiento de Francia, a raíz de lo ocurrido durante la crisis iraquí".
Se da la circunstancia de que este mismo parlamentario es de los pocos que combatieron la estrategia francesa a propósito de Irak, en el invierno pasado, denunciando el error que cometían el Gobierno y el presidente de la República al no acompañar la decisión estratégica de Washington.
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