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Columna
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El zar Fabra

El empresario Vicente Vilar ha empapelado a Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, y heredero de una vigorosa e histórica tradición de cacicazgo. De momento, Carlos Fabra ya ha anunciado la presentación de una querella por injurias y su propósito de "meterle un puro", a quien pretende vapulearlo judicialmente por la presunta comisión de un sinfín de graves delitos: estafa, falsedad en documento mercantil, contra la salud pública y no vea usted qué de maldades. Al cronista, después de leer la prensa, de atender los medios audiovisuales y de revisar los antecedentes, se le antoja que nos encontramos en vísperas sicilianas de un ajuste de cuentas. Quizá sea un punto de vista fílmico, pero los actores de este enfrentamiento ofrecen perfiles tan sugerentes como grotescos. Y además de los protagonistas de la presumible vendetta, intervienen, en este festival de querellas, extras de largo alcance, como el propio José María Aznar, Eduardo Zaplana y algunos ministros, de anteriores gabinetes, sobre quienes Carlos Fabra habría ejercido o pretendido ejercer sus influencias, según el referido empresario, que asistió a algunas de las conversaciones, en las que "Fabra emplea la táctica de convencer a políticos de alto rango, de que los técnicos eran unos mafiosos bien organizados", y les pide "que los presionen, a través de directores y subdirectores generales, para que las autorizaciones se concedan rápidamente". Aunque todo este arsenal de acusaciones diera en archivo, la farsa y la sospecha están servidas. Pero es que el guión no puede ser más rocambolesco y escrito a ras de la miseria moral. Si, como se comenta, alguien de un presente tan remoto, que aquí ya es el pasado, ha esparcido tanta inmundicia, ese alguien no está a salvo de las salpicaduras. El hedor lo delatará. Tampoco pasa inadvertido el hecho de que Carlos Fabra sea el único dirigente provincial del PP que se ha puesto abiertamente al lado del presidente de la Generalitat, Francisco Camps.

De Vicente Vilar, Fabra ha dicho muchas atrocidades y lo ha calificado de "maltratador de su esposa", ahora ya ex esposa y aliada del titular de la Diputación de Castellón. Vilar, en declaraciones a la SER, manifestó que Carlos Fabra y su mujer destrozaron su familia y le metieron a su esposa "muchos pájaros en la cabeza". Y vaya pájaros. Lo cierto es que Fabra cobrando a Vilar muchos millones cada año por "realizar informes y prestar asesoramiento" y Vicente Vilar amparándose en un sucio tráfico de influencias, ambos a dos se han forrado lo suyo y lo de muchos. "Hubiera dado mi vida por Carlos Fabra. Éramos grandes amigos o eso creía. Hoy lo considero una mala persona", ha dicho el empresario fitosanitario, a quien los negocios no le van nada mal. Ni a Fabra que, de acuerdo con la SER, ha aumentado considerablemente su patrimonio: una casa de tres plantas en el municipio de Cuya -La bombonera-, otra en Oropesa del Mar, "al lado de la que utilizaba en sus veraneos el presidente del Gobierno", y propiedades en Madrid. De todas las partes implicadas disparan querellas. Los jueces tienen la palabra. El pueblo soberano también: ya no debe cerrar los ojos, ni permanecer más en silencio. El Zar de Castellón, y el mismo empresario fitosanitario son un ultraje a la democracia.

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