Aznar rechazó en abril el reparto de poder que quiso pactar en la cumbre
Giscard desvela que él propuso una doble mayoría con el 66% de la población
El francés Valéry Giscard d'Estaing, presidente de la Convención que redactó el proyecto de Constitución europea, desveló ayer que su primera propuesta de abril sobre el reparto de poder en la UE era la que el presidente español, José María Aznar, estaba dispuesto a aceptar en la fracasada cumbre europea de la semana pasada. "Propuse que las decisiones tuvieran que ser apoyadas por el 50% de los Estados y el 66% de la población", explicó, "pero el Presidium la cambió". En efecto, dado el rechazo que surgió, el Presidium optó por el 50%-60%.
Giscard declaró ayer en Bruselas que la cumbre había constituido "una buena ocasión perdida" para Europa y que el principal obstáculo para cerrar el texto constitucional se centró en el sistema de voto en el Consejo de la UE propuesto en el proyecto, aceptado, como recordó, "por todos salvo los países que habían obtenido resultados ventajosos en Niza", es decir, España y Polonia, que con el Tratado de Niza sólo tienen dos votos menos cada uno que los grandes (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido).
Pero la sorpresa en la conferencia de prensa para evaluar el fracaso de los Veinticinco surgió cuando Giscard contó que él había propuesto inicialmente que las decisiones fueran válidas cuando fueran apoyadas por una mayoría de Estados (más del 50%) que representaran al menos a dos tercios de la población (el 66%).
En efecto, fue en una reunión del Presidium celebrada en un palacete de Bruselas la tarde-noche del 22 de abril cuando Giscard planteó por vez primera el reparto de poder en la UE y fue ésa su propuesta, según personas que asistieron a la cita. Enseguida, los dos representantes de la Comisión (los comisarios Michel Barnier, francés, y Antonio Vitorino, portugués) se decantaron por la combinación 50%-50%, la doble mayoría simple. Les apoyó el socialista alemán Klaus Hansch.
En la reunión había dos españoles. Alfonso Dastis, en representación del Gobierno, rechazó la doble mayoría en sí al margen de los porcentajes y defendió la vigencia de Niza. Iñigo Méndez de Vigo, en nombre del Parlamento Europeo, señaló que la Convención no tenía mandato para hacer esas propuestas. Vistas las discrepancias existentes, fue el comisario Vitorino quien propuso una fórmula intermedia apoyada por la mayoría de la docena de miembros del Presidium: 50%-60%, y así se mantuvo ya siempre en el proyecto.
En los meses posteriores, España y Polonia se quedaron solos en la defensa de Niza. Tras el verano, y a la vista de que la lógica de la doble mayoría se imponía, el Gobierno español se planteó alternativas y comprobó que la combinación 50%-66% era la que más podía acercarle a la ventajosa situación de Niza a la hora de poder formar alianzas de bloqueo en la Unión.
Con ese esquema acudió Aznar a la cumbre de Bruselas de los pasados 12 y 13. Por eso, a la propuesta que se le hizo de mantener Niza hasta 2014 y empezar ese año con el 50%-60%, él respondió con tres opciones: modificar ligeramente el reparto de votos de Niza, aparcar el problema o negociar una alternativa sobre la doble mayoría con la que España se sintiera "confortable". Esta tercera no era otra si no la 50%-66%. Fuentes oficiales españolas lo admitieron así, pero ya no se presentó la oportunidad porque el eje franco-alemán decidió levantar la sesión y dar un portazo.
Giscard comentó ayer que Niza fue "un tratado de transición, para hacer posible la ampliación", mientras la Constitución tiene vocación de permanencia para poder gestionar una UE con 27 o 30 Estados, y que la doble mayoría está basada "en el respeto" al doble origen de la legitimidad de la Unión: los Estados y la población. Ahora, explicó Giscard, "habrá que esperar a que quienes criticaron la Constitución propongan otra fórmula que sea igualmente respetuosa con ese doble principio".
Pero no hay que precipitarse, según el político francés. La proximidad de las elecciones europeas en junio, el cambio de Comisión en otoño... hacen recomendable que los Veinticinco no retomen las negociaciones hasta finales del año próximo o comienzos del siguiente. Eso sí, "un segundo fracaso sería mucho más grave" y abriría de par en par las puertas a esa Europa de dos velocidades con la que amenazan los seis países fundadores bajo el paraguas franco-alemán.
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