Francia y Polonia, considerados culpables del fracaso
C. Y.,
La intransigencia de Francia, en un extremo, y de Polonia, en el otro, desembocó la pasada semana en el histórico fracaso de los Veinticinco a la hora de pactar la primera Constitución europea. Así resulta cada vez más patente en los comentarios públicos y privados que se efectúan estos días en Bruselas y en las distintas capitales europeas de la Unión a la hora de reconstruir lo ocurrido en la cumbre de los días 12 y 13.
El presidente francés, Jacques Chirac, fue quien con mayor firmeza rechazó que el italiano Silvio Berlusconi, presidente de turno de la Unión, siguiera negociando con el español José María Aznar y el polaco Leszek Miller una alternativa a la doble mayoría del 50%-60%. Desde la mañana del día 13, y aun cuando quedaba todo el día para buscar soluciones y negociar, Chirac comunicó a Berlusconi su decisión de abandonar Bruselas de inmediato.
En su tensa reunión con Aznar en el último momento, según colaboradores del presidente español, le comunicó que no había margen de maniobra. "Schröder [Gerhard, el canciller alemán] se limitó en el plenario a corroborar las palabras de Chirac", añaden personas que estaban presentes en la sala.
Del otro lado, el primer ministro polaco, Leszek Miller, insistió una y otra vez en que no aceptaba otra cosa que mantener el reparto de poder del Tratado de Niza. De lo contrario, argumentó, su Gobierno caería y los polacos rechazarían en referéndum la Constitución.
Ayer, el pleno del Parlamento Europeo aprobó en Estrasburgo una resolución en la que alerta del riesgo de que el fracaso de la cumbre europea abra la puerta a "una Europa de velocidad variable" e incluso "a la fragmentación de la Unión".
La Eurocámara "deplora profundamente" el histórico fracaso de los jefes de Estado y Gobierno la semana pasada, así como "la evidente ausencia" en las capitales europeas de voluntad para lograr una meta en beneficio del interés común europeo.
Para intentar que los Gobiernos rectifiquen, el Parlamento Europeo propone a la próxima presidencia de la Unión Europea, Irlanda, que convoque en enero a los ministros de Asuntos Exteriores para debatir de nuevo el proyecto constitucional que salió de la Convención y que, asimismo, organice antes del 1 de mayo, fecha de entrada de los diez países candidatos, una cumbre extraordinaria para tratar el problema.
Ese riesgo de fragmentación del que habla la Eurocámara ha sido reiteradamente aludido estos días por Bélgica, cuyo Gobierno ha anunciado la posibilidad de que los líderes de los seis países fundadores celebren una reunión extraordinaria en enero o febrero para decidir qué hacen.
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