España y Marruecos se disponen a cerrar el capítulo más negro de su relación reciente
Aznar y Jettu se reúnen hoy en Marraquech sin avances sobre los problemas pendientes
Los Gobiernos de España y Marruecos tienen hoy una cita histórica en Marraquech para cerrar definitivamente la escalada de incidentes que ha marcado el trienio más negro de las relaciones entre los dos países, si se exceptúan los episodios bélicos. Entre los peores, la retirada por Rabat de su embajador en Madrid, en octubre de 2001, o el enfrentamiento en torno al islote Perejil, en julio del año siguiente. La solidez de la reconciliación se ve comprometida, sin embargo, por las dificultades para avanzar en la solución de los problemas pendientes.
Poco nuevo podrán decirse, en efecto, sobre el conflicto del Sáhara el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el primer ministro, Driss Jettu. El primero reiteró ayer, en declaraciones a la agencia de prensa marroquí, MAP, su apoyo al plan de descolonización promovido por James Baker como enviado del secretario general de la ONU.
En cuanto al segundo habrá tomado, sin duda, buena nota de la inflexible afirmación de marroquinidad de la ex colonia española que Mohamed VI hizo el pasado viernes en Túnez, confirmando que el problema ha perdido para él todo atisbo de descolonización y no admite más salida que "la reintegración territorial de Marruecos".
El Rey reafirmó, no obstante, su compromiso con la vía de la negociación, lo que mantiene abierto un difícil margen de diálogo sobre este problema, que, por la importancia política que reviste para la Corona marroquí, es, sin duda, el que más ha envenenado las relaciones bilaterales. Y las seguirá condicionando.
Ceuta y Melilla, que el Gobierno español ha considerado últimamente "tan españolas como Zaragoza o Santiago", actúan como mero telón de fondo de las insatisfacciones marroquíes, y no como una reivindicación inmediata, mientras que la disputa sobre Perejil vino a expresar hasta qué punto puede subir la tensión si las cosas van por las malas. Es sintomático, en todo caso, que en los meses transcurridos desde entonces no se haya intentado tampoco un arreglo definitivo sobre ese territorio sin más valor que el simbólico.
Del mismo modo, no hay avances apreciables sobre los problemas estructurales que marcan una vecindad difícil. Los tres grupos de trabajo no directamente políticos creados tras la visita de Jettu a Quintos de Mora, el pasado junio, a fin de intentar restañar las heridas más graves, no han dado grandes resultados. Una vez desmantelada la flota pesquera que faenaba en aguas de Marruecos, el problema de la inmigración es el que más preocupa en Madrid. Siguen siendo cotidianas las quejas sobre el desinterés de Marruecos por contener el tráfico de seres humanos y no se logra tampoco un acuerdo eficaz de repatriación de subsaharianos indocumentados, aunque es posible que la devolución de menores marroquíes se resuelva en la cumbre.
Reparto económico difícil
Tampoco hay progresos claros en la delimitación de las aguas atlánticas entre Canarias y Marruecos, porque los trabajos siguen en una fase puramente técnica que ignora la dificultad del reparto económico de ese territorio, sobre el que las dos partes han hecho ya concesiones para la búsqueda de hidrocarburos.
La parte española, al menos, pretende centrar la reunión en los avances de la cooperación económica, con un programa de inversiones de más de 400 millones de euros -que en ediciones anteriores ha encontrado fuertes resistencias de intereses marroquíes-, y en el relanzamiento de las relaciones culturales, que quizás sean las que menos han sufrido.
Aplazada desde 2000, esta VI Reunión del Alto Nivel, como denomina las cumbre el Tratado de Amistad firmado por los dos países en 1991, tenía en cualquier caso que celebrarse aunque no todo estuviera a punto, para escenificar que las tensiones pasadas son "malentendidos ampliamente superados", como dijo Jettu en junio, cuando ambas partes se dieron cita para mediados de octubre. Tan complicadas son las cosas que ha habido que esperar otro mes y medio.
La intervención de Aznar es decisiva. Fue él quien, al declarar que la negativa de Marruecos a seguir abriendo sus aguas a la flota española no podía "dejar de tener consecuencias", suscitó la escalada marroquí en el conflicto. La entrevista que espera celebrar mañana con Mohamed VI marcará el punto culminante del reencuentro entre dos líderes que acabaron provocando con su enfrentamiento la intervención mediadora del que consideran su mejor aliado, Estados Unidos.
A Aznar le corresponde convencer a su anfitrión de que hay una vía de diálogo más allá del Sáhara, y de que las relaciones que ha potenciado con Libia y, sobre todo, con Argelia, no son competitivas ni representan un obstáculo para que España desarrolle el nivel privilegiado que se otorga a las relaciones con Marruecos. Tienen previsto acudir a la cumbre siete ministros, los de Exteriores, Economía, Interior, Fomento, Educación, Trabajo y Agricultura.
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