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OPINION DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defensa del olivar de baja producción

La filosofía de la nueva PAC (Política Agraria Común) defiende como principios básicos la calidad frente a la cantidad, la seguridad alimentaria y el respeto al medio ambiente.

Y parte por esta filosofía y parte porque así lo exigen los acuerdos GATT sobre la OMC, la orientación de las ayudas agrarias está cambiando hacia un progresivo desacoplamiento. Pero no sólo sufre este cambio sino que se recupera el concepto de mantenimiento de renta y de multifuncionalidad de estas ayudas como elemento básico de equilibrio territorial y de fijación de la población a su entorno rural.

Actualmente se están debatiendo reformas de las OCM de varios cultivos, entre ellas la del aceite de oliva.

Ni el olivar andaluz ni el nacional son homogéneos. Existen grandes diferencias de producción, de costes y rentabilidad entre las distintas zonas olivareras.

Actualmente, la ayuda se recibe por producción real, es decir, por kilo de aceite producido sin tener en cuenta otros parámetros, suponiendo un agravio para los olivares que sufren una menor producción y unos mayores costes debido a su situación estructural y orográfica. Se da el caso de que un olivar marginal reciba 120 euros por hectárea y uno intensivo pueda alcanzar o superar la cifra de 3.000 euros por hectárea, cuando muchos de estos olivares son rentables sin ayuda comunitaria.

Pero, además, y debido al incremento de la superficie de olivar y, por tanto, de producción de aceite, se vienen sufriendo penalizaciones en el importe de la ayuda, y se está dando la situación de que los olivares de baja producción están soportando unas penalizaciones que no generan, lo que supone un claro y lamentable trasvase de dinero de zonas deprimidas a zonas muy productivas. Sin olvidar que esta superproducción de algunas zonas olivareras se debe a un uso abusivo de los recursos hídricos y la utilización masiva de fertilizantes, herbicidas y pesticidas que suponen un grave riesgo para el medio ambiente y la seguridad alimentaria.

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Desde 1998, cuando la anterior propuesta de reforma, representantes de estas zonas de baja producción venimos reivindicando un trato diferenciado para nuestros olivares, que cumplen una función económica, social, cultural y medioambiental irreemplazable, dado que por sus características orográficas no existe alternativa de cultivo posible. De seguir la situación actual sufren un grave riesgo de abandono (según un estudio de la Junta de Andalucía, el 43,5% de los olivares de sierra tienen rentabilidad negativa, y otro estudio de técnicos del CIFA, de Córdoba, habla de un riesgo de abandono a corto plazo del 19% de las explotaciones de olivar de baja producción).

Pues bien, la nueva propuesta para la reforma de la OCM del aceite de oliva presentada por el comisario Fischler viene en este sentido de recuperar la rentabilidad y viabilidad de los olivares de baja producción.

Para ello propone que la ayuda tenga dos tramos diferenciados: un 60% se percibiría por hectárea, pero teniendo en cuenta los rendimientos históricos de los tres últimos años; el 40% restante iría totalmente desacoplado y destinado exclusivamente a los olivares de baja producción, con criterios fijados por el Estado miembro.

Como olivarero andaluz de baja producción me adhiero plenamente a esta propuesta de la Comisión Europea por entenderla justa y equilibrada, primando con el 60% ligado a rendimientos históricos a quienes más hayan producido y asegurando, con el 40% restante, la rentabilidad y futuro de nuestros olivares.

Entiendo que los responsables de la Consejería de Agricultura y Pesca de Andalucía hagan los esfuerzos necesarios para lograr los mayores ingresos para nuestra comunidad, pero espero que entiendan que como olivarero me siento más cercano de otro olivarero de la vecina Ciudad Real o Badajoz, con quien comparto dificultades, que de un gran productor de Andalucía que, a lo peor, ni reside aquí.

Y no puedo compartir, por muy andaluces que sean, los delirios de pretender ayudas ligadas a la producción real de quienes, amigos de enarbolar "banderas", no escamotean medios para manejar la opinión pública, cuando la sociedad sabe con creces que a los agricultores en general, y en este caso a los olivareros en particular, en contraprestación al dinero recibido como ayuda, se nos deben exigir unos compromisos de calidad y medioambientales que nadie puede cumplir mejor que los llamados "olivares marginales".

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