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Reportaje:JOSÉ DE ITURRIAGA | AVENTUREROS Y VIAJEROS

En los límites del Orinoco

El año 1754 fue importante para el oriente venezolano. La fragata Inmaculada Concepción y el navío Santa Ana transportaron hasta Cumaná un gran número de marinos, soldados y científicos destinados a los trabajos de trazado de la línea divisoria con los dominios portugueses en aquella región. Para reunirse con los comisarios lusos, los expedicionarios españoles debían remontar el curso del Orinoco, atravesar los raudales de Atures y Maipures, remontar el caño Casiquiare y alcanzar el río Negro, en cuyas orillas se encontraba Mariuá, el punto de encuentro. Semejante empresa implicaba la resolución de importantes problemas logísticos. Tropas, víveres y pertrechos debían cruzar un territorio desconocido y plagado de riesgos.

Corría el mes de abril cuando desembarcaban en Nueva Andalucía, los miembros de la Expedición de Límites al Orinoco. Su misión era el trazado fronterizo entre los dominios españoles y portugueses y cumplimentar un conjunto de tareas encaminadas a la reforma política, social y económica de la raya tropical. La dirección de la expedición fue encomendada al capitán de navío José de Iturriaga. Este azpeitiarra poseía experiencia en Venezuela, ya que había sido director de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, la empresa comercial constituida en 1728 por hombresde negogios guipuzcoanos y que durante los cincuenta años siguientes monopolizó el comercio entre España y Venezuela. Los otros tres comisarios eran: el coronel Alvarado, el teniente de navío Antonio de Urrutia, y el alférez de navío Solano. También fueron designados cosmógrafos, médicos, cirujanos, dibujantes..., y el botánico sueco Pehr Löfling. El ayudante del comisario principal era Juan Ignacio de Madariaga; como piloto y cartógrafo iba el donostiarra Santiago Zuloaga. La muerte del ministro Carvajal, las rivalidades internas y el enfrentamiento de Iturriaga con el gobernador de Cumaná caracterizaron el desarrollo inicial de la expedición. La entrada en Guayana no se produjo hasta 1755, cuando Iturriaga logró llegar, acompañado de Solano, al pueblo de Santo Tomé. El resto del año los expedicionarios permanecieron entre las misiones y los peligrosos raudales de Atures y Maipures. En febrero de 1757 Solano navegó por el río Meta hacia Bogotá, a fin de recabar el apoyo del virrey. Después de dos meses de viaje logró alcanzar la capital del Virreinato de Nueva Granda. Cuando retornó a Guayana a principios de 1758, la situación de los supervivientes de la expedición era dramática. Sin embargo, la llegada de recursos económicos, víveres y hombres, permitió el relanzamiento de la comisión.

Hasta su retirada en 1761 la actividad de los expedicionarios fue desbordante: exploraciones del alto Orinoco y río Negro, diversos trabajos cartográficos y la consolidación de nuevas fundaciones (Ciudad Real, San Fernando de Atabapo y San Carlos de Río Negro, La Esmeralda, Muitaco).

En junio de 1760 Iturriaga recibió la orden de detener los trabajos. Tras retirarse a Ciudad Real, se efectuó el repliegue. Al año siguiente partieron la mayoría de los expedicionarios para la metrópoli, pues el primer comisario había decidido permanecer en el Orinoco como comandante general de poblaciones, en un intento de dar continuidad a las labores de organización territorial. Una vez concluidos sus servicios como comisario de la Expedición de Límites, a Iturriaga le fue ofrecida la gobernación de Quito, cargo que declinó para seguir en Venezuela, su tierra de adopción. Enfermo, el vasco se desplazó hasta la isla Margarita para restablecer su salud, muriendo en Pampatar el 14 de septiembre de 1767.

Un marino azpeitiarra

José de Iturriaga Aguirre había nacido en diciembre de 1699 en la Guipúzcoa de tierra adentro, en Azpeitia. Si embargo, sentó plaza de guardiamarina en febrero de 1718, al mismo tiempo que su hermano Agustín.

Su implicación con los intereses guipuzcoanos se hizo patente con el doble nombramiento como alcalde de su localidad natal y diputado general de la provincia en el año 1727.

Su condición de miembro de la Armada española y de la Real Compañía Guipuzcoana explica que, declarada la guerra con Gran Bretaña (1739), se le confiaran varias misiones en América. En diciembre de 1741, siendo capitán de fragata y director de la Real Compañía Guipuzcoana, recibió el mando de cinco navíos de socorro destinados a la isla caribeña de Cuba. Después, se dirigió a Venezuela, participando en combates en Puerto Cabello y la defensa de La Guaira frente a la escuadra inglesa de Knowles.

Tomó parte también en labores de corso y preparó un proyecto de mejora de las fortificaciones de Puerto Cabello. Sus servicios, sus cualidades y sus méritos, contribuyeron a que fuese elegido comisario de la Expedición de Límites.

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