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Columna
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Caña

El diario barcelonés La Vanguardia contaba el martes pasado que a partir de 2005 funcionará en Barcelona un centro de investigación con células madre dirigido por el científico Juan Carlos Izpisúa, si llega a buen puerto una negociación entre el Gobierno y la Generalitat. Ni más ni menos. Ese plan, que la Junta de Andalucía descubre al abrir un periódico, es la constatación de que el Gobierno, lejos de intentar encuentros y acuerdos con la Junta, trabaja contra cualquier iniciativa social importante de ésta.

Todos los grupos parlamentarios, menos el Grupo Popular, han pedido en la Junta de Portavoces que el Parlamento andaluz apruebe la presentación de un recurso de inconstitucionalidad contra la ley estatal de Técnicas de Reproducción Asistida, una iniciativa cuyo objetivo no es otro que la defensa de la ley andaluza que regula la investigación con células madre. Andalucía ha sido pionera en la apuesta por la investigación con células madre y también la primera en apostar por la creación de un banco que se proyecta para el Campus de Ciencias de la Salud de Granada y que sería el segundo de Europa, después del de Gran Bretaña. La iniciativa catalana es posterior, a pesar de lo cual el Gobierno prefiere hablar de ella, en detrimento de la andaluza, que no sólo no apoya, sino que está dispuesto a perseguir, como lo demuestra el hecho de haberse decidido a aprobar una ley estatal que desactiva la ley andaluza, sobre la que advierte de su intención de recurrirla ante el Constitucional, es decir de paralizarla. Pues eso.

El PP suele acogerse en situaciones como ésta, ante la reacción del Gobierno andaluz, a su teoría de la confrontación que, asegura, se ha vuelto a activar en las últimas semanas. Puede que el Gobierno, puesto a tener, tuviera hasta una explicación para preferir apoyar el proyecto de la Generalitat. Lo que no conseguiría, casi con toda seguridad, es convencer de que es bueno para los intereses de los andaluces, que él le dé "caña" a la Junta, haga o no haga falta. Pero sobre todo, debe tener cada día más difícil convencer de que es bueno lo que hace al propio PP andaluz. En ese partido, los dirigentes más visibles no dudan en salir a apoyar al Gobierno, haga lo que haga, pero otros callan, atacados de melancolía y presos de la duda de si el Gobierno realmente es de los suyos o trabaja para el PSOE.

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