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Reportaje:EMBOSCADA A LAS TROPAS ESPAÑOLAS EN IRAK

Cacería de españoles en la carretera de Bagdad

Los agentes del CNI se defendieron a tiros de sus agresores, que les ametrallaron desde un Oldsmobile 1990 blanco

Miguel González

Entre unos matorrales, junto a la cuneta, hay un gran charco de sangre aún fresca y unas gafas rotas. Al otro lado de la carretera, en un barrizal, el esqueleto calcinado de un todoterreno. En el arcén, restos de neumático y una mancha de gasolina quemada. Son las huellas de la batalla en la que, el sábado por la tarde, a 30 kilómetros al sur de Bagdad, se vieron envueltos ocho agentes del servicio secreto español, el CNI. Sólo uno, José Manuel Sánchez Riera, ha sobrevivido para contarlo.

Desde la localidad de Mahmudiya, a 10 kilómetros, la carretera, de cuatro carriles separados por una mediana de tierra, es una recta interminable sólo alterada por los socavones.

A la salida del pueblo, bloques de cemento de tres metros de altura ocultan una base del Ejército estadounidense. Apenas un kilómetro más allá se encuentra la comisaría de la policía iraquí. Ni unos ni otros llegaron a tiempo para auxiliar a los españoles.

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Los vecinos de la aldea de Al Lattefiya fueron testigos de la tragedia y algunos de ellos, aunque ayer lo negaran, la celebraron de manera salvaje pisoteando los cadáveres. La zona queda fuera del llamado triángulo suní, al noroeste de Bagdad, pero ideológicamente está en el corazón de la resistencia que alimentan nostálgicos de Sadam.

Eran las cuatro de la tarde y la luz del sol ya declinaba. Los ocho agentes secretos españoles habían salido de la capital iraquí tras almorzar y se dirigían hacia Najaf, donde tenían su base. En lugar de tomar la autopista decidieron seguir el camino más recto, pese a que les obligaba a atravesar varias poblaciones.

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Al pasar por el mercado de Mahmudiya tuvieron que reducir la marcha. A esa hora se encuentra poco animado, pero -aunque iban vestidos de civil y no llevaban distintivo especial- debió llamar la atención un convoy de dos todoterrenos blancos, de los que sólo usan en Irak miembros de la coalición ocupante.

Según varios testimonios, un Oldsmobile 1990 blanco, con cinco pasajeros, venía siguiendo a los españoles. Tras adelantarlos, se echó a la derecha y continuó circulando muy despacio por el arcén. Luego, "cuando pasó a su lado el primer vehículo", explica Tarik, uno de los testigos, "empezaron a disparar. Llevaban fusiles Kalashnikov" y una ametralladora que usaba el Ejército iraquí, de origen soviético. Otro vecino asegura que el ataque se produjo en el momento en que el Oldsmobile adelantaba al todoterreno por la izquierda.

El conductor español debió resultar herido, ya que el coche avanzó unos metros dando tumbos hasta que se precipitó en el campo que separa la carretera de las primeras casas. Pero los agresores no se dieron por satisfechos. Aún había signos de vida en el vehículo. El Oldsmobile se situó a muy pocos metros y los agresores lanzaron varias granadas de mano, que al hacer explosión provocaron un incendio.

En ese momento, según Malik -otro testigo-, llegó el segundo vehículo de los españoles, que se detuvo en el borde de la carretera. Los ocupantes intentaron auxiliar a sus compañeros, pero los atacantes les recibieron con fuego graneado de ametralladora. Según los vecinos, al menos tres hombres salieron precipitadamente del interior del coche, que también comenzó a arder. Uno llevaba la chaqueta en llamas y se deshizo de ella mientras corría. Cruzaron los cuatro carriles y se refugiaron en la cuneta, al otro lado de la calzada, desde donde trataron de defenderse con sus armas.

Los que no murieron en el interior de los vehículos cayeron uno tras otro durante el enfrentamiento. Salvo José Manuel Sánchez Riera, quien consiguió ponerse a salvo, según explican varios vecinos, porque escapó en el coche particular de un iraquí. En los primeros momentos circuló el rumor de que había sido secuestrado.

Antes de fallecer, uno de los agentes logró conectar a través de su teléfono por satélite con la sede en Madrid del Centro Nacional de Inteligencia para pedir ayuda. Se avisó a la base de la brigada española en Diwaniyah, de donde despegaron tres helicópteros, uno de ellos equipado como ambulancia. Pero cuando llegaron a la zona, casi tres horas después según los vecinos, sólo pudieron constatar la tragedia.

Hay distintas versiones sobre la duración del tiroteo. Algunos vecinos dicen que fue muy breve. Otros aseguran que duró unos 30 minutos. Todos coinciden en que la policía iraquí tardó más de una hora. Mucho antes de que llegara, un equipo de la cadena británica de televisión Skynews, que pasó por la zona de regreso a Bagdad, grabó las espeluznantes escenas de la turba ensañándose con los cadáveres, a los que atribuía la condición de agentes de la CIA.

Fuentes del Ministerio de Defensa creen que el ataque fue una agresión deliberada contra los españoles. "Ya habían golpeado a los italianos, sólo faltábamos nosotros", alegan. El cuartel de carabineros en Nasiriya sufrió el pasado 12 de noviembre un atentado que costó la vida a 18 italianos.

Sin embargo, Dagud Selman, oficial de la comisaría de Al Lattefiya, no cree que los agresores conocieran la identidad de sus víctimas. "No les importa si son estadounidenses o españoles, disparan contra cualquier extranjero", explica. Hace un mes fue atacada la comisaría con granadas anticarroy ametralladoras, recuerda, y son frecuentes los atentados contra patrullas de EE UU, lo que ratifican desde la vecina base de la 82 División Aerotransportada.

El jefe policial niega la tardanza de los hombres a su mando en acudir al lugar del crimen y sostiene que los autores de este tipo de ataques no viven en la zona, sino que se trata de "terroristas islámicos" llegados de fuera. Cuando se le recuerda la reacción de júbilo de algunos de sus convecinos tras el ataque y los vítores a Sadam Hussein se limita a mostrarse tan sorprendido como apesadumbrado.

Musthaq Ibrahim, ex capitán del Ejército iraquí, con más de 10 años de experiencia en filas, está convencido de que los cinco ocupantes del Oldsmobile no actuaron solos. "Debieron contar con el apoyo de otros, aunque nadie los haya visto", sostiene. El comisario de Al Lattefiya admite que un coche gris no identificado cortó el tráfico procedente de Bagdad durante el tiroteo, pero no sabe decir si era cómplice de los atacantes.

Tampoco nadie le ha preguntado, aclara. Cuando, dos horas después del atentado, llegaron a la zona los soldados estadounidenses, la policía iraquí se desentendió del caso. Les entregó los siete cadáveres y al único superviviente. También se llevaron el vehículo que quedó incendiado en la cuneta. El otro coche seguía ayer en el lugar, hundido en el fango y con la chapa agujereada por los balazos. Como las gafas rotas de uno de los agentes españoles. A la espera de que alguien vaya a recogerlas.

Un iraquí golpea con una barra, ayer por la mañana, uno de los dos coches en que viajaban los españoles atacados en Irak.
Un iraquí golpea con una barra, ayer por la mañana, uno de los dos coches en que viajaban los españoles atacados en Irak.AP

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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