Pasito a pasito
ÁNGEL LABORDA
La información más relevante de entre las publicadas la semana pasada sobre la economía española es la Contabilidad Nacional Trimestral (CNTR), aunque en el plano internacional se han producido noticias o hechos muy importantes que afectan a nuestra economía. Entre estos últimos cabe citar la revisión del crecimiento de EE UU en el tercer trimestre hasta el 2% (8,2% en términos anualizados), el entierro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), y la publicación de las previsiones de otoño de la OCDE.
Respecto al crecimiento norteamericano, a los españoles nos debería provocar sana envidia y al mismo tiempo humildad. En el primer caso, para animarnos a llevar a cabo sin miedos las reformas del sistema productivo que hizo años atrás ese país y que están en la base de sus resultados; en el segundo caso, para no caer en la complacencia, pues, si bien estamos acortando distancias con nuestros socios de la zona del euro debido a su parálisis, las estamos ampliando con los países más dinámicos, entre ellos EE UU.
Las cifras de la Contabilidad Nacional ya indican cierto cansancio en el empuje de nuestra economía
El entierro del PEC es el acto final de una muerte anunciada desde que los dos grandes países europeos (Alemania y Francia) decidieron en 2000 abandonar la senda de la consolidación fiscal y comenzaron a llevar a cabo políticas fiscales expansivas. Sus déficit estructurales (ajustados de los efectos del ciclo) han aumentado desde entonces entre 1,5 y 2 puntos porcentuales del PIB, lo que quiere decir que sin este aumento no hubieran traspasado el límite del 3% impuesto por el PEC y recogido en los tratados de Maastricht y Amsterdam, es decir, que no cabe culpar de lo ocurrido a la recesión. Los problemas creados son múltiples, no sólo económicos sino políticos. Centrándonos en los primeros, los principales son la pérdida de credibilidad (aunque el Pacto siga en pie, nadie cree ya que sirva para nada en el futuro) y la incertidumbre creada entre los ciudadanos europeos al ver que la política económica va dando tumbos sin solucionar ninguno de sus problemas.
Si a la situación fiscal en Europa se le añade la de EE UU (déficit público del 5% del PIB), el resultado no puede ser otro que una subida, antes o después, de los tipos de interés. La OCDE, que en su último outlook es optimista, señala este riesgo como el más importante, y por ello pide a los Gobiernos compromisos claros de consolidar a medio plazo las finanzas públicas. Por lo que respecta a la economía española, esta organización presenta perspectivas más bien moderadas (crecimientos del PIB del 2,9% el próximo año y del 3,1% el siguiente). Personalmente, pienso que se puede alcanzar más, eso sí, siempre que se lleven a cabo las reformas pendientes, pues los impulsos monetarios y fiscales que sustentan el crecimiento actual tenderán a desaparecer, incluso dejando tras de sí algún problema importante.
Las cifras de la CNTR son ya indicativas de cierto cansancio en el empuje de nuestra economía. El crecimiento del PIB se acelera, pero despacio, pasito a pasito. Como puede verse en los gráficos, el consumo de los hogares sigue tirando, pero su tasa de crecimiento lleva cuatro trimestres estabilizada en torno al 3%, la inversión empresarial se ha frenado y, en cuanto a la construcción, las perspectivas son inciertas. Las esperanzas provienen de la recuperación internacional, que debería tirar de las exportaciones y de la inversión empresarial. Pero, ¿estamos en buenas condiciones para aprovecharnos de ella?
Ángel Laborda es director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas).
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