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LA ELECCIÓN DEL REACTOR INTERNACIONAL DE FUSIÓN

El final del camino

La decisión final del Consejo de Competitividad de la UE de que sea Cadarache (Francia) y no Vandellós (Tarragona) la propuesta europea para la sede de ITER formaba parte de todos los cálculos cuando en la primavera pasada Bruselas pisó el acelerador para tomar una decisión definitiva. Los técnicos españoles vinculados con el proyecto cifraban entonces las posibilidades de éxito entre el 10% y el 30%. Sólo los esfuerzos del Gobierno español por mantener hasta el último momento la propuesta de que Europa presentara dos candidaturas ha retrasado el sí definitivo a favor de Cadarache.

La historia de la candidatura de Vandellós, la primera de talla verdaderamente internacional que un Gobierno español haya defendido jamás en el ámbito científico-tecnológico, surgió hace poco más de tres años y medio de la cabeza de Carlos Alejaldre, director del Laboratorio Nacional de Fusión en el Ciemat. Su tenacidad e ilusión por el proyecto le llevó a presentar una primera propuesta al entonces secretario de Estado de Política Científica, Ramon Marimon, en una fecha fatídica, el 12 de septiembre de 2001.

"¿Estamos a tiempo?", preguntó Marimon. La respuesta, según se cuenta, no fue menos contundente: "Si sois capaces [de presentar la candidatura] estamos a tiempo". Unos meses después, en febrero de 2002, el informe técnico estaba listo. Y el 17 de abril, la todavía ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, lo presentó a la UE para que fuera evaluado.

Incredulidad

La determinación de Ciencia y Tecnología quedó patente cuando, en la Cumbre Europea celebrada en Barcelona, se selló el acuerdo para la construcción de la fuente de luz de sincrotrón en Cataluña. "Ahora vamos a por el ITER", proclamó Marimon. Pocos sabían que la cosa iba en serio.

La incredulidad tenía su razón de ser. ¿Cómo un país con escasa tradición en investigación nuclear y con unas inversiones en I+D que apenas alcanzan la mitad de la media europea, podía plantearse librar batalla por su emplazamiento frente a opositores como Francia, Japón o Canadá?

Pedro Morenés, sustituto de Marimon, fue el encargado de defender a lo largo de 2003 la que parecía la única posibilidad española, que la UE presentara dos candidaturas en lugar de una. Pero Josep Piqué, sustituto de Birulés, advertía ya entonces que la decisión final sería "inevitablemente política", puesto que distintas comisiones habían dejado claro que las distintas propuestas, incluida la española, eran "técnicamente viables". A estos elogios se sumaban los menores costes de Vandellós y el apoyo de Estados Unidos.

En las dos últimas semanas el peso de Francia parece haberse dejado sentir en la UE, al tiempo que España no ha sido capaz de recibir los apoyos suficientes. Sólo el anuncio de doblar la cantidad que el gobierno estaba dispuesto a comprometer, ha mantenido la ilusión hasta el último momento. Si la decisión ha sido política, como decía Piqué en mayo, España ha perdido claramente la batalla.

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