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CLÁSICOS DEL SIGLO XX (2)

Narrador incansable

El horror de la última guerra carlista dejó impresionado a Pío Baroja y Nessi, entonces todavía un niño, nacido el 28 de diciembre de 1872 en San Sebastián, donde trabajaba su padre, Serafín, ingeniero de minas y hombre liberal. Baroja estudió Medicina y ejerció la profesión en Cestona, Guipúzcoa, desde 1893 hasta 1895. Luego, junto a su hermano Ricardo, se hizo cargo por un tiempo de la panadería de una tía en Madrid. En la capital conoció a los jóvenes que formarían la Generación del 98 y escribió en las revistas más inconformistas, como Vida Nueva, Germinal y Alma Española.

En 1900 aparecen sus primeros dos libros, la colección de relatos Vidas sombrías y la novela La casa de Aizgorri, seguidos un año después por Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox. Sería Camino de perfección (1902) el libro que le dio fama, suscitando el elogio unánime de la crítica. Hasta 1912, el año en que compró el caserón de Iztea, en Vera de Bidasoa, intentó hacer carrera política y viajó mucho por España y por Europa. Después apenas se movió, consagrando el resto de su vida a desarrollar una fecundísima trayectoria novelística sólo comparable en extensión a la de Pérez Galdós.

Baroja agrupó buena parte de su obra narrativa en trilogías, de las cuales destacan cuatro. La lucha por la vida refleja el ambiente marginal de los barrios proletarios de Madrid. Está compuesta por La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905). Otra trilogía, Tierra vasca, incluye su novela La casa de Aizgorri y se completa con El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909). La dama errante y La ciudad de la niebla son los dos primeros volúmenes de La raza, terminada en 1911 con una de sus obras más famosas, El árbol de la ciencia.

Mares y memorias

La trilogía dedicada a los marineros vascos agrupa en realidad cuatro obras: Las inquietudes de Shanti Andía, El laberinto de las sirenas, Los pilotos de altura y La estrella del capitán Chimista, aparecidas entre 1911 y 1930. En su producción destacan también Las memorias de un hombre de acción, la vida del insurgente decimonónico Eugenio de Aviraneta, y sus libros autobiográficos Juventud, egolatría y los siete volúmenes que componen Desde la última vuelta del camino.

Individualista hasta rozar el anarquismo, anticlerical y crítico con las instituciones, Baroja no se sintió cómodo ni con la II República ni con el régimen franquista. Durante la Guerra Civil se exilió en Francia para volver luego a España. Murió en Madrid el 30 de octubre de 1956.

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