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Bush logra una reforma histórica del sistema de asistencia a los ancianos

Victoria política del presidente de EE UU

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ya tiene la pluma lista para firmar la reforma del sistema público de seguro médico para los jubilados, conocido como Medicare. El cambio, que permitirá a las aseguradoras privadas competir directamente con el régimen público, está considerado como el primer paso hacia la privatización de este programa, creado en 1965 y que cubre las necesidades sanitarias de 40 millones de estadounidenses. La oposición demócrata acusa a Bush de "venderse" a los intereses de la industria farmacéutica y a las aseguradoras privadas.

El proyecto de ley diseñado por la Casa Blanca -uno de los pilares sobre los que se sustenta el programa electoral del presidente Bush- salió adelante ayer en el Senado por un ajustado 54 votos a favor y 44 en contra. El Congreso hizo lo propio el sábado, también por un escaso margen (220-215). Así se daba vía libre a la mayor reforma a la que se somete el sistema de seguro público Medicare en sus 38 años de funcionamiento, después de un intenso debate que ha enfrentado a republicanos y demócratas.

El plan va acompañado por una ficha presupuestaria de 395.000 millones de dólares para poder acometer la reforma durante los próximos 10 años. El nuevo régimen entrará en vigor a comienzo de 2006 y permitirá, por primera vez, compensar parte de los medicamentos que adquieran los jubilados bajo receta médica. Además, los ancianos y las personas discapacitadas podrán elegir entre acogerse al sistema tradicional de Medicare o afiliarse a un plan privado que les cubra los gastos médicos.

La Administración de Bush defiende su reforma como un paso necesario para modernizar el sistema actual y para poder hacer frente al reto del envejecimiento de la población. Se calcula que, con la jubilación de la generación del baby-boom, la población anciana pasará de 40 millones a 70 millones en 2006. Los demócratas no lo ven así, y acusan a George W. Bush de "encubrir" con su plan una privatización del régimen de Medicare y de "dar la espalda" a los ciudadanos más necesitados para atender los intereses de la industria farmacéutica.

El senador demócrata Edward Kennedy, que emprendió una agresiva campaña contra el plan republicano de reforma, asegura que se trata de "un proyecto derechista para privatizar el Medicare". Y denuncia además que se estén dando subsidios directos a las aseguradoras para que puedan competir con el Medicare. El plan recoge un fondo de compensación estimado en 12.000 millones de dólares. Además, asegura que las generaciones futuras deberán soportar los excesos del plan. Los republicanos responden a las críticas asegurando que "es el paso más grande para hacer del Medicare un sistema moderno".

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