Los 'agujeros negros' de la antigua URSS
Varios territorios mantienen sus pretensiones de independencia en distintos Estados
Además de 15 nuevos Estados, de las ruinas de la Unión Soviética surgieron varios territorios que mantienen hasta hoy sus pretensiones de ser países independientes. Estos agujeros negros no reconocidos por la comunidad internacional tienen argumentos para defender su causa, y, en algunos casos, argumentos de peso, dado el escalonado sistema de relaciones jerárquicas entre los territorios de la URSS y las variopintas y contradictorias manifestaciones de la voluntad popular, propiciadas por la pugna entre el ex presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov y el líder ruso Borís Yeltsin, y por los conflictos entre los diferentes niveles de la Administración soviética.
Con la crisis de Georgia, los problemas enquistados de los agujeros negros pos-soviéticos han vuelto a primer plano. Nunca dejaron de existir, pero la opinión pública internacional no suele reparar en la mayoría de ellos, en la medida en que no se manifiestan violentamente. El Estado georgiano no ha llegado a cristalizar como tal y tiene en su territorio tres unidades administrativas que no se someten a Tbilisi, en dos casos (Abjazia y Osetia del Sur) por considerarse países independientes, y en el tercero (Adzharia), por ser de hecho un feudo del máximo dirigente local Aslán Abashidze. Los líderes de estos tres territorios se reúnen hoy en Moscú para buscar una posición conjunta ante la crisis. Ayer, en la capital rusa, el presidente de Osetia del Sur, Eduard Kokoiti, insistió en que este territorio se considera independiente y quiere ser parte de Rusia. Preguntado por esta corresponsal si es posible encontrar algún modelo de convivencia con Georgia, por ejemplo en un Estado federal o en una confederación, la respuesta de Kokoiti fue "no". Y agregó que Osetia del Sur tiene efectivos militares suficientes para defenderse de cualquier agresión externa.
Con la crisis de Georgia han salido a la luz problemas enquistados
A los agujeros negros de Georgia hay que añadir el territorio del Alto Karabaj, situado en Azerbaiyán pero controlado por Armenia, además de Chechenia, en Rusia, y la región del Transdniéster, en Moldavia.
El Alto Karabaj, donde está vigente un alto el fuego desde 1994, envenena las relaciones entre Azerbaiyán y Armenia y frena el desarrollo económico y de las rutas de comunicación de la zona. Los esfuerzos realizados en el marco de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y dirigidos por el grupo de Minsk (Rusia, Francia y EE UU) no han dado hasta ahora resultado. Tras el relevo presidencial en Azerbaiyán, el pasado octubre, el grupo de Minsk quiere impulsar nuevas iniciativas para este contencioso que ha producido un millón de refugiados.
El conflicto en la república de Chechenia es el resultado de la poca atención que dedicaron los líderes rusos en el otoño de 1991 al general checheno Dzhojar Dudáiev, que se hizo con las armas de la guarnición soviética local y la obligó a abandonar la república. Yeltsin, que de haber tenido más mano izquierda podía haber llegado a un acuerdo con Dudáiev, quiso recuperar el control de Chechenia en 1994, y para ello mandó tropas a la república. Hoy, la guerrilla independentista sigue actuando en contra de la Administración prorrusa de Ajmad Kadírov, pero perdió la oportunidad de consolidar la independencia de hecho que realmente tenía en 1996, cuando el entonces presidente checheno Aslán Masjádov firmó los acuerdos de Jasavyurt con el general ruso Alexandr Lébed.
Otro agujero negro es la región del Trandsniéster, que no se somete al Gobierno de Moldavia en Kishiniov. Un viaje a Tiraspol es también un periplo a través del tiempo, pues, en la capital de la autoproclamada república del Trandsniéster que preside desde 1992 Igor Smirnov, está viva todavía la URSS, con sus monumentos, sus consignas y un sistema de relaciones que ha degenerado en una gran corrupción. Los esfuerzos de Rusia por mediar entre Kishiniov y Tiraspol sufrieron un revés, al ser rechazados por los dirigentes moldavos. Autor del plan de reconciliación fue Dmitri Kosak, el vicejefe de la Administración de Vladímir Putin, que había propuesto someter a referéndum antes de octubre de 2004 un modelo de Estado federal, pero que insistía en que el ruso fuera el idioma oficial en aquel país dividido en una comunidad moldava de habla rumana, otra eslava de habla rusa, además de la comunidad de los gagauzos.
Las relaciones de Rusia con los agujeros negros pos-soviéticos varían de un caso a otro y han fluctuado entre el deseo de mantener la influencia, por una parte, y el miedo a la inestabilidad y la respuesta a las presiones internacionales, por la otra. Rusia, que celebra elecciones parlamentarias el próximo 7 de diciembre, tiene tropas fuera de su territorio y en Georgia. Concretamente, tiene tres bases militares, una de ellas en Batumi, la capital de Adzharia, y una cuarta, la de Gudauta, en vías de desmantelamiento en Abjazia. Rusos son los soldados de las tropas de interposición de la Comunidad de Estados Independientes que vigilan la frontera entre Abjazia y Georgia. Este proceso está encauzados internacionalmente por la ONU, la OSCE y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En el Trandsniéster, donde el general Lébed evitó un baño de sangre en 1992, Rusia está llevando a cabo una retirada de efectivos militares que fue pactada en la cumbre de la OSCE en Estambul en 1999, pero que está durando más de lo previsto, ya que los militares rusos alegan dificultades técnicas.
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