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La cantera en que se detectó silicosis negocia prolongar sus actividades

El Ayuntamiento de Mondragón instó en mayo a la empresa a presentar un plan de desalojo

La cantera San Josepe Bi, sita en Mondragón, en la que el pasado año se detectaron tres casos de silicosis en otros tantos trabajadores, ha planteado al concejal de Urbanismo de dicha localidad guipuzcoana ampliar su plazo de explotación. La propuesta ha sido realizada de forma verbal tras el cambio de corporación después de las elecciones de mayo. El PNV gobierna ahora en Mondragón en coalición con IU y Aralar. El consistorio estaba antes en manos de Batasuna. La cantera, cuyo actual contrato de actividad concluye el 27 de abril próximo, emplea a 22 personas.

El primer caso de la enfermedad pulmonar, clásica de las explotaciones mineras, se detectó en mayo de 2002 en un ex empleado que trabajó sólo seis años en la explotación. El Instituto Nacional de Silicosis cifra en 20 años el plazo mínimo para contraer el mal. Tras ese caso se diagnosticaron otros dos en empleados con 13 y 19 años de antigüedad en la cantera. Los tres han sido reconocidos por el Instituto Nacional de la Seguridad Social como afectados por una enfermedad profesional.

La gerente de la cantera, Bienvenida Martínez, justifica la ampliación de la explotación en que aún no se ha llegado a las cotas establecidas en el acuerdo. La propiedad de los terrenos de la cantera es compartida por la Iglesia, el Ayuntamiento de Mondragón y de la propia empresa. La parte que se solicita explotar se ubica en los terrenos de la compañía. En cualquier caso, la empresa debe cesar completamente su explotación en poco más de un año por las obras de la Eibar-Vitoria, dos de cuyos túneles saldrán en Mondragón por el extremo sur de la cantera. Además, en los terrenos no afectados por esa autovía el plan urbanístico del municipio ha previsto un polígono industrial.

El 28 de mayo pasado, el Ayuntamiento instó por carta a la cantera a que presentase a la "mayor brevedad posible" el proyecto y calendario de desalojo y recuperación de la cantera. Desde junio de 2000, un decreto del Gobierno obliga a acometer planes de restauración, bajo la amenaza de cierre. El Departamento de Industria asegura que San Josepe Bi ha cumplido este requisito y depositado un aval del 80% del presupuesto de restauración.

El consistorio solicitaba el plan de urbanización de la zona, el proyecto de junta de compensación -dado que hay tres propietarios,- las fases de recuperación, el cese de la explotación y la fecha de la última voladura, el desalojo y el inicio de la urbanización y la construcción de los pabellones.

La carta no ha tenido respuesta. Martínez asegura que no se ha contestado porque están negociando la continuidad de la explotación y por tanto no tiene sentido hacerlo. "Nosotros no queremos cerrar, pero no queda más remedio", señala la gerente. La cantera cuenta con una planta de hormigón que se mantendrá en el futuro parque industrial. Esa instalación podrá mantener siete u ocho puestos de trabajo, pero el resto se deberán suprimir.

Fuentes municipales han confirmado que todavía no hay una petición formal y por escrito de la ampliación de la actividad. Reconocen las gestiones verbales realizadas, pero el consistorio está pendiente de una solicitud en las oficinas municipales para luego elaborar un informe técnico sobre la idoneidad o no de ampliar la explotación. "No podrá ser más de un año por los túneles que hay que hacer", precisan dichas fuentes.

La gerente de San Josepe Bi ha insistido en que se adoptaron todas las medidas de prevención tras detectarse los tres casos de silicosis. Hasta que se desveló el primero, dice que no había indicios de un alto riesgo.

El informe del Instituto Nacional de Silicosis, elaborado en noviembre de 2002, estableció que dos puestos de barrenista superan "considerablemente" el valor límite de exposición al polvo, situado en 2,5 miligramos por metro cúbico. En concreto, señalaba que llegaban al 4,7 y 5,6 miligramos por metro cúbico.

El estudio apreció nueve deficiencias en materia de prevención de riesgos laborales por polvo de sílice, como el hecho de que, de las dos perforadoras existentes, una carece de captador de polvo y la otra lo tiene averiado o las numerosas fugas de polvo en otras instalaciones.

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