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RACISMO EN EUROPA

Europa se reencuentra con el fantasma del antisemitismo

Los actos contra los judíos encabezaron las estadísticas de la violencia racista en 2002 en Francia

Sesenta años después de la Shoah, el antisemitismo se suma a los miedos que recorren Europa. Una reciente encuesta del Eurobarómetro señaló al Estado de Israel como el principal factor de inseguridad en el mundo, lo que provocó una situación incómoda apenas disimulada entre las autoridades comunitarias y un efecto todavía más brutal cuando se añadió, a las pocas semanas, el impacto del doble atentado contra dos sinagogas en Estambul.

En un intento de contrarrestar esta serie de mazazos, el presidente del Parlamento Europeo, Pat Cox, y los portavoces de los grupos de la Cámara visitaron el jueves la Sinagoga de la Paz, en Estrasburgo, donde subrayaron, "política y personalmente", el respeto a las víctimas del doble atentado y la solidaridad con la comunidad atacada. Lo dijo Cox junto a portavoces de las principales formaciones: Daniel Cohn-Bendit, por Los Verdes, Enrique Barón, del Grupo Socialista, y Elmar Brok, del Partido Popular Europeo.

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El clarinazo antisemita también ha resonado en el corazón de Europa. Un colegio de judíos ortodoxos fue pasto de las llamas al norte de París, en coincidencia con los atentados de Estambul. Ocurrió en sábado y esto contribuyó a que no hubiera víctimas, pero los 800 alumnos tienen desde entonces el miedo en el cuerpo. "Los granujas incendian hoy las escuelas, ¿qué harán mañana?", se pregunta Roger Cukierman, presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF).

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El reguero de incidentes antisemitas se alimenta también de graffiti, octavillas, intimidaciones, golpes y cócteles molotov. "Nadie limpia hoy un graffiti antisemita en una universidad francesa, cuando sí lo hacían hace tres años", asegura Jonathan Arfi, presidente de la Unión de Estudiantes Judíos de Francia (UEJF), que cuenta con unos 15.000 miembros. Grupos de música rap mezclan antisemitismo y racismo con injurias a la policía sin suscitar más reacción que la del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, autor de una querella contra el grupo Sniper por las letras de sus canciones.

En 2002, la Comisión Consultiva de Derechos Humanos dio cuenta de 313 actos de violencia contra personas y bienes en Francia, cifra que sólo refleja el número de denuncias presentadas. También fue el año en que los actos antisemitas (193) pasaron a la cabeza de la estadística, hasta entonces liderada por los ataques contra musulmanes y las injurias a la Francarabia, contracción peyorativa de Francia y Arabia usada a veces en la jerga de la extrema derecha.

La ofensiva había comenzado realmente en el otoño de 2000, con el lanzamiento de cócteles molotov contra sinagogas de la región parisiense, una panadería de Estrasburgo o una carnicería en Tolón. Los incidentes se terminaron en seco y no volvieron a repetirse hasta finales de 2001, tras los atentados de septiembre en Nueva York y Washington. La fase más aguda se registró en la primavera de 2002, en el momento de la ofensiva del Ejército israelí en Cisjordania y del recrudecimiento de los ataques suicidas en Israel. Incendios de dos sinagogas en Estrasburgo y Marsella; cócteles molotov contra una sinagoga en Montpellier y una asociación deportiva judía en Toulouse; lanzamientos repetidos de cócteles molotov contra otra sinagoga de la región de París y un incidente que pudo tener peores consecuencias, cuando un grupo de encapuchados atacó con porras y barras de hierro a 14 futbolistas de la asociación judía Maccabi, hiriendo de consideración a uno de ellos.

Los incidentes antisemitas han bajado casi a la mitad en lo que va de 2003, no sin registrarse la agresión a dos miembros de una asociación judía en París, el 22 de marzo, y la que se produjo el 8 de julio contra alumnos de la escuela judía Beth Loubavitch, golpeados con porras y barras de hierro. Hace poco más de un mes, el rabino Michel Serfaty fue aporreado cuando caminaba hacia la sinagoga de Ris-Orangis, al sur de París. El pasado día 15 no sólo se quemó un colegio: también se descubrieron cócteles molotov delante de la sinagoga de Evry, en la región parisiense.

Francia promulgó una ley en febrero que endurece las penas por actos contra personas de "una etnia, una nación, una raza o una religión determinada". Sin embargo, y salvo los casos en que se detiene a alguien en flagrante delito, el éxito en estos asuntos requiere de la colaboración ciudadana. Menos de la mitad de los franceses están dispuestos a prestarla cuando se trata de incidentes racistas, según otra encuesta. "La República no puede tolerar ningún acto antisemita", martilleó Jacques Chirac el lunes pasado. "Cuando se ataca a un judío en Francia, toda Francia se siente atacada", añadió, expresando tanto la alarma por lo sucedido como el temor a un futuro mucho peor.

El recuerdo de las persecuciones a los judíos emprendidas por el régimen de Vichy, por cuenta de la Gestapo alemana, dejó muy poco espacio al antisemitismo en Francia durante décadas. Una potente comunidad judía, estimada en unas 800.000 personas, ha coexistido con la minoría musulmana más grande de Europa (unos cinco millones). Todo empezó a cambiar a partir de la segunda Intifada, hace tres años, y ha empeorado a medida que se agravaban los conflictos de Oriente Próximo.

La polémica se ha extendido a los medios intelectuales a partir de un artículo del predicador musulmán Tariq Ramadán, estrella de las juventudes islamistas en las periferias de las grandes ciudades. Ramadán cuestionó a "intelectuales judíos", entre ellos André Gluksmann y Bernard Henri Lévy, por abandonar una visión universalista del mundo para defender al Estado de Israel. Acosado a preguntas por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ante los seis millones de espectadores que siguieron un debate televisado en directo, Ramadán aseguró formar parte de los que denuncian el antisemitismo.

En el curso de este programa, celebrado el jueves por la noche, Sarkozy argumentó que "no hay explicación alguna para el antisemitismo, ni islamista, ni de extrema derecha". Muy combativo a lo largo de 135 minutos de emisión en directo, el ministro del Interior dio una cifra de chicas que llevan el velo islámico en las escuelas francesas -1.256- y de los casos "difíciles" suscitados por ello, sólo una veintena, lo cual prueba, a su juicio, que no corre tanta prisa legislar contra el uso de signos religiosos en la escuela. "¿Permitimos a los chicos que vayan con un piercing en la nariz y nos vamos a asombrar de que lleven la medalla del bautismo?", preguntó. A juicio de Sarkozy, la integración de las minorías mejorará con preparativos como los que él está haciendo, entre los cuales figura el nombramiento de miembros de minorías étnicas para puestos de altos funcionarios de la República.

La policía vigila la sinagoga cercana a París que resultó parcialmente destruida por una bomba, el 11 de octubre.
La policía vigila la sinagoga cercana a París que resultó parcialmente destruida por una bomba, el 11 de octubre.AP

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