Una encuesta revela que una cuarta parte de los alemanes tiene prejuicios antijudíos
Preocupación en Berlín por el incremento de acciones antisemitas por grupos neonazis
Una reciente encuesta publicada en Alemania confirma la existencia de un "antisemitismo latente" en un país cuya historia del siglo XX concede especiales connotaciones a esa acusación. Casos recientes como el de un diputado del partido democristiano (CDU) que pronunció un discurso contra los judíos y un general que apoyó sus palabras, ambos fulminados de sus puestos, ponen de manifiesto también un "antisemitismo intelectual" en Alemania. Los actos de violencia contra intereses judíos han crecido de 18 a 28 entre 2001 y 2002, aunque el antisemitismo radical está muy controlado.
La cifra de judíos en Alemania es casi insignificante: 100.000 de una población de 82 millones. No obstante, su presencia en la vida pública en el país del Holocausto se hace notar de forma especial por el peso de la historia y parecen mucho más numerosos. En el sondeo del instituto demoscópico Forsa que publica la revista Stern, a la pregunta "En Alemania viven unos 82 millones de habitantes, ¿cuántos cree que son judíos", sólo un 11% responde que menos de 100.000. El 31% de los entrevistados cree que hay más de cinco millones de judíos y un 26% estima que entre uno y cinco millones. Esta y otras preguntas permiten concluir que un 23% de alemanes padece "antisemitismo latente".
No tan latente es el antisemitismo del ex diputado democristiano Martin Hohmann y sus seguidores en la región de Fulda, al este del Estado federado de Hesse, que se manifiestan indignados por la expulsión de su diputado por un discurso en el que calificó a los judíos de "pueblo culpable", el 3 de octubre cuando se conmemoraba la reunificación de Alemania. La democracia cristiana (CDU) excluyó de su grupo parlamentario y expulsará del partido a Hohmann, de 55 años. Hohmann es la expresión del antisemitismo intelectual.
Según Hohmann, y esa opinión la comparten muchos democristianos (CDU) que inundaron el correo electrónico del partido en defensa del diputado, ya es hora de dejar de culpar al pueblo alemán, y además los judíos son también un "pueblo culpable", autores de los crímenes de los bolcheviques y chequistas en la desaparecida Unión Soviética. El general de brigada Reinhard Günzel, jefe de las fuerzas especiales del Ejército alemán, se solidarizó con el discurso antisemita del diputado. El ministro de Defensa socialdemócrata, Peter Sturck, ordenó su destitución fulminante y lo pasó a la reserva.
En su distrito electoral Hohmann está considerado casi como un héroe. Lo mismo opina el semanario Junge Freiheit (Joven Libertad), órgano intelectual de la ultraderecha alemana, que llenó sus páginas de escritos de solidaridad con el diputado antisemita. A regañadientes, con 28 votos en contra y 16 abstenciones, 239 diputados de la CDU-CSU votaron, por primera vez en la historia del partido, la expulsión de uno de su grupo. Y nada menos que por sus ideas antisemitas. El escándalo estaba servido.
Con una historia que incluye el Holocausto y Auschwitz, el exterminio de seis millones de judíos durante la barbarie nazi, la más mínima expresión de antisemitismo en Alemania desencadena de inmediato todas las señales de alarma.
El antisemitismo radical, activista y peligroso se encuentra sometido en Alemania a un estrecho marcaje de la policía y los servicios de información. La Oficina Federal de Defensa de la Constitución, el organismo encargado del contraespionaje y antiterrorismo en el interior del país, registra en su último informe 28 actos de violencia antisemita a lo largo del año 2002, frente a 18 en 2001. En ninguno de estos casos se registraron víctimas mortales. La mayoría de los actos de antisemitismo en Alemania consisten casi siempre en violencia contra las cosas: pintadas y profanaciones de cementerios judíos. El secretario de Estado de Interior del Gobierno federal, Rudolf Körper, informó al Parlamento Federal (Bundestag) de que en el segundo trimestre de este año se cometieron 245 delitos antisemitas, entre ellos 43 de propaganda y ocho de violencia, siete de lesiones y otro de allanamiento de morada.
Mayor preocupación despertó a mediados de septiembre el descubrimiento de los planes de un grupo neonazi de atentar contra la inauguración de la sinagoga de Múnich, durante un acto al que asistieron el 9 de noviembre, aniversario de la noche de los cristales rotos en 1938, el presidente alemán Johannes Rau y el primer ministro de Baviera, Edmund Stoiber. La policía detuvo en Múnich al neonazi Martin Wiese, de 27 años, y otra media docena de camaradas, exponentes del antisemitismo activista e incluso terrorista, por planear esta acción. Estos grupos neonazis se organizan en las llamadas Camaraderías, de las que, según los servicios secretos, hay 162 esparcidas por toda Alemania.
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