Recuerdos de vacaciones
Más de 1.500 jóvenes que viajaron al extranjero gracias a un programa de la Junta evalúan su experiencia en Sevilla
A Manuel Chaves le presentaron ayer como Mister president of Andalucia en la sala Palenque de Sevilla. Allí se reúnen este fin de semana más de 1.500 jóvenes de las ocho provincias andaluzas para recordar los 15 días que pasaron este verano en Francia o el Reino Unido bajo el programa Idiomas y Juventud organizado por la Consejería de Educación y Ciencia y el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ). "Las mejores vacaciones de mi vida", dice sin dudarlo Mari Carmen, de Málaga, que pasó dos semanas en una residencia de la Universidad de Luton.
Quince días que para casi todos fueron la primera salida al extranjero, las primeras vacaciones sin padres y la primera oportunidad para poner en práctica el idioma que llevan años estudiando en el colegio y el instituto. El programa financiado por la Junta incluía tres horas diarias de clase de inglés o francés, aunque casi todos coinciden en que, como de verdad aprendieron, fue desenvolviéndose por la ciudad. "Tenías que apañártelas para comprar lo que fuera en una tienda o saber dónde estaba cualquier sitio. Al principio te cortas, pero al final lo tienes que hacer", dice Esther, que también llegó ayer a Sevilla en uno de los cinco autobuses que salieron de la provincia de Málaga.
Casi todos aseguran que lo mejor de la experiencia son los nuevos amigos. El destino de los jóvenes se adjudicó según su provincia de origen y aunque alguno reconoce que le hubiera gustado coincidir con chicos de otros lugares de Andalucía, advierten también de que así ha sido más fácil mantener la amistad al volver a casa. Mari Carmen, Esther y otras seis amigas de entre 17 y 19 años no se conocían hace cinco meses y ahora forman un grupo que queda "para todo".
Un grupo de chicos de Granada, que pasó dos semanas en Escocia, aprovechó también la experiencia para hacer amistades internacionales. Todos recuerdan con especial interés a las italianas con las que coincidieron en la residencia. "Las escocesas eran pocas, muy blancas y feas", apunta Jorge, de 17 años. "Había tiempo para divertirse, para aprender, para visitar museos, andar por la ciudad", asegura Rocío Charro, de Guillena (Sevilla), que pasó dos semanas en Londres. "Al final notas de verdad que has mejorado un montón en el idioma", dice otra compañera.
Lo que menos les gustó a casi todos fueron las comidas inglesas. "No saben comer, todo con mantequilla, malísimo", dice Raúl, quien asegura que llamó a su madre desde el aeropuerto antes de volar a España para que le tuviera preparada una tortilla de patatas.
Los horarios ingleses tampoco les gustaron a todos, aunque reconocen que no tardaron más de tres días en acostumbrarse. "Al cuarto día a las 12.00 yo ya estaba pidiendo la comida", dice Rafa Oropesa, de Sevilla. Tampoco les importaba salir de marcha a las siete de la tarde ni que los bares cerraran a las once de la noche. "Es lo que hace todo el mundo y te acostumbras", reconocen, aunque prefieren el horario español. "Nosotros salimos cuando los ingleses ya han vuelto a su casa, pero creo que lo nuestro es mejor porque el día es más largo, te da tiempo de hacer más cosas, estudiar, salir, dormir", asegura Alicia.
El programa de las jornadas da fe de cómo los jóvenes son expertos en estirar los días. Empiezan alrededor de las 10.00, incluyen reuniones para evaluar la experiencia, una conferencia sobre juventud europea, almuerzos colectivos, cena y, lo más esperado, una fiesta "sin alcohol" que, si se cumple lo previsto, empezaba ayer a las 22.00.
Las becas priman buenas notas y rentas bajas
La jornada que se celebra este fin de semana en Sevilla es la clausura del programa Idiomas y Juventud 2003, gracias al cual un centenar de jóvenes andaluces viajó este verano a escuelas de Francia y alrededor de 2.100 residió en colegios y universidades de distintos puntos del Reino Unido, desde Londres a Escocia o Gales.
El objetivo del reencuentro es que los alumnos evalúen el proyecto, puedan debatir lo que les gustó y no, recuerden lo que aprendieron y que todo sirva de referencia en la organización de las futuras ediciones de este programa, promovido por el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) y la Consejería de Educación y Ciencia.
Las becas otorgadas por la Junta cubrían en algunos casos todos los gastos y en otros las familias aportaron una mínima parte. Los cursos de inmersión lingüística que realizaron los jóvenes incluían el desplazamiento desde la capital de la provincia donde residiera el alumno hasta el aeropuerto, el billete de avión, el traslado hasta la residencia, la manutención y el alojamiento.
Además, el programa de la Junta subvencionó también un curso para perfeccionar el idioma, el material de enseñanza, excursiones culturales, un seguro de viaje y monitores permanentes. La selección de los participantes se realizó, según el IAJ, teniendo en cuenta la calificación global del curso escolar y un informe del profesor. En caso de empate, el criterio prioritario para la concesión de las ayudas era la menor renta familiar per capita del escolar y la mayor edad del participante.
Ayer, casi todos los alumnos tenían serias dudas de que les dejaran repetir la experiencia en veranos posteriores. "Yo voy a estudiar mucho y presentar otra vez los papeles. Si saco unas notazas a lo mejor me cogen", decía Verónica.
"Yo he oído de gente que ha ido dos veces", aseguraba. Su compañera no lo tiene tan claro. "Es muy difícil y también es verdad que hay que dejarle sitio a otros", reconocía.
El Instituto Andaluz de la Juventud no pone límite, aunque advierte de que se prima a los jóvenes que se han quedado fuera en convocatorias anteriores.
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