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El envejecimiento sólo incrementará el gasto sanitario un 0,7% anual

Un informe de la Fundación BBVA limita la carga económica de la creciente longevidad

Javier Sampedro

El envejecimiento de la población española es una de las grandes causas que suelen aducirse para justificar el aumento del gasto sanitario, incluido el disparatado incremento de la factura farmacéutica, que ya amenaza con devorar los presupuestos de salud. Pero la Fundación BBVA presentó ayer un estudio que cuestiona ese mito: el envejecimiento sólo está incrementando el gasto sanitario en un 0,7% anual, y así seguirá hasta 2040. El problema, según los autores, no es la atención estrictamente sanitaria, sino la sociosanitaria, que es urgente desgajar del sistema de salud.

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El estudio Gasto sanitario y envejecimiento de la población en España ha sido realizado para la Fundación BBVA por José Antonio Herce, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, y dos de sus investigadores, Namkee Ahn y Javier Alonso. Los autores señalan: "Frente al temor generalizado al aumento del gasto sanitario público debido a una población envejecida, el solo efecto del alargamiento de la duración de la vida, dentro de los parámetros actuales, no debería llevar al alarmismo respecto al crecimiento desmesurado del gasto sanitario".

Herce y su equipo aclaran inmediatamente que entienden por "gasto sanitario" el que ahora se deriva de la atención primaria, de los ingresos en los hospitales y del consumo de fármacos. Es decir, la atención sanitaria en sentido estricto. El estudio no ha tomado en consideración los cuidados no exactamente sanitarios requeridos por muchos mayores que no pueden valerse por sí mismos.

Y de ahí, según los propios autores, es de donde van a venir los mayores problemas de sostenibilidad. "Si el sistema de salud se mantiene al servicio de la curación de enfermedades, el mero envejecimiento de la población causará un incremento del gasto relativamente contenido, alrededor del 0,7% anual", explicó ayer Herce. "Pero el envejecimiento también hace aumentar las situaciones de dependencia, y esto va a generar unas nuevas necesidades no estrictamente sanitarias que es esencial evaluar y costear, porque requerirán unos recursos financieros muy diferentes".

Herce está convencido de que esos recursos no podrán salir del sistema público sanitario. También apuntó una de las posibles soluciones: "Las personas llegarán a la vejez cada vez con más patrimonio y menos hijos. Puede parecer razonable que ese patrimonio se ponga al servicio de sus propietarios, y no de los sobrinos de los propietarios".

Es decir, que antes de morirse con tres pisos en propiedad y sin ningún hijo al que dejárselos, convendrá examinar la posibilidad de venderlos y usar el dinero para costearse la propia dependencia no sanitaria. Una alternativa de efectos similares sería gravar mucho las herencias cuando no hay descendientes directos, y usar esos ingresos fiscales para costear la atención sociosanitaria de los mayores, y sobre todo de los más necesitados. En cualquier caso, los autores del estudio aseguran que España y los países de su entorno se enfrentan a una ineludible "transición sanitaria" debida al envejecimiento.

Las proyecciones del estudio se basan en un análisis exhaustivo de la distribución del gasto sanitario -atención primaria, hospitales y medicamentos- según la edad de los usuarios (véase gráfico), combinado con la previsible evolución futura de esas mismas franjas de edad.

Herce subraya que el incremento del 0,7% anual en el gasto sanitario computa exclusivamente el efecto del envejecimiento. Por supuesto, hay muchos otros factores que empujan el gasto al alza. Uno es que algunos servicios y productos sanitarios suben de precio por encima de la inflación (en el caso de los fármacos, tres veces por encima). Otro es que la sanidad cada vez requiere más tecnología cara. Los tratamientos de las mismas enfermedades van cambiando, a menudo en el sentido de aumentar los costes. Y algunas dolencias, como las alergias, cada vez afectan a más gente.

Hay otro factor difícil de cuantificar, pero que tendrá una gran importancia en la evolución del gasto en las próximas décadas. Así lo expresó otro de los autores del estudio, Namkee Ahn: "El estilo de vida va a ser mucho más importante que la tecnología". Siempre es muchísimo más caro tratar una enfermedad que evitar los hábitos que contribuyen a causarla. Por tanto, las iniciativas educativas que logren reducir el tabaquismo, el sedentarismo y la irracionalidad en la dieta supondrán drásticos ahorros sanitarios.

"El estudio es una proyección, no una predicción", dijo Herce, consciente de que el gasto sanitario dependerá enormemente de los impredecibles avances de las ciencias biomédicas. Los avances que se limiten a salvar vidas aumentarán el gasto. Los que además mejoren la calidad de esas vidas muy bien podrían reducirlo.

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