Dos ataques siembran el terror en Estambul
27 muertos en un doble atentado terrorista contra el Consulado británico y un banco londinense
Un doble atentado suicida sembró ayer de nuevo el terror en el centro de Estambul tras los ataques contra dos sinagogas del pasado sábado, que se cobraron 25 muertes y tres centenares de heridos. Al menos 27 personas murieron ayer y más de 450 resultaron heridas al estallar dos coches bomba ante el Consulado británico, situado en el centro histórico de la capital económica turca, y la sede del banco basado en Londres HSBC, en pleno distrito financiero. Entre las víctimas de la representación diplomática del Reino Unido figura el propio cónsul, Roger Short, que falleció aplastado bajo los escombros del edificio. Como ya hizo hace cinco días, el grupo integrista turco IBDA-C volvió a atribuirse los atentados en nombre de la red Al Qaeda.
Situado a apenas 800 metros del Consulado británico en el histórico distrito de Beyoglu -donde se alinean las antiguas embajadas ante el imperio otomano-, los cristales de la sede del Instituto Cervantes en Estambul estuvieron a punto de estallar ayer a las once de la mañana (las diez, hora peninsular española). "Los alumnos turcos prefirieron desalojar las clases ante el estruendo de la explosión", explicaba ayer por teléfono su director, Pablo Martín Asuero. "Las calles próximas están cortadas para dejar paso a los servicios de emergencia; nosotros reanudaremos las clases lo antes posible", añadió el responsable del Instituto Cervantes en Turquía.
La explosión registrada ante el banco HSBC se localizó en el área de torres de oficinas de Levent, en una zona próxima a la sede del Consulado español en Estambul. Un portavoz diplomático aseguró que no había ciudadanos españoles entre las víctimas. Sin haberse recuperado aún de la conmoción del sábado, las sirenas de las ambulancias y vehículos policiales que surcaban las calles de la parte europea de Estambul devolvían el eco de las escenas de pánico del terremoto de 1999.
El ministro de Justicia turco, Cemil Cicek, confirmó que los ataques se produjeron con furgonetas cargadas con explosivos conducidas por terroristas suicidas. Tanto el edificio consular como el del banco londinense resultaron parcialmente destruidos, con sus fachadas arrancadas de cuajo por la onda expansiva y cráteres de más de dos metros de profundidad en su alrededor.
La policía turca mantiene que en los atentados de ayer se utilizaron el mismo tipo de explosivos que en los ataques contra las dos sinagogas, según una fuente de los servicios de seguridad citada por la agencia de noticias Anatolia. Una furgoneta verde de una empresa de alimentación se empotró, según un testigo, contra el Consulado británico, donde al menos murieron 14 personas -entre empleados británicos y turcos-, incluidos el cónsul Roger Short, de 59 años, y su asistente personal, Lisa Hallworth, de 38 años, informó anoche un portavoz del Foreign Office en Londres. Un vehículo de color rojo desencadenó la explosión ante las oficinas, de una docena de pisos de altura, del banco HSBC, cuyo vestíbulo principal quedó arrasado por la deflagración.
Turquía, uno de los principales aliados estratégicos de Estados Unidos, ha sido visto como un "objetivo fácil" por los servicios de inteligencia occidentales, que ya habían alertado del peligro de ataques contra intereses británicos en el exterior.
Varios grupos terroristas islámicos han atacado en los últimos 15 años en Turquía bares, discotecas o iglesias cristianas, pero hasta ahora no habían golpeado sedes diplomáticas. Expertos turcos en la lucha antiterrorista consideran que IBDA-C no cuenta con capacidad operativa como para lanzar cuatro ataques sucesivos con coches cargados de explosivos. Las sospechas se centran ahora en el supuesto papel del grupo islamista de origen kurdo iraquí Ansar el Islam, que fue expulsado este año por las tropas norteamericanas de su feudo en las montañas de la frontera irano-iraquí.
Turquía cuenta con un 98% de población musulmana, pero su Constitución es oficialmente laica. El Ejército, como garante de la unidad del territorio y de la separación entre religión y Estado, ha protagonizado tres golpes de Estado en las cuatro últimas décadas. El separatismo kurdo había acaparado hasta ahora la lucha antiterrorista, en una guerra civil no declarada desencadenada por la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Su papel como puente entre el mundo musulmán (es miembro de la Conferencia Islámica) y Occidente, en tanto que socio fundador de la OTAN, aliado de Israel y aspirante al ingreso en la Unión Europea, le ha granjeado la enemistad de los grupos terroristas integristas.
Aunque desde hace un año gobierna un partido de orientación islamista en Ankara, la política del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, prima el acercamiento a Europa y la integración económica en el mundo occidental, a escala exterior, mientras incide en la defensa de valores religiosos en la educación y la indumentaria tradicional (velo islámico) en un plano doméstico.
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