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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Críticas políticas

Javier Solana acaba de recordar que nadie puede dictar a la Unión Europea con quién tiene o no que hablar en el desarrollo de su acción internacional. Esto que parece obvio no lo es tanto para Israel, el destinatario de ese comentario del representante de Política Exterior y de Seguridad Común de los Quince. El Gobierno de Sharon se empeña en que los Quince dejen de considerar a Arafat un interlocutor en sus esfuerzos por aportar algo de calma, sentido común y espíritu de diálogo a la sangrienta situación en Tierra Santa. La pretensión del Gobierno israelí es abusiva por querer limitar el margen de acción de la UE, y, además, revela una pérdida del sentido de la realidad. Como han demostrado los últimos meses, ni tan siquiera Washington puede impulsar la paz en el conflicto israelo-palestino sin contar con Arafat.

En la declaración que aprobaron ayer, los Quince tuvieron el acierto de distinguir las críticas políticas que les merece la actuación del Gobierno de Sharon del debate sobre el antisemitismo. Como dijo el lunes en Florencia Simón Peres, "también nosotros (los laboristas israelíes) criticamos el Gobierno de Sharon, pero no por esto somos antisemitas". A partir de hechos ciertos -un rebrote del antisemitismo en algunos ambientes europeos y una clara expresión en la acción criminal de Al Qaeda, ajena por completo a los pueblos, gobiernos e instituciones europeos-, Sharon ha querido infundir un sentimiento de culpa en los Quince. Su objetivo: acallar las críticas europeas y marginar aún más a sus gobiernos e instituciones comunitarias de la búsqueda de soluciones para el conflicto.

Pero tras serios debates internos, la UE ha expresado el consenso europeo. Su declaración condena con energía la construcción de un muro por parte del Gobierno israelí, subraya que los nuevos asentamientos en territorios palestinos agravan la situación y reprueba el inaceptable boicot israelí al enviado especial europeo, el belga Marc Otte, sucesor del español Miguel Ángel Moratinos. Es un mensaje claro que un grupo de países democráticos dirige a otro que tiene a gala ser la única democracia en Oriente Próximo. La declaración de los Quince no da por muerta la Hoja de Ruta, y eso es razonable. Pero tiene razón Kofi Annan al pedir "gestos audaces", dado que la política de "pequeños pasos" no está funcionando. Los Acuerdos de Ginebra, elaborados por ciudadanos privados de Israel y Palestina, y con soluciones detalladas a todos los problemas, son un gesto audaz, y por ello están recibiendo tan buena acogida en Europa.

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