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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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Europa ante el ITER: ¿España o Francia?

A finales de este mes la Unión Europea intentará de nuevo decidir entre las dos candidaturas europeas para albergar el Reactor Experimental Termonuclear Internacional (ITER), la francesa de Cadarache y la española de Vandellòs. No es un tema baladí para España, ni para la Unión Europea. El ITER es el mayor proyecto científico-tecnológico internacional después de la Estación Internacional del Espacio y todos los países con una actividad en I+D digna de mención participan en él.

Su objetivo es superar los obstáculos que aún impiden la construcción de centrales de fusión nuclear comerciales, para así disponer de una nueva fuente de energía sostenible, económicamente competitiva y poco contaminante. Su combustible son los dos isótopos pesados del hidrógeno: el deuterio, que se encuentra en una de cada 3.000 moléculas de agua, y el tritio, que se puede producir a partir del litio, que constituye un 60 por millón de la masa de la corteza terrestre. El Sol es la fuente de la energía que crea la vida y que nos permite vivir, y a muchos vivir bien, y el ITER quiere ser un pequeño sol puesto a disposición de los humanos (aunque el Sol funciona con el isótopo corriente del hidrógeno).

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Que el ITER venga a España es bastante más importante para los españoles que algunos de los temas que se discuten en las campañas electorales. Los objetivos del ITER son atractivos para nuestro empresariado y probablemente su ubicación en España daría un impulso importante a las actividades de I+D empresarial, contribuyendo así a amortizar esa deuda que la empresa tiene con los españoles, por no cumplir con su parte de creación de conocimiento y tecnología. El ITER significaría un aumento (directo e inducido) del esfuerzo de I+D de cerca de un 10%, es decir de 0,1% del PIB, más de lo que hemos aumentado en los últimos 10 años, los que nos pondría por primera vez por encima de ese -aún modestísimo- 1%. Pero las consecuencias son muchísimo más significativas que lo que indican estas cifras: España, por primera vez, estaría como miembro de pleno derecho en el club de la investigación mundial, en el que, aunque marginalmente, sólo estamos gracias a la batería de telescopios situados en Tenerife y La Palma. No olvidemos que con los niveles actuales de gasto en I+D quizás podamos aparentar en algún momento ser uno de los grandes, pero los pies son de barro.

Europa debe decidir entre España y Francia y el único criterio debe ser escoger aquel candidato que maximice las probabilidades de llevarse el gato al agua, es decir el ITER a Europa. Competir con Japón y Canadá (recientemente saltó la noticia, no confirmada, de la retirada de Canadá) no es fácil. Canadá tiene una factoría de tritio junto a la ubicación que ofrece para el ITER y Japón es un país con una extensa experiencia en tecnologías nucleares, al igual que Francia. Pero como, vaya donde vaya el reactor, Francia y Japón participarán, su experiencia será igual de útil en cualquier ubicación. Yo considero la factoría de tritio aneja a la ubicación canadiense un haber más importante, quizás atemperado por un interés del gobierno canadiense menos conspicuo que el de los gobiernos de los otros tres países. La candidatura española ha recibido, por otro lado, una buena nota en el informe King -encargado por la Comisión Europea para ayudarla a decidir- especialmente por sus menores costes.

España propone que la Unión presente las dos candidaturas y prácticamente todos los demás países prefieren que se presente una. Presentar dos candidaturas se puede interpretar como una señal bastante inequívoca de incapacidad de tomar decisiones por parte de la Unión Europea, por lo que cuesta creer que así podamos superar a nuestros competidores. Yo defendería una candidatura: la española, simplemente porque creo que tiene más posibilidades que la francesa de superar a la otras dos. Y las razones son diversas. Una, débil, de uso europeo: En investigación Francia ya tiene el CERN, la ESA, la ESRF, el ILL, la ESF, etc. y España no tiene nada. Razón que, por poco que se analice, se puede volver contra España ("ya ven ustedes el interés que tradicionalmente ha mostrado España por instalaciones o instituciones científicas").

Otra, más sólida, también sólo de uso europeo: lo que el ITER significaría como impulso de la actividad de I+D en España es muy superior a lo que significaría para Francia, país con muchísima más tradición investigadora. Además, el objetivo de alcanzar el 3% de gasto en I+D en Europa es inalcanzable sin un importante despegue de los países que están en la cola y en particular de España. Una tercera, ya de uso internacional, está basada precisamente en la mayor debilidad tecnológica de España: ¿dónde creen, por ejemplo los japoneses o los americanos, que tendrán más posibilidades de éxito en licitaciones en el marco del proyecto ITER, en España o en Francia? Y una última, pragmática: ¿cuál de las dos candidaturas europeas creen ustedes que tiene más posibilidades de ser apoyada por EE UU frente a las otras dos candidaturas?

Apostemos por España argumentando que es la mejor apuesta por Europa.

Rolf Tarrach es catedrático de Física.Universidad de Barcelona.

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