Gonzalo Anes y Luis Suárez resaltan el rigor de "profundo historiador" de Marañón
Cuando el académico de la Historia Luis Suárez Fernández tuvo entre sus manos el manuscrito inédito y mecanografiado sobre la expulsión de los judíos y los moriscos de Gregorio Marañón le vino a la cabeza otra obra del médico e historiador, Felipe II. "Leerlo era como entrar en Felipe II. Me sirvió de guía para el estudio de esa época", afirmó. Por ello, Suárez confía en que la edición del documento por Santillana, el próximo mes de febrero, ayude a los investigadores como a él le sirvió el de Felipe II.
El manuscrito sobre la expulsión de los moriscos españoles fue encontrado por el nieto de Marañón, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, en el despacho que el doctor tenía en su cigarral en Toledo.
Durante la primera jornada de la Semana Marañón, que comenzó ayer en Madrid y que se desarrollará hasta el próximo jueves, Suárez afirmó que el historiador buscó una explicación a la expulsión en fuentes escritas. "Investigó el informe donde se anunciaba que se estaba preparando una rebelión con un pirata argelino al frente. El poder turco pretendía arrebatar el centro esencial de su estructura en el Mediterráneo occidental atacando Orán y Melilla", señaló el académico, que acaba de editar en Ariel Los judíos, un repaso a la historia de este pueblo.
"Marañón hace observaciones de un profundo historiador. Ve en la expulsión un reflejo de la crisis en los negocios sucios de la princesa de Éboli y de Antonio Pérez", subrayó Suárez. A su juicio, algunos moriscos vieron la expulsión como una liberación porque "se les había prohibido salir del Reino y ahora se les proporcionaban medios para hacerlo", aunque, añadió, "algunos vieron en ello un atentado a su propia dignidad".
Sin efectos culturales
Para Suárez Fernández, la salida provocó un colapso en explotaciones agrícolas pero también el fin de derechos feudales en Valencia y Aragón. "No hubo efectos culturales porque, a diferencia de los judíos, su nivel educativo era pequeño", añadió.
Gonzalo Anes, director de la Academia de la Historia, piensa que el secreto profesional evitó que Marañón estudiara las historias de sus pacientes en profundidad y que se centrara en los personajes del pasado como el Conde Duque de Olivares o Felipe IV. "Recogía la bibliografía con una gran pulcritud, exponía con el orden debido y con valor literario", aseguró. Y agregó: "Estaba convencido de que las biografías se secan y se mueren de muerte natural, pero sus libros están vivos y despiertan el mismo interés".
La Semana Marañón continúa esta tarde, a las 19.00, en la Fundación Ramón Areces (Vitruvio, 5, Madrid). La clausura, el jueves, correrá a cargo de Luis Sánchez Granjel, que pronunciará una conferencia sobre el ejercicio médico de judíos y conversos en España.
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