Secuestrado un periodista portugués cerca de Basora
Siete resistentes iraquíes mueren durante un ataque con helicópteros estadounidenses
"Me han secuestrado. Es una situación muy confusa. No puedo hablar ahora", respondió Carlos Raleiras a través de su teléfono satélite a una llamada de la agencia portuguesa de noticias Lusa. Raleiras, reportero de la radio pública TSF, viajaba con otros cinco colegas portugueses en un convoy de tres todoterrenos cuando dos vehículos con cinco hombres armados les salieron al paso y empezaron a dispararles sólo siete minutos después de cruzar la frontera iraquí. Una periodista de la televisión privada SIC, Maria João Ruela, resultó herida en una pierna. En Bagdad, un portavoz de la Embajada de Portugal remitió al Ministerio de Exteriores de su país para cualquier información.
Un grupo no identificado ha pedido 50.000 dólares (unos 42.500 euros) para liberar al periodista secuestrado, informa Margarida Pinto desde Lisboa. El rescate fue pedido a un periodista árabe de la cadena de televisión Euronews, con sede en Lyón (Francia). Un amigo de Carlos Raleiras que trabaja en esta cadena europea le llamó al móvil y el periodista árabe pudo hablar directamente con los secuestradores, que no se identificaron, pero solicitaron la entrega del dinero a un hombre llamado Sadek al Asad, en un local no divulgado de Basora.
Los dos primeros coches del convoy de informadores lograron escapar y alcanzar Basora, su destino inicial. Sin embargo, el último todoterreno, en el que viajaban Raleiras y Ruela, trató de regresar a Kuwait, pero fue interceptado y los asaltantes retuvieron al primero. Anoche, soldados británicos, a quienes corresponde la seguridad de la zona, seguían buscándole. El día anterior tres periodistas portugueses fueron desvalijados en la carretera que va de Nasiriya a Basora. Los informadores esperaban cubrir el despliegue de 128 gendarmes de la Guardia Nacional que el miércoles llegaron a Irak. Su destino inicial era Nasiriya, pero Lisboa decidió enviarlos a Basora tras el atentado contra el cuartel de la policía italiana en aquella ciudad.
El atentado de Nasiriya, que se cobró la vida de al menos 27 personas, entre ellas 19 italianos, ha desatado todas las alarmas en el sur de Irak, hasta ahora una región bastante tranquila para las fuerzas de ocupación. Ayer, todos los empleados civiles de la sede en Basora de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) decidieron encerrarse durante 36 horas como medida de seguridad ante una información fiable, aunque sin confirmar, de que podrían ser objeto de un ataque. En estos momentos no hay ningún funcionario español destinado en la capital del sur iraquí, según fuentes de la CPA.
Mientras tanto, en Tikrit, una portavoz militar anunció el desbaratamiento de una operación de la insurgencia. Al parecer, una patrulla detectó los preparativos para un ataque contra un acuartelamiento situado a 30 kilómetros al norte de Tikrit. Un helicóptero acudió al lugar y bombardeó la zona. Resultaron muertos siete iraquíes y los soldados encontraron en el lugar 600 misiles y cohetes escondidos en búnkeres. Otra patrulla procedió a la detención de cuatro iraquíes sospechosos de haber participado en los recientes ataques contra helicópteros.
En Bagdad, la Operación Martillo de Hierro parece haber evitado que vuelvan a producirse ataques de mortero contra el recinto de la CPA. Sin embargo, la intensificación de la ofensiva antiinsurgente no ha acabado con las agresiones contra los soldados. En el barrio de Jadra, al noroeste de la capital, una trampa explosiva mató ayer a dos soldados e hirió a tres más. Los militares cerraron la carretera y pidieron por los altavoces ayuda para capturar a los responsables, una información por la que están dispuestos a pagar hasta 10.000 dólares, según las octavillas distribuidas en la zona.
Fuentes militares anunciaron también ayer la muerte el jueves de un civil norteamericano que trabajaba para el Ejército en Balad, a medio camino entre Bagdad y Tikrit. Otro civil que le acompañaba resultó herido. Numerosos contratistas privados, muchos de ellos ex militares, facilitan servicios tanto de transporte como de seguridad, reconstrucción de infraestructuras e incluso formación de policías. En Mosul, en el norte del país, tres soldados fueron heridos por una trampa explosiva que estalló al paso de su convoy. En esta ciudad, las fuerzas de la Coalición han detenido a 78 simpatizantes del antiguo régimen en los últimos tres días.
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