Las diferencias entre Bush y Lula auguran un fracaso de la cumbre de libre comercio
El líder brasileño se opone al plan liberalizador de EE UU ante la próxima ronda del ALCA
La penúltima ronda de conversaciones para crear en 2005 el mayor tratado de libre comercio del mundo, desde Alaska a Tierra del Fuego, arrancará la próxima semana en Miami (EE UU) bajo augurios de fracaso. Las 34 democracias del continente (menos Cuba) se sentarán a negociar sin un marco definido a causa de las diferencias entre los dos principales protagonistas, Estados Unidos y Brasil. El Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se debatirá en la conferencia ministerial de Miami, fue impulsado por Estados Unidos en 1994.
Los desacuerdos entre los dos países en aspectos puntuales de comercio son, en teoría, superables, y representantes de ambas partes así lo han declarado; lo que parece irreconciliable es el trasfondo político: dos visiones distantes sobre el modelo de desarrollo.
El ALCA se basa en un modelo neoliberal -disciplina presupuestaria, reformas fiscales, liberalización financiera y privatizaciones- que el continente ha ido adoptando paulatinamente y al que un sector encabezado por Brasil atribuye ahora las crisis económicas y la profundización de la pobreza.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, considera que suscribir las propuestas neoliberales sin ninguna enmienda equivaldría a "la anexión económica de Latinoamérica a Estados Unidos". Como contrapeso propone políticas de "desarrollo con equidad".
A pesar del antagonismo ideológico, tanto Brasil como Estados Unidos han expresado a última hora la voluntad de "salvar" la ronda ministerial del ALCA. En juego está la prosperidad del hemisferio y el futuro de 800 millones de personas. Lula, que hasta ahora había exigido al presidente George W. Bush que cortara los subsidios agrícolas, ha decidido aparcar la batalla por el momento siempre y cuando Washington acepte su propuesta de un ALCA de "varias velocidades", que permita a los signatarios decidir "su" momento para adoptar normas de protección de propiedad intelectual e inversiones (capítulos vitales para Estados Unidos). Así lo manifestaba el ministro de Asuntos Exteriores brasileño, Celso Amorim, en una conversación con periodistas, tras reunirse con el representante de Comercio estadounidense, Robert Zoellick.
"Sabemos las limitaciones que existen para eliminar los subsidios de agricultura. Nos las han dicho cien veces y finalmente las entendemos", subrayaba Amorim. El ministro no quiso ahondar más en lo que quería decir con "entendemos".
Presiones de Washington
El profesor de Economía de la Universidad de Harvard, Robert Lawrence, consultado por este diario, lo interpreta así: "Estados Unidos no puede negociar la reducción de los subsidios agrícolas en el marco de un pacto regional, porque de esa eliminación se beneficiarían todos nuestros competidores en el mundo, muy especialmente Europa. Ése es el meollo de la cuestión".
Por otra parte, fuentes de la delegación negociadora estadounidense afirman que Washington no va a ceder en el capítulo de las protecciones a la propiedad intelectual ni sobre la normativa de las inversiones. Entre otras razones, por las presiones de las empresas estadounidenses a la Casa Blanca. Brasil quiere que esa parcela se negocie en la Organización Mundial de Comercio (OMC), al igual que las ayudas agrícolas.
Las mismas fuentes señalan que, si como todo apunta, se produce un estancamiento al inicio de la ronda de Miami, Washington sacará su carta de reserva para presionar a Brasilia: un pacto con Colombia como primer paso hacia un acuerdo de comercio con el grupo de países andinos (exceptuando Venezuela). El pacto se podría anunciar a comienzos de la próxima semana.
Estados Unidos ha puesto en marcha varios pactos bilaterales en Suramérica y está a punto de zanjar otro con países del Caribe como parte de la estrategia a la que Zoellick denomina "liberalización competitiva".
Con esa táctica pretende Washington cubrir todos los flancos comerciales. El ALCA, tal y como está diseñado, es la prioridad del presidente Bush en el continente y "se firmará con o sin Brasil, o con o sin otros países", sostienen los funcionarios del Ministerio de Comercio estadounidense.
Lo que parece de momento inviable, según la delegación estadounidense y los expertos económicos, es un ALCA de varias velocidades. "La geometría variable, como la llamarían los europeos, es muy complicada, porque el plan es uniformar las normas comerciales en el hemisferio. En el momento en que se empiecen a hacer excepciones se pierde la propia razón de ser del ALCA", subraya el profesor Lawrence.
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