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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Emprendedores sin escrúpulos

Miguel Ángel Noceda

Aparece Los oligarcas en el mejor momento, en plena ebullición informativa de una de sus figuras más representativas, Mijaíl Jodorkovski. El californiano David E. Hoffman (Palo Alto) hace una precisa disección de la Rusia que nació tras la disolución de la Unión Soviética y de su transición hacia la economía de mercado apoyada en el proceso de la perestroika. Era un país descontrolado, en el que "la vieja guardia" luchaba por mantener sus privilegios y en el que la corrupción estaba en todos los rincones de la Administración. Un ambiente muy propicio para el dinero fácil y un caldo de cultivo ideal para que florecieran una serie de jóvenes emprendedores sin escrúpulos, criados en las juventudes comunistas de la Komsomol en su mayor parte y que vieron la oportunidad de saltar al capitalismo con audacia dando paso a una verdadera oligarquía en aquella sociedad en pleno cambio.

LOS OLIGARCAS. PODER Y DINERO EN LA NUEVA RUSIA

David E. Hoffman

Mondadori. Barcelona, 2003

621 páginas. 23,90 euros

El autor escoge a los cuatro oligarcas más sobresalientes: Anatoli Chubáis, Borís Berezovski, Vladímir Gusinski y el citado Mijaíl Jodorkovski. Todos son personajes conocidos en la Rusia actual y se han hecho mundialmente famosos por sus intervenciones en distintos campos de la nueva economía de mercado de Rusia. Pero, sobre todo, porque estos cuatro hombres fueron fundamentales en los cambios que se han producido en Rusia en los últimos años, "la transformación de un país inmenso, paralizado por un socialismo fracasado, en una economía capitalista de libre mercado". La historia que cuenta Hoffman va desde 1985, en las reformas emprendidas por la perestroika y la glásnost de Gorbachov, hasta el periodo inmediatamente anterior a la renuncia de Borís Yeltsin, el último día de 1999. Fueron, esos cuatro magnates, los que se convirtieron en "los artífices del nuevo orden". Y así los define Hoffman: "Amasaron y perdieron fortunas, se apoderaron de la flor y nata de la industria rusa, mandaron ejércitos privados, ejercieron su influencia en las elecciones y dirigieron el país y su ciudadela financiera, Moscú. Compraron los medios de comunicación rusos, especialmente la televisión, y se hicieron con el control no sólo de las fábricas, sino también del propio Estado, incluyendo los presupuestos, las fuerzas de orden público y los dirigentes del Kremlin. En su arrogante dominación del naciente capitalismo ruso, actuaron con sigilo, con engaño y, en ocasiones, con implacable violencia".

Se convirtieron en directores de orquesta en la sombra. Aprendieron todo lo que se les había ocultado sobre el capitalismo y dieron rienda suelta a sus ambiciones. Medraron gracias a operaciones que abrían muchas incógnitas, pero que se amparaban en el terreno de inseguridad jurídica en el que se realizaban. El caso es que ahí estaban construyendo sus imperios mientras despreciaban el viejo sistema. Todos gobernaron, sostiene el libro, caprichosamente en la época de Yeltsin. Recientemente, uno de ellos, Jodorkovski, dueño y señor de la petrolera Yukos, ha caído en desgracia. Justo cuando sale el libro, está en prisión y ha perdido la presidencia de la empresa que llegó a controlar después de destacarse como un eficaz asesor externo. El autor hace un retrato que refleja una ambición no exenta de compañerismo. Nunca desdeñó a nuevos socios. Fracasó en su primer trabajo al poner una cafetería en la sede de la Komsomol, pero después triunfó en toda regla al descubrir la fórmula de convertir el dinero no efectivo (Beznalíchnyie) en auténtico efectivo, algo que no se podía hacer, pero que Jodorkovski sorteó hábilmente logrando permiso. Llegó incluso a cambiar dinero no oficial, es decir, no tangible en divisas fuertes, con lo que él y sus colaboradores se enriquecieron enormemente.

Parecida suerta siguieron Borís Berezovski y Vladímir Gusinski. El primero se hizo magnate de los medios de comunicación (controlaba la primera cadena de televisión, teóricamente estatal) y de la industria del petróleo formando parte de la "corte de los milagros" que influyó decisivamente sobre las decisiones de Yeltsin. Cometió el error de enfrentarse a Putin y terminó en el exilio. El mismo destino que corrió Gusinski, también propietario de un imperio periodístico con la principal cadena de televisión privada (NTV) que Putin deshizo mientras se lanzaba una orden de busca y captura internacional. Fue detenido en España y posteriormente liberado por el juez Garzón. De Anatoli Chubáis, "un pelirrojo larguirucho" que fue viceprimer ministro y que preside el monopolio eléctrico, dice que fue el principal impulsor de las políticas de privatizaciones salvajes de Yeltsin.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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