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LA POSGUERRA DE IRAK

La Casa Blanca decide acelerar la transferencia del poder a los iraquíes

Bush quiere un Gobierno en Bagdad antes del verano para anunciar el fin de la ocupación

Paul Bremer, administrador civil de EE UU en Irak, ha vuelto a Bagdad después de su viaje relámpago a Washington con la misión de intensificar el traspaso de poderes al Consejo Provisional de Gobierno. La esperanza de la Casa Blanca es que la mayor autoridad del Consejo facilite que los iraquíes asuman cada vez más responsabilidades. El objetivo del presidente George W. Bush es acortar los tiempos para despejar su propio calendario electoral. El Pentágono aseguró ayer que las fuerzas norteamericanas se enfrentan en Irak a sólo "5.000 leales a Sadam Husein y combatientes extranjeros".

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Bush se limitó ayer a enunciar el cambio estratégico que se ha preparado en las dos últimas semanas: "Queremos que los iraquíes se involucren más en el Gobierno de su país. Bremer y el Consejo van a trabajar en un plan que estimule a los iraquíes a asumir más responsabilidades". ¿Cómo se concreta el propósito de acelerar la formación de un órgano creíble y con autoridad que contribuya a mejorar la estabilidad y la reconstrucción de Irak? Según The Washington Post, que cita fuentes de la Administración, Bremer va a poner sobre la mesa del Consejo iraquí dos posibilidades: "Una opción plantea la convocatoria de elecciones para elegir un nuevo Consejo que redacte la Constitución democrática y, quizá, que seleccione a un nuevo grupo dirigente. La otra propone que se cree primero un Gobierno provisional reconstruido que gobierne mientras se redacta la Constitución y que convoque elecciones que desemboquen en un Gobierno permanente".

En todo caso, hay prisa. "Sopesamos varias ideas y queremos acelerar el ritmo de la reforma y nuestro trabajo a la hora de establecer las bases legales del nuevo Gobierno iraquí", según el secretario de Estado, Colin Powell. La urgencia impone, según el Post, que haya un Gobierno iraquí relativamente soberano antes del verano, que permita, contando con que la seguridad mejore, el comienzo de la retirada y un eventual anuncio del fin de la ocupación a tiempo de la campaña electoral del próximo otoño. El problema es que la realidad se empeñe en ir por otro lado.

El trabajo de Bremer es complicado, porque en el Consejo chocan las preferencias de los representantes de la mayoría chií, mejor organizados para ganar unas elecciones, con las de otros grupos. La suerte del propio Consejo es incierta: no está claro que vaya a sobrevivir al proceso de su reconstrucción que impulsa ahora EE UU, que les responsabiliza a ellos de la situación en lugar -por ahora- de apuntar al equipo que más se ha equivocado en Irak: el vicepresidente Cheney y los civiles del Pentágono, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.

Informe de la CIA

Y la seguridad no va a mejorar a corto o medio plazo, si se hace caso del demoledor informe de la CIA en el que se pronostica un empeoramiento de la situación y se reconoce que los grupos armados iraquíes tienen mejor organización y más armas y medios de lo que se pensaba.

El cambio en la estrategia estadounidense se produce en un marco difícil que afecta a los civiles iraquíes, a las tropas de EE UU y de los países como España, Italia o Polonia, que colaboran con la Coalición. La Casa Blanca, que hasta hace poco subestimó la posibilidad de encontrar resistencia, lo paga ahora con la ausencia de un plan claro y con la carencia de información que le permitiría contrarrestar los ataques y neutralizar a los grupos armados.

El general John Abizaid, responsable del Mando Central de EE UU, reconoció ayer la urgencia y explicó, desde su cuartel general en Tampa, Florida, que las tropas se enfrentan a "no más de 5.000 leales a Sadam Husein y combatientes extranjeros". "Parecen pocos, pero tienen morteros, granadas, explosivos y armas, tienen medios y están organizados. Son muy peligrosos. Es la mayor amenaza contra la estabilidad del país y es importante neutralizarles y descubrir y destruir sus células". Abizaid, que admitió uno de los grandes déficit de sus tropas -"claramente, necesitamos mejor información"-, entiende bien el desafío: "El objetivo del enemigo no es derrotarnos militarmente, porque no puede, sino romper la determinación de EE UU para que nos vayamos, y no lo logrará".

A diferencia de lo que el general Swannack, el hombre que dirige el combate en el triángulo suní, asegura sobre el cuidadoso planeamiento de la situación actual por parte de Sadam, Abizaid discrepó de su subordinado -y amigo-, y dijo: "Sadam es uno de los líderes militares más incompetentes de la historia. En absoluto planeó la actual situación. Los que combaten tienen medios, pero, sobre todo, tienen la desesperación de saber que su suerte personal está ligada a que no haya estabilidad".

George W. Bush (derecha) y su hermano Jeb, en un acto para recaudar fondos, ayer en Florida.
George W. Bush (derecha) y su hermano Jeb, en un acto para recaudar fondos, ayer en Florida.REUTERS

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