Maragall pide a los votantes de CiU que pierdan el "miedo" y apoyen el cambio para Cataluña
El líder socialista ofrece garantizar por ley complementos para pensionistas y viudas
"El lunes el sol saldrá, las oficinas bancarias abrirán, los niños irán a la escuela". El candidato socialista, Pasqual Maragall, recurrió ayer a la ironía para denunciar en Tortosa que CiU infunde "miedo" en el electorado ante la posibilidad de que los socialistas lleguen al Gobierno. El dirigente del PSC se dirigió ayer "con los brazos abiertos" a los electores que han sido fieles a Jordi Pujol, les invitó a sumarse al proceso de cambio en marcha y emplazó especialmente a la gente mayor a no temer una victoria del PSC: prometió garantizar por ley complementos para pensionistas y viudas.
Maragall, que visitó ayer las comarcas del Ebro junto al presidente de la Diputación General de Aragón, el también socialista Marcelino Iglesias, mostró su contrariedad porque, a su juicio, CiU infunde "miedo" a los votantes ante la que considera inminente victoria electoral de los socialistas. "Dicen que con los socialistas se perderá todo, las pensiones, las escuelas, todo", aseveró el candidato del PSC, quien dijo que estas apelaciones le retrotraen a "tiempos antiguos" en que se decía que la izquierda repartía entre los niños caramelos envenenados.
"Estad tranquilos, no tengáis miedo", repitió Maragall a un grupo de simpatizantes socialistas en Móra la Nova, aunque parecía dirigirse en realidad a los electores de CiU. A éstos, que no estaban presentes en la sala, les invitó a sumarse al proyecto de cambio que abandera prometiendo que serán recibidos "con los brazos abiertos", porque dejó claro que cuenta también con ellos para "empezar a construir la segunda etapa de la Cataluña autónoma", "la gran Cataluña con la que siempre se había soñado".
La tesis del dirigente socialista es que los electores pujolistas se han quedado sin referentes porque los líderes de CiU "han perdido el Norte, el seny, la moderación" ante el alud de "soflamas" contra los socialistas. "Su gente está viendo que ellos [los dirigentes de CiU] ya no son sus dirigentes", añadió.
Maragall descartó tajantemente un acuerdo poselectoral con CiU, pero aspira a seducir a una parte de su electorado, como mínimo a aquel más vinculado a Jordi Pujol. A este electorado, catalanista y defensor de la estabilidad, le dio ayer garantías muy específicas de que el cambio será "profundo", pero también "tranquilo" y que supondrá más un nuevo impulso catalanista que una rectificación. "Dejemos la vía de la rutina y dibujemos un sueño", dijo a modo de invitación.
Esta insistencia en la tranquilidad se dirigió muy específicamente a los jubilados y a las viudas, a quienes garantizó un complemento a sus respectivas pensiones. Pero no arbitrario, coincidiendo con los años electorales como los que otorga CiU, sino por ley, subrayó. "El coste de la vida [en Cataluña] es más alto cada año, no sólo cada cuatro años", afirmó en tono jocoso el candidato del PSC, quien hizo una elíptica referencia al presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, cuando recordó que el debate sobre estos complementos "ha creado patinazos".
Tanto en Móra d'Ebre como en Tortosa, Pasqual Maragall reiteró su oposición al trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y contó con el entusiasta apoyo de Marcelino Iglesias. Éste se mostró convencido de que una victoria electoral de su correligionario catalán dificultaría que este plan, a su juicio concebido "por motivos electoralistas", se lleve a cabo.
Maragall añadió que el Partido Popular precisaba un proyecto para "pasar a la historia" y que se le ocurrió emular el regeneracionismo de Joaquín Costa del siglo XIX sin darse cuenta de que "ha llovido mucho".
El dirigente socialista subrayó que él está en contra del trasvase del Ebro -que no del PHN en su totalidad- y reiteró que uno de sus primeros gestos si es elegido presidente de la Generalitat de Cataluña será entrevistarse con los presidentes de la Comunidad Valenciana y la de Murcia para tratar de convencerlos de la imposibilidad de trasvasar agua del Ebro y de la necesidad, en cambio, de avanzar hacia una "nueva cultura del agua" basada en el ahorro.
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