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LA POSGUERRA DE IRAK

Sadam ofreció un pacto a EE UU para evitar la guerra en el último momento

El presidente iraquí estaba dispuesto a dar acceso libre a su país a militares y expertos en armas

Un hombre de negocios americano-libanés, Imad Hage, sirvió de intermediario entre el Gobierno iraquí y el Pentágono y la CIA un mes antes de la guerra para hacer llegar a Estados Unidos el mensaje de que, aparentemente, Irak estaba dispuesto a dar libre acceso a militares y expertos estadounidenses para que comprobaran que no había armas de destrucción masiva. La Casa Blanca y el Pentágono confirmaron ayer los datos, pero dijeron que hubo muchos canales más fiables y muchas oportunidades previas que Sadam Husein no quiso utilizar para evitar la guerra.

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Según la información, adelantada por la cadena de televisión ABC y por The New York Times, las gestiones en las que actuó como intermediario Imad Hage se presentaban, por parte iraquí, como si tuvieran el aval de Sadam Husein, y no se limitaban al libre acceso de agentes estadounidenses para buscar armas, sino que incluían más elementos, entre ellos la entrega a EE UU de uno de los autores del atentado de 1993 contra las Torres Gemelas, Abdul Rahman Yasin, refugiado en Irak y por cuya captura se ofrecían 25 millones de dólares, y el compromiso de que el régimen iraquí celebraría elecciones en un plazo de dos años. Imad Hage, cristiano maronita nacido en Beirut en 1956, salió de Líbano en 1976 y vivió en EE UU los siguientes veinte años. A finales de los noventa, volvió a Líbano. Sus relaciones en Oriente Próximo le hicieron conectar, vía un alto miembro del espionaje sirio, con miembros del Gobierno de Irak. Gracias a sus contactos estadounidenses, Hage consiguió hacer llegar al Pentágono el mensaje de que Bagdad se había tomado en serio la progresiva acumulación de tropas y quería negociar.

El Pentágono valoró el contacto y autorizó a Richard Perle, entonces asesor -y amigo personal y político- de los responsables de Defensa, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz, a hablar con el empresario.

Hage declaró a la cadena ABC que, antes de entrevistarse con Perle en marzo, en Londres, había visto a dos representantes del régimen iraquí: Hasan al Obeidi, jefe de operaciones exteriores del espionaje de Sadam Husein, y Tahir Jalil Habbush, responsable de los servicios de información de Irak.

Tras varias entrevistas, tenía cosas concretas que ofrecer, según sus propias palabras: que los propios norteamericanos comprobaran que el desarme era real y que se hicieran cargo, para juzgarle, del dirigente de Al Qaeda que estaba en Bagdad.

The New York Times viajó a Beirut para hablar con Hage, y pone esta afirmación en boca del hombre de negocios: "Los iraquíes por fin se lo habían tomado en serio y querían hablar. Y ofrecieron cosas que que nunca habrían ofrecido si no hubiera habido la concentración militar que estaba en curso". La primera entrevista de Hage con Hasan al Obeidi, según el libanés, fue accidentada: nada más entrar en su despacho de Beirut, el iraquí se desplomó y hubo que llamar a un médico. "Parecía desesperado, como si temiera por su propia seguridad, aunque trataba de ocultarlo. Tenía la pinta de estar bajo una enorme presión", cuenta Hage. Una vez recuperado, pudo transmitir su encargo: "Dijo que si el problema era el petróleo, se negociarían concesiones para EE UU; que si el problema era el proceso de paz en Oriente Próximo, también se podría negociar, y que si el problema eran las armas de destrucción masiva, los norteamericanos podían enviar a 2.000 agentes del FBI o lo que quisieran para que miraran donde quisieran".

Unos días después, Hage volvió a citarse con Al Obeidi, que parecía aún más angustiado. Y una semana más tarde, en una tercera cita, Al Obeidi se presentó con un hombre en uniforme militar, Tahir Jalil Habbush, director de los Servicios de Inteligencia de Irak y número 16 en la lista de los iraquíes más buscados por EE UU. De esta entrevista surgió la oferta de entregar a Abdul Rahman Yasin, el terrorista que formó parte de un atentado contra las Torres Gemelas, a la CIA. Cuando Hage preguntó a Yasin por qué no le contaban todo esto directamente a EE UU, el iraquí le dijo: "Ya estamos en contacto con gente".

El rotativo de Nueva York, que cuenta con documentos sobre estos encuentros, afirma que Hage contactó con un amigo suyo, Michael Maloof, otro norteaamericano-libanés que trabajaba en el Pentágono, para contarle todo esto. En un correo electrónico de tres folios, enviado el 19 de febrero -un mes antes de que empezara la guerra- remitido a Maloof resumió el contenido de sus entrevistas y lo que los iraquíes aseguraban estar dispuestos a negociar.

El mensaje llegó a Richard Perle, que después de consultar con sus superiores, se entrevistó con Imad Hage a primeros de marzo en Londres. Tras hablar con él durante dos horas, cuenta Perle al diario, esta fue su reacción: "Tenía muchas dudas de que esto pudiera funcionar, pero me comprometí a hablar de ello en Washington". Hage le pidió también que recibiera a un representante de Irak, y Perle lo consultó con la CIA: "Me respondieron que no estaban interesados; me dio la impresión de que ya habían tenido ese contacto". En todo caso, Perle declara que él contempló el asunto con escepticismo: "Había muchas vías de comunicación. Había muchos Gobiernos implicados en aquella fase final; los rusos, los franceses, los saudíes". Hage envió otro mensaje a Maloof para intentar una nueva en Beirut entre los iraquíes y algún representante de EE UU, y aseguró que esta entrevista tenía las bendiciones del propio Sadam. Pero la entrevista jamás se celebró.

El portavoz de la Casa Blanca dijo ayer que EE UU "agotó todas las vías y oportunidades posibles para resolver pacíficamente esto con Irak. Sadam Husein tuvo muchas oportunidades de cumplir". Scott McClellan no aclaró si el presidente George W. Bush estuvo al tanto de las gestiones protagonizadas por el empresario libanés.

Por su parte, Lawrence di Ritta, portavoz del Pentágono, confirmó las líneas generales de la información, pero restó importancia a las gestiones, en la misma línea que la Casa Blanca, y puso en cuestión la fiabilidad de Imad Hage: "Irak y Sadam tuvieron muchas oportunidades, a través de fuentes de alta credibilidad y durante un periodo de tiempo de varios años, de haber actuado para evitar la guerra, y tenían los medios para usar canales creíbles en este sentido. Nadie tenía necesidad de utilizar canales cuestionables para enviar mensajes".

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