El PP se dispersa

La decisión del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, de aumentar en un 26% la recaudación fiscal para hacer frente a los cuantiosos programas de infraestructuras y obras públicas previstos para los próximos cuatro años ha alterado las aguas del PP. Los vicepresidentes Rato y Arenas criticaron la inoportunidad de una práctica que desmiente el mensaje de la bajada de impuestos, uno de los ejes de su oferta electoral para marzo. El candidato popular y secretario general, Mariano Rajoy, emplazado por el alcalde a pronunciarse, lo hizo ayer a su estilo: tras entrevistarse con Ruiz-Gallardón dijo que la subida de impuestos de Madrid es compatible con la bajada propugnada por el PP, y remitió al propio alcalde para que lo explicase.

El incidente, que recuerda la llamada de Felipe González a Joaquín Leguina cuando éste quiso introducir un recargo fiscal en la Comunidad de Madrid, suscita varias cuestiones de interés: la primera, que la política presupuestaria de Ruiz-Gallardón se alinea con las tesis de quienes sostienen que es una mala idea defender equilibrios presupuestarios a cualquier precio cuando existen graves déficit en infraestructuras y otros servicios. La segunda, que la contradicción es en parte consecuencia de una falsificación: los gobiernos de Aznar han rebajado los tipos marginales del IRPF, pero a cambio han subido casi todos los demás tributos. En su último informe, la OCDE constata que entre 1995 y 2002 la presión fiscal pasó del 32,8% del PIB al 35,6%. Mal pueden debatirse las ventajas e inconvenientes de las distintas políticas fiscales cuando la que se defiende desde el Gobierno es una declaración sin efectos prácticos, basada en "discutir los datos", una práctica que critica el propio presidente del Gobierno, aunque la utiliza con harta frecuencia.

Pero la iniciativa del alcalde viene a recordar también que sigue pendiente la reforma de la financiación local, cenicienta del gasto público: ha aumentado considerablemente la parte atribuida a las autonomías (según el ministro de Hacienda, absorben ya el 40%), pero los municipios siguen anclados en torno al 15%. Algo muy distante del modelo considerado óptimo. A ese retraso tratan de responder los ayuntamientos con vías alternativas de financiación, empezando por las procedentes de la recalificación de terrenos, una de las causas esenciales del aumento del precio de la vivienda.

La coincidencia de este encontronazo con el desencuentro entre Arenas y Mayor Oreja a cuenta de unas desafortunadas declaraciones del segundo sobre Cataluña y el País Vasco suscita una última cuestión: ¿tendrán razón los que afirman que la paulatina retirada del capitán, para dejar espacio a su lugarteniente, está provocando cierta dispersión de la marinería? Hasta hace poco habría sido insólito ese cruce de desplantes (Ruiz-Gallardón dijo que se iría si no le respaldaba Rajoy), rectificaciones y emplazamientos destemplados que comienzan a ser frecuentes.