"Ecuador puede estallar como lo hizo Bolivia"

Con una numerosa población indígena, alta inestabilidad y fuertes tensiones latentes, Ecuador podría sufrir un estallido similar al ocurrido en Bolivia. "Las tensiones en Ecuador no se han resuelto con el cambio de Gobierno y mañana podría pasar lo mismo que en Bolivia", afirma Cornelio Marchán, economista, ex ministro de Planificación Económica y Social a finales de los ochenta y actualmente un destacado dirigente social, presidente de la Fundación Esquel, una organización que desde 1990 ha realizado casi 400 proyectos en Ecuador. "En los últimos meses ha disminuido mucho el gasto social y se ha deteriorado la educación pública, mientras que la exclusión y la desigualdad se han acentuado", subraya el ex ministro.

El aumento de las demandas sin resolver de la población indígena es otro elemento que agrega tensión a la situación política en Ecuador. "Compartimos con Bolivia la presencia de una población indígena que se ha convertido en un actor político, que ya no es sólo parte del paisaje social", señala Marchán. El partido indígena Pachakutik, que apoyó la asunción del presidente, Lucio Gutiérrez, en enero de este año y aportó tres ministros a su Gabinete, rompió la alianza el pasado agosto por sus diferencias en temas económicos y sociales. "El nuevo Gobierno no se diferencia de los anteriores en su política económica de derecha, sin dimensión social", dice, "medidas que han provocado la emigración de cientos de miles de ecuatorianos".

En los últimos años han salido de Ecuador más de dos millones de personas, un 15% de la población del país. Unos 500.000 se encuentran en España, según Marchán. "La desintegración de las familias en Ecuador ha sido terrible", afirma, "y ha significado la salida de talentos y trabajadores cualificados: hoy es difícil conseguir buenos carpinteros o electricistas en algunas partes del país".

Marchán reconoce que la llegada de ecuatorianos a España ha disminuido en los últimos meses, "no porque la situación en Ecuador sea mejor, sino por las limitaciones impuestas en los países de acogida". "España debería considerar a la inmigración como un desarrollo compartido, del que se beneficia con el impacto en el índice de natalidad", afirma, "y los inmigrantes también pagan impuestos".

La otra cara de la emigración es su contribución a la economía ecuatoriana, con unos 1.500 millones de dólares en remesas, que representan el segundo ingreso del país tras el petróleo. "El problema es que los emigrantes con sus remesas sirven para sostener el mismo modelo económico que provocó su expulsión", afirma.

Marchán desarrolla ahora, a través de su organización, un programa para favorecer el retorno y la reunificación de las familias en Ecuador. "Estamos conversando con ONG y con instituciones españolas para favorecer proyectos que permitan el regreso de los emigrantes", se entusiasma. El programa, que se pondrá en práctica el año que viene, apunta a conectar a los pequeños productores locales con los consumidores internacionales, evitando intermediarios. "Hay muchos ejemplos exitosos de comunidades que con ayuda han logrado exportar, obtener beneficios y permitir el regreso de emigrantes".