Una cajera en Bagdad
Hansam trabaja en un banco de Bagdad 10 horas al día por 120 dólares al mes
Hansan al Jadum tiene 27 años. Trabaja de cajera en una sucursal del banco Rachid frente a la fortificada Embajada de Alemania en Bagdad. La entrada de su oficina está protegida por alambre de espino y varios policías iraquíes armados con Kaláshnikov. Está prohibido aparcar en las inmediaciones por temor a los co-ches bomba. Los agentes registran a cada cliente y confiscan todo lo que estiman peligroso, como los teléfonos-satélite. Hansan pasa estos días 10 horas embutida en una cajita con frontal de cristal donde cambia los viejos dinares con el rostro de Sadam Husein impreso por las nuevas monedas. Hay un furor entre los clientes que recuerda el día de la entrada en vigor del euro.
Esta mujer chií usa el hayab sobre la cabeza, se maquilla el rostro y pinta los labios de forma discreta. Cada mañana llega en autobús y al terminar la jornada, a las seis de la tarde, regresa a casa en un taxi que paga junto a unas compañeras. Les cuesta 2.500 dinares (algo más de 1 euro), casi un sueldo mensual de una de ellas antes de la caída de Bagdad. Hansan se excusa: "Es por inseguridad", pero cuando salía a las dos, antes de la introducción de la nueva moneda oficial, también viajaba en un taxi compartido. Se ríe cubriéndose los ojos con las manos. Ahora gana 120 dólares. Vive junto a su madre y siete hermanos. El padre murió de enfermedad hace años. Entrega 100 dólares y conserva 20 para ella.
A Hansan le gustan la ropa y los perfumes. Sólo lee libros religiosos y algunos periódicos. No habla de política. Desea casarse y tener hijos. Casi todos los cajeros de Irak son mujeres. En el trabajo lidia a diario con decenas de machos gruñones súbitamente pacificados. No hay otro remedio si desean su dinero o cambiar los viejos billetes por otros nuevos. Cuando uno de ellos consigue la hazaña y se aleja del mostrador, tras haber esperado durante horas, sonríe y se los muestra a una cola que los aprueban entre comentarios públicos contra Sadam. Es el momento de dejar claro a todos que jamás colaboró con el régimen depuesto. Debe de ser la libertad.
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