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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tocar fondos

La Unión Europea va a transformarse profundamente con una ampliación al Este que no supone sólo un salto cuantitativo (de 15 a 25, y pronto 27 miembros), sino también cualitativo, pues nunca las diferencias de renta habrán sido tan grandes en la UE: los nuevos se sitúan en un 43% de ingresos por habitante respecto a la media comunitaria. Del crecimiento de esta otra Europa depende que este proyecto histórico cuaje con éxito. La política de cohesión ha sido un éxito en los casos de España, Irlanda, Portugal y Grecia. Tiene que seguir siéndolo con la nueva ampliación.

No puede sorprender que, ante este horizonte, el caudal neto de fondos que España viene recibiendo de las arcas comunitarias, superior al 1% del PIB español, se reduzca a partir de las próximas perspectivas financieras en 2007. La cuestión es que no lo haga de forma súbita o perturbadora. Cobra pleno sentido la propuesta del comisario de Política Regional, Michel Barnier, de mantener ciertas ayudas para regiones como Asturias, Murcia o Castilla y León, que por mero "efecto estadístico" -es decir, por la incorporación de zonas más pobres del Este- van a subir en el ranking de riqueza de la UE. De otra forma, sería injusto que vieran cómo de pronto se les cierra el grifo de los fondos.

La Comisión, como institución colegiada, debe aclarar cuál es su posición. Barnier acaba de presentar esta propuesta sensata, pero hace bien poco el presidente Prodi propuso cambiar todo el capítulo de gastos comunitarios con la creación de un Fondo de Crecimiento y la transformación de la Política Agrícola Común en un apoyo a la conservación del medio ambiente. Como ejercicio intelectual, el de Prodi puede resultar útil. Como ejercicio político, está destinado al fracaso, pues supone una imposible ruptura radical en vez de un necesario cambio gradual.

El debate sobre las próximas perspectivas financieras será muy duro, entre otras razones, porque, a insistencia de España, el Tratado de Niza estableció que la decisión final debe adoptarse por unanimidad, lo que no sólo da un poder de veto a Madrid, sino también a Varsovia o a cualquier otro. Ha de abordarse con un espíritu constructivo y europeo, de modo que ninguna región ni país se quede atrás, la ampliación no genere traumas en los actuales miembros y se creen bienes públicos que beneficien al conjunto de la UE.

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