Decenas de inmigrantes mueren a bordo de un barco a la deriva al sur de Sicilia
Todos los 'sin papeles' son somalíes que habían zarpado de Libia hace tres semanas
Un barco pesquero de la isla de Lampedusa halló el domingo una barcaza a la deriva en alta mar, a 54 millas de Sicilia. A bordo de la nave había 13 cadáveres y 14 personas en estado semicomatoso. Todas procedían de Somalia y habían embarcado en Libia. Uno de los supervivientes logró explicar que muchos otros, 57 según las primeras estimaciones de la policía italiana, habían fallecido durante un terrible viaje de tres semanas y habían sido arrojados al mar. "Ésta es una inmensa tragedia", dijo el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, "que pesa sobre la conciencia de Europa".
La isla de Lampedusa había asistido recientemente a otros desastres. El viernes pasado naufragó frente a sus costas una barca de somalíes cuando una patrullera se acercaba. Fueron rescatados 25 supervivientes y el cadáver de una mujer; entre quienes llegaron con vida a Lampedusa figuraba una mujer que, durante la travesía, había arrojado al mar los cuerpos de dos de sus hijos, muertos de frío. Otro pequeño, según distintos testimonios, había fallecido también y había sido lanzado al agua.
La continua corriente de inmigrantes africanos hacia el sur de Italia está plagada de tragedias. La peor entre las conocidas se registró el día de Navidad de 1996, cuando el naufragio de un buque cargado de africanos, fletado por un traficante de humanos, acabó con 283 vidas. El capítulo del domingo añadió un nuevo horror a la lista.
Stefano Valtre, de 34 años, patrón del pesquero Santa Anna, dijo haber contemplado, al aproximarse a una barcaza que a distancia parecía vacía, "una escena de infierno dantesco". En declaraciones a la agencia Ansa explicó que muertos y vivos se amontonaban sobre la cubierta y que algunos brazos se tendían hacia el cielo. Nadie podía hablar y sólo se oían gemidos. Valtre y sus tripulantes, incapaces de abordar la nave, lanzaron a bordo trozos de pan y botellas de agua, pero ninguno de los náufragos vivos tenía ni siquiera fuerzas para comer o beber.
Una patrullera militar avisada por el pesquero trasladó a Lampedusa a los 14 supervivientes, esqueléticos y enfermos, y a los 11 cadáveres. De entre los vivos, cuatro (tres hombres y una mujer) se encontraban anoche en coma. Fueron enviados con urgencia a un hospital de Palermo, la capital de Sicilia, donde se intentaba rehidratarles. En opinión de los médicos, habían pasado 20 días, o poco menos, sin comer prácticamente nada.
"Salimos el 3 de octubre de la costa libia, junto a la frontera con Túnez", explicó uno de los hombres supervivientes. "Éramos unos cien (85, según otro de los somalíes), perdimos la ruta y en tres días se terminaron los víveres y el combustible". En ese momento comenzó una travesía atroz. En opinión de la policía siciliana, la barcaza, de unos 12 metros, tenía capacidad para alojar a un centenar de inmigrantes. Según la explicación de quienes resistieron a más de dos semanas de hambre y frío, los primeros en fallecer fueron los niños. "Eran siete pequeños, ninguno se salvó", dijo uno de los interrogados por la policía. Al principio, los muertos eran arrojados por la borda. En la última semana, sin embargo, los cadáveres quedaban sobre cubierta. "Nos colocábamos debajo de los muertos para protegernos del frío y del agua; de todas formas, nadie tenía ya fuerzas para levantarlos y lanzarlos al mar", indicó el mismo superviviente.
"Ésta es una inmensa tragedia que pesa sobre la conciencia de Europa", declaró el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu. El presidente de la Cámara de Diputados, Pier Ferdinando Casini, que se desplazó a Sicilia, indicó que además de las 13 personas cuyos cadáveres fueron hallados a bordo podrían haber perdido la vida otras 57. "Es una catástrofe de amplias dimensiones", dijo.
El flujo de somalíes hacia Italia, país al que se sienten más o menos ligados desde la aventura colonial italiana del pasado siglo, que incluyó a Somalia, se ha intensificado en los últimos años por las condiciones de violencia civil generalizada que sufre este país del este de África. Los inmigrantes atraviesan Sudán y alcanzan la costa de Libia, a pie en muchos casos, para embarcar en embarcaciones frágiles cuyo patrón suele carecer de experiencia en la navegación marina.
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