Despertares
No es que haya ocurrido repentinamente, pero, en dos semanas, varios procesos han surgido a la luz que muestran diversos cambios de rumbo y de afirmación de diversas potencias. Acumulados, indican que el juego, las reglas, e incluso el tablero sigue cambiando. ¿El resultado? Está por ver.
En primer lugar, está la aprobación por unanimidad de la resolución 1.511 del Consejo de Seguridad sobre Irak. No constituye aún un regreso de EE UU a la ONU, ni un aval a la guerra o la invasión. Pero Irak ya no es sólo un problema de origen de una guerra, sino ahora de una salida que interesa a todos sea lo mejor posible. La 1.511 ha sido un éxito de Bush, y, sobre todo, un triunfo de la línea de Powell sobre la de Rumsfeld. Constituye un marco para el futuro, aunque insuficiente, un impulso hacia la iraquización para salir del meollo, y un reconocimiento de que Estados Unidos no puede ya solo con la situación. Necesita ayuda, y con esta unanimidad, es ahora deudor político, que no militar, de Alemania, Francia y Rusia. La 1.511 no fija condiciones para la salida de EE UU de Irak, sino para el fin del mandato de la fuerza multinacional. ¿Y después? Si Estados Unidos ha invadido Irak ha sido principalmente para quedarse y poder proyectar fuerza e influencia en toda la zona, e incluso para ese espejismo que supone imponer por la fuerza la democracia en esta zona.
En el Consejo Europeo de Bruselas se ha manifestado el entendimiento franco-alemán, cuando por vez primera en tal foro, Chirac habló como portavoz de Schröder. No cabe minimizar este paso que refleja que, ante las dudas de los demás, París y Berlín están dispuestos a crear una especie de unidad común, una política exterior conjunta. Probablemente no baste e incluso preocupe a otros en una Unión Europea (UE) de 25, pero puede ser el germen de algo nuevo dentro de la UE. Blair, por su parte, ya no está en contra y se ha sumado, aunque sea para moderarlo, al proyecto de una política europea autónoma de defensa. Washington se lo ha tomado a mal y, empezando por Londres, ha lanzado un ataque diplomático preventivo, temeroso de que se debilite una OTAN que Rumsfeld quiere transformar en una "caja de herramientas" para EE UU, y usarla como le venga en gana. En Bruselas, el Consejo Europeo ha preferido dejar esta cuestión en un segundo plano. Ya habrá tiempo en las negociaciones en curso sobre la Constitución Europea.
Por otra parte, a juzgar por los propósitos de su primer ministro demoislámico Erdogan, en la V edición del Foro Formentor organizado por Repsol YPF, Turquía parece ahora plenamente decidida a jugar un papel regional, no ya de gozne sino de potencia, en toda la zona: en "el Mediterráneo, los Balcanes, el Cáucaso, Asia Central y Oriente Próximo". ¿Quién da más? Va a mandar tropas a Irak no sólo para complacer a EE UU sino para pesar en el futuro del vecino y asegurarse de que "ningún grupo individual" (léase los kurdos) se haga de forma autónoma con el petróleo iraquí.
Japón también se dispone a enviar tropas a Irak. Es otro cambio, pues hasta ahora, siguiendo una política militar de "autodefensa" (aunque con gastos elevados) y un pacifismo oficial, Japón había preferido seguir la diplomacia del cheque, o del yen: pagaba, pero no enviaba soldados. Su debilidad económica (aunque se esté recuperando) y las nuevas realidades geopolíticas le están obligando a cambiar, lo cual varía la ecuación geoestratégica en la región y más allá. Mientras, China ha demostrado con su primer vuelo tripulado que se está convirtiendo en una potencia espacial.
El ex ministro francés de Asuntos Exteriores Hubert Védrine afirmó en Formentor -reunión que calificó de "profesionales en escuchar"- que Irak no ha cambiado tantas cosas. Más como señalara el diputado israelí Abraham Burg, uno de los artífices del plan de paz de Ginebra, "la guerra de Irak queda ya atrás, pero, a la vez, también delante". No es nada seguro que se haya tocado fondo. Pero algunos empiezan a despertar.
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