"El rock no marca la moda, pero llega al corazón de la gente"

Hollywood, los grupos musicales y el deporte son los tres elementos que, a juicio de Tommy Hilfiger, marcan las tendencias del siglo XXI. "La moda también se ha globalizado. Los chicos de Estados Unidos, Europa o Japón lucen atuendos parecidos. Creo que lo que manda ahora es la comodidad, aunque también parece que hay cierta tendencia hacia la calidad". Este diseñador norteamericano, pionero en uniformar a los jóvenes de los barrios negros fascinados por el hip-hop y diseñador de la ropa de algunas de las giras de los Stones, cree que "el rock and roll supuso una revolución, pero no para la moda, sino para el corazón de la gente".
Hilfiger, uno de los grandes de la moda norteamericana, luce pantalón de pana marrón, jersey azul marino de pico y camisa azul. Acaba de aterrizar en Madrid procedente de Londres y está rebosante. En la capital británica participó en la fiesta organizada por el príncipe Carlos, a la que asistieron todos los primeros espadas de la moda, desde Alexander McQueen a Tom Ford o Giorgio Armani.
Cuando era niño, Hilfiger y sus amigos tenían gustos musicales muy definidos, pero a las chicas sólo parecía gustarles la ropa.Como diseñador se propuso unir ambas cosas. La filosofía de su empresa pasa por refundir el estilo puramente americano con lo moderno. Su visión de lo clásico se basa en una reinterpretación de los atuendos que "lucían los cowboys y los que popularizaron en los años sesenta actores como Marlon Brando, Paul Newman o James Dean". Además de vaqueros en todas las versiones posibles, camisetas con logos y sudaderas, Hilfiger pretende un cambio de registro potenciando "una línea más elegante y lujosa".
Personajes tan diferentes como el músico Lenny Kravitz, Denzel Washington, Bill Clinton, David Bowie o Keith Richards visten con ropa que lleva su firma. "A todos les une la pasión por las prendas deportivas, pero además cuento con una ventaja añadida y es que en Estados Unidos la gente viste de formas muy diferentes".
Hilfiger reconoce que uno de sus mayores quebraderos de cabeza lo constituye la venta de ropa pirata que lleva su firma. "Me da rabia la gente que no distingue entre lo original y lo falso. Sin embargo, tengo que admitir que en el fondo me siento un poco halagado de que me copien. Si no ocurriera pensaría que estoy haciendo algo mal". No parece, sin embargo, nada preocupado por la competencia legítima. Conoce perfectamente las tiendas de Zara, le encanta la propuesta y entiende que estén arrasando por donde pasan.
Una de las pocas cosas que parecen alterar la tranquilidad de este creador que simboliza tan bien el espíritu americano -hijo de una familia humilde con nueve hijos, se inició en la moda con 150 dólares y una veintena de pantalones, y el emblema de su firma son los colores de la bandera de su país- es la política exterior de su país. "Me siento tremendamente decepcionado con lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Irak. No han encontrado las armas de destrucción masiva, no han detenido a Sadam y el país parece sumergido en un terrible caos. Espero que la gente no crea que todos los norteamericanos somos iguales". Como padre de cuatro hijos, Hilfiger considera que las escuelas públicas norteamericanas deberían ser más exigentes con la ropa que llevan sus alumnos. No pensaba lo mismo cuando, siendo un adolescente, fue expulsado de clase, en la localidad neoyorquina de Elmira, por lucir una camiseta blanca cuando las reglas del centro lo prohibían.
Acaba de inaugurar tiendas con su firma en Madrid y Barcelona y prepara la apertura de una tercera en Marbella, pero su idea sobre la manera de vestir de los españoles se acerca a los gustos de "la gente de California o de Miami, gente sensual que les gusta mezclar estilos y que está influida por un tiempo climático especial".

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