La patria de los cielos
Carmen Balcells, su gran amiga, dijo ayer en la radio -¡que Carmen hable en la radio, eso sólo lo consigue Manolo!- que Manuel Vázquez Montalbán era mucho más que un redactor: era una redacción. Alguien le había dicho antes, cuando ella había acudido a ver a Anna Sellés y a Daniel Vázquez, su viuda, su hijo, que el gran periodista y poeta y novelista y cronista y viajero y gastrónomo y forofo y sobre todo Manuel Vázquez Montalbán había cumplido tantas cosas en la vida que para igualarle cualquiera hubiera tenido que vivir al menos 120 años.
Es terrible comprobar cómo las metáforas que se concentran cuando se produce la muerte interpretan como una caja negra lo que ha sido una vida: ha muerto mientras viajaba, trabajando, dictando, buscando nuevos territorios, regresando de un largo viaje para contemplar, supongo, el partido que todos los años era el partido de su vida: el Barça-Depor, su pasión cultural y su pasión telúrica, la madre y el padre, el presente y el pasado de su identidad, Cataluña y Galicia pugnando en los orígenes de su corazón. Su corazón. Y, además, en Bangkok. Los pájaros de Bangkok, la novela en la que su Carvalho gallego emprende su viaje exótico, termina así: "Los labios de Archit trataron de decir algo antes de entregarse a la rigidez de la muerte. Carvalho quedó convencido de que habían tratado de repetir el nombre de los pájaros y, con ellos, de la gran patria de los cielos".
El nombre de los pájaros. La patria de los cielos. Esto es lo que quiso decir MVM durante la trepidación incesante de su vida: pasión por vivir, prisa por cumplir con el compromiso de vivir para los otros; sus pájaros siempre volaron como metáforas certeras, nacidas de la curiosidad por saber, y de la poesía. ¿La patria? Estaba en su corazón o en el mundo, era viaje hasta su silencio.
Hablaba yéndose, pero con qué capacidad de concentración, de poesía. De situar en medio de los cielos la patria inmensa de los pájaros.
Babelia
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