"Interpreto las películas que a mí me gusta ver en el cine"
"Mantener una vida familiar y ver a mis hijos es mucho mejor que hacer cine"
"Quise ir a la escuela de arte dramático por el deseo de ser un actor shakespeariano"
Pregunta. El filme habla de los valores éticos de nuestra sociedad, término poco escuchado en Hollywood.
Respuesta. Al igual que mi personaje, soy humano y más de una vez me he alejado de mis pautas morales. Supongo que, como la mayoría de nosotros, no llegaré a santo, pero eso es también lo que me gusta de esta historia, que no es heroica.
P. ¿Qué piensa de la ética de Hollywood? ¿Se puede hablar de tal cosa en esta industria?
R. El término de industria del espectáculo es el que mejor define a Hollywood. Ante todo es un negocio. Todo es marketing. Lo importante es llegar a las masas. Pero también se trata de un arte, o al menos eso es lo que espero cuando no se trata de uno de estos asaltos a los sentidos que llaman película.
P. El otro mote que tiene como actor es el de "Kevin Declina".
R. Es una descripción desafortunada porque, de hecho, mi nombre completo es Kevin D. Kline, lo que aviva aún más esta leyenda. ¿Qué si soy selectivo? Por supuesto, todos los actores lo somos. Unos por dinero, otros por el lugar de rodaje, que esté cerca de casa, que sea exótico, quién está en el reparto, el director. Mi criterio es el del mejor guión. Si me parece estimulante, si me hace pensar. En resumen, me guío por mis gustos. Interpreto esas películas que me gusta ir a ver en el cine.
P. ¿Se ha olvidado de las comedias?
R. Si son entretenidas, contienen elementos de buen humor o historias jugosas sobre algo, por supuesto que me interesan. Cualquiera de las farsas que escribe John Cleese mantiene un fuerte componente humano. Son inteligentes y cuentan con mi apoyo. De otro modo, creo que ya he tenido mi cuota de humor rastrero.
P. Para alguien que comenzó como actor con musicales como Pirates of Penzance, con el que ganó un Tony en Broadway, le ha llevado toda una carrera volver a interpretar un musical en la gran pantalla como el que ahora rueda sobre la vida de Cole Porter.
R. La verdad es que lo que me llevó a la escuela de arte dramático fue el deseo de ser un actor shakespeariano. Ni se me pasó por la cabeza que debutaría con un musical, y supongo que por eso me pareció divertido cuando me ofrecieron Pirates of Penzance, aunque nunca pensé que luego me tiraría dos años de mi vida haciendo el mismo papel. Quizá por eso no quiero comprometerme más con Broadway, porque se trata de dedicarle al menos un año de mi vida a cualquier obra, con ocho funciones a la semana y sin ver nunca a mis hijos porque para cuando vuelva a casa ya estarán dormidos. Mantener una vida familiar es mucho mejor que el cine.
P. Parece mentira que diga esto alguien que siempre ha mirado el cine como un arte menor comparado con el teatro.
R. Durante muchos años fui un actor al que sólo le interesaba su trabajo. La idea de sentar la cabeza, casarme, tener hijos, no entraba en mi mente pero una vez dado el salto, una vez que he vivido y he establecido mi carrera, me he podido dar cuenta de que antes no tenía una vida, tenía un trabajo, una profesión o una vocación. Pero ahora tengo una vida mucho más rica, con mi familia y mis hijos.
P. ¿Alguna vez ha pensado en retirarse como hizo su esposa, la actriz Phoebe Cates?
R. Ésa fue su decisión cuando tuvimos nuestro primer hijo y yo no tuve nada que ver con ello. Es más, yo la he animado en muchas ocasiones a regresar al cine ahora que nuestros hijos (Owen, de 12 años, y Greta, de 9) son más mayores. Pero ella nunca lo ha echado de menos. Se comprometió a ser madre y así es como mejor se siente. Yo lo más que he podido esperar han sido dos años, por muy difícil que sea encontrar en el cine material que remotamente se parezca a Chéjov y Shakespeare.
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