_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mascarada en la ONU

El 24 de julio de 2003, en plena canícula y a propuesta de Cuba, Reporteros sin Fronteras (RsF) veía suspendido por un año su estatuto consultivo cerca de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas. El 15 de agosto, la presidenta de la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos pedía sanciones adicionales para nuestra organización. El 15 de septiembre se nos anunciaba la prohibición de participar en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información... Y nos preguntamos, con Segismundo: ¿ Qué delito cometimos para merecer tal cascada de medidas represivas? Varios.

La suspensión fue decidida por el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU, como castigo por haber lanzado militantes de RsF octavillas denunciando como mascarada deshonrosa la atribución de la presidencia de la 59 sesión de la Comisión de Derechos Humanos, celebrada en Ginebra del 17 de marzo al 27 de abril, a la señora Nayat Al-Hayayi, la representante del régimen dictatorial del coronel Gaddafi.

¡La ONU optaba por dar razón a dos regímenes tan respetuosos con las libertades públicas como Cuba y Libia, frente a una de las pocas organizaciones defensoras de la libertad de prensa que poseen estatuto consultivo ante la CDH!

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Libia había sido elegida el 20 de enero por 33 votos, especialmente africanos e islámicos nada respetuosos con las libertades, pese a haber denunciado Amnistía Internacional la inexistencia de partidos en Libia y sí de cientos de presos políticos en ese país, donde se amputan miembros por robo y se aplican malos tratos y torturas, además de no haber firmado prácticamente protocolo humanitario alguno.

Veintisiete de los miembros de la CDH votarían a favor de la suspensión de RsF, entre ellos nueve cuyos dirigentes vienen figurando ignominiosamente, junto al coronel "Guía de la Revolución" libia (hoy "terrorista arrepentido" y visitado por el jefe del Gobierno español), en nuestra lista anual de Depredadores de la Libertad de Prensa: China, Congo, Cuba, Irán, Malasia, Nepal, Rusia, Arabia Saudi y Zimbabue. En el Comité de la ONU para las ONG que había recomendado la suspensión ya figuraban China, Costa de Marfil, Irán, Pakistán, Rusia, Sudán, Turquía y Zimbabue, todos enemigos de las libertades más elementales, amén de la propia Cuba. Este país, como se sabe, defiende la libertad de prensa hasta el punto de haber condenado a penas durísimas a 26 periodistas independientes, irrespetuosos con las leyes cubanas que prohíben el ejercicio de la libertad de prensa. Y esas condenas, así como tres fusilamientos, coincidían con la celebración de la CDH, que hizo al respecto una resolución anodina pidiendo a Cuba autorizase... ¡la visita de un emisario de la ONU!

Hay que agradecer que contra la suspensión votasen, en la CDH, 23 países, entre ellos los de la UE, varios del este europeo y suramericanos, EE UU; y en el Comité, Alemania, Chile, EE UU, Colombia, India y Senegal.

Esa suspensión, indigna e indignante, votada por muchos Estados que no han firmado ni respetan los tratados y convenciones que deben hacer aplicar en la CDH, se producía pese a haberse pronunciado en contra el malogrado alto comisario de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Sergio Vieira de Mello (muerto lamentablemente en el atentado de agosto contra la ONU en Bagdad): "Me opongo a que se adopte esa medida contra Reporteros sin Fronteras... Estoy manifiestamente a favor de la libertad de expresión, que es uno de los derechos fundamentales".

Ya Vieira de Mello había constatado que "la Comisión va mal" y se preguntaba, poco después de su toma de posesión: "¿Qué ha sido de su papel de protección y promoción de los derechos humanos?", suplido por su "instrumentalización con fines políticos". Su predecesora, Mary Robinson, había denunciado "las presiones y carencias del sistema"; y el ex secretario general de la ONU Butros Butros-Gali lamentaba que se aplicase en la CDH una política de "dos pesos, dos medidas". El mismo Kofi Annan advirtió a los presentes, al clausurar la sesión: "Esto tiene que cambiar".

A su vez, Amnistía Internacional (AI) advertía que "la Comisión ha minado gravemente su propia credibilidad", mientras Human Rights Watchs (HRW) señalaba que el "club de los dictadores" había "reforzado aún más su posición en la Comisión", y la Federación Internacional de Derechos Humanos denunciaba "el mercadeo político" que la caracteriza.

La solidaridad entre países totalitarios o autoritarios, africanos y musulmanes (éstos, casi un cuarto de la CDH, "a menudo con los niveles de libertad más bajos del mundo", especialmente para mujeres y homosexuales, según el propio Programa de la ONU para el Desarrollo), con apoyos de conveniencia de algunas democracias occidentales, permite que rija en la CDH la cláusula de no acción. Ésta dice que "cualquier moción destinada a que la Comisión no se pronuncie sobre una propuesta tiene prioridad sobre esa propuesta". Esta moción de desorden groucho-marxiana ha permitido que China se libre de condena alguna desde la matanza de Tiannanmen en 1989. Según HRW, la Comisión exime por ésta y otras triquiñuelas "a algunos de los peores violadores de los derechos humanos, que se protegen mutuamente". Así, una propuesta de resolución sobre los derechos de los homosexuales, juzgada "políticamente incorrecta" y "en abierta confrontación con el Islam y sus leyes", fue pospuesta ad calendas grecas. Así, desde 2001, la subcomisión de expertos sólo puede emitir vagas recomendaciones genéricas, sin pronunciarse sobre países específicos.

Hay que atreverse a decirlo: la CDH está siendo minada por el obstruccionismo sistemático de los países totalitarios o autoritarios, africanos y asiáticos, que la han vaciado de contenido, agrupándose en torno al núcleo duro de los denominados "like-minded" por tener una similar concepción liberticida, restrictiva de los derechos humanos: Argelia, China, Cuba, Libia, Pakistán, Rusia, Siria, Sudán, Zimbabue, Vietnam...

Son estos países los que, cual salteadores de caminos de libertad, presididos por Ali Baba y convertidos en areópago urbi et orbe, los que han expulsado (¿provisionalmente?) de la ONU, convertida en su cueva de Sésamo particular, a RsF, uno de los más atentos observadores de los atracos que cometen cuando se quitan las máscaras democráticas y pelucas enlodadas.

Y, no contentos con ello, movilizan también contra nosotros a la subcomisión de expertos, cuya presidenta, la marroquí Hualima Uarzazi, pidió que se nos castigase más duramente, acusándonos de "prevaricación" por seguir "calumniando" al sistema onusiano de derechos humanos. ¡La presidenta libia se veía así respaldada por la representante de un país, Marruecos, que tiene encarcelado por tres años al periodista, corresponsal de RsF, Alí Lmrabet por "desacato al Rey"!

Finalmente (¿de momento?), en un tercer acto de esta farsa, Pierre Gagné, director ejecutivo de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, que se celebrará en Ginebra en diciembre, nos ha notificado la prohibición de asistir a esta cumbre, en la que los países liberticidas sabemos pretenden subordinar la libertad de expresión a través de Internet a "las legislaciones nacionales". ¡No quieren testigos molestos de cómo, en este foro crucial para la libertad de expresión, someten la difusión de información por la red a medidas de control y censura estatales!

Reporteros sin Fronteras, no obstante esta serie de represalias, no ha de callar por más que con el dedo silencio ordenen, ni lamenta verse excluida de un órgano que ha desvirtuado sus objetivos a favor de los contrarios y que sólo podría volver a defender los derechos humanos, en vez de a quienes los conculcan, a condición de que:

- Como proponía Vieira de Mello, sólo puedan ser miembros de la CDH quienes ratifiquen (y respeten) los pactos internacionales ad hoc, cuyo cumplimiento están llamados a proteger.

- Se suprima la cláusula obstruccionista de no acción que impide juzgar a los depredadores de los derechos humanos.

- Se refuercen las competencias del Alto Comisariado de Derechos Humanos, que debería publicar anualmente un informe nominal de situación país por país.

- Se nombre presidente de la CDH a una personalidad experta, independiente y elegida por el alto comisario y el secretario general de las Naciones Unidas.

Pero haría falta Hércules redivivo para esta limpieza a fondo de las cuadras de Augías.

Fernando Castelló es presidente de la organización internacional Reporteros sin Fronteras.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_