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Los intercambios económicos marcan la visita de Lula a Cuba

El líder brasileño evita declaraciones políticas como medida de precaución ante EE UU

Sólo los colaboradores más cercanos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Fidel Castro saben, y quizá ni siquiera ellos, de qué hablaron en La Habana los presidentes de Brasil y Cuba, que desde hace más de 20 años comparten amistad e ideales revolucionarios. De las 30 horas que pasó Lula en la isla, casi la totalidad estuvo Castro a su lado y no fue poco el tiempo que pasaron a solas. Nada ha trascendido de esas conversaciones, si bien la agenda económica fue prioritaria.

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Los resultados públicos de la visita de Lula a La Habana fueron tres: la firma de 12 protocolos de cooperación gubernamentales en diversas esferas económicas, incluidas la salud y la educación; el impulso a las negociaciones de empresarios brasileños interesados en asociarse con Cuba en áreas como la biotecnología, el turismo y la producción de derivados del azúcar, que podrían suponer unas inversiones brasileñas de 200 millones de dólares; y, en lo político, el espaldarazo solidario que el carismático Lula dio al Gobierno de Castro en un momento en que el aislamiento de Cuba se ha acrecentado tras el encarcelamiento de 75 disidentes.

Finalmente, no hubo nada de la apertura de una línea de crédito de 400 millones de dólares del Banco Nacional de Desarrollo (BND) de Brasil para financiar la exportación a Cuba de máquinas, equipamiento agrícola y alimentos, lo que prometía ser uno de los platos fuertes de la visita. Medios periodísticos brasileños habían dado por segura la noticia, pero ayer miembros de la delegación de Lula y funcionarios cubanos lo desmintieron. "Habrá un financiamiento a las exportaciones brasileñas cuando se definan las oportunidades de negocios", es lo único que dijo un alto ejecutivo del BND que viajó en la comitiva presidencial brasileña.

Negocios conjuntos

Castro y Lula intervinieron ayer en el seminario Cuba-Brasil, Comercio e Inversiones, en el que participaron dos centenares de empresarios de ambos países. Entre aplausos, los dos mandatarios hicieron votos por fortalecer las relaciones económicas bilaterales e impulsar los negocios conjuntos, y apadrinaron la firma de cinco acuerdos y protocolos de intenciones millonarios entre empresas de las dos naciones.

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Ayer, también en presencia de Lula y Castro, se firmó un acuerdo para la liquidación de la deuda cubana con Brasil, que asciende a 40 millones de dólares. Según el convenio, un porcentaje del dinero que reciba Cuba por sus exportaciones a Brasil se dedicará a pagar dicha deuda.

Pese a estos resultados concretos, el viaje de Lula tuvo un perfil de "baja intensidad". El presidente brasileño no hizo declaraciones de apoyo político a la revolución cubana, ni Castro arremetió contra Estados Unidos en presencia de su invitado, ni se oficializó el mentado crédito de los 400 millones de dólares, que sin duda hubiera molestado a más de uno en EE UU y Europa.

La razón, se especula en medios diplomáticos, no es otra que "la lógica precaución frente a EE UU", que todavía observa a Lula con desconfianza. Públicamente, el presidente brasileño se marcó dos objetivos con su viaje a La Habana: impulsar las relaciones económicas y comerciales, y "contribuir" a que la isla "ocupe el lugar que se merece en el escenario internacional" y sobre todo en América Latina. Ambos propósitos desafían claramente la política de cerco y hostilidad de EE UU hacia Cuba, y más en momentos en que Brasilia copreside con Washington las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), mecanismo del que EE UU ha excluido a La Habana.

Además de oxígeno, económico y político, Lula quizás dejó en La Habana otras cosas más importantes. "Pero eso sólo ellos dos lo saben", afirma un funcionario cubano. No es minoría la gente que cree que Castro, un convencido defensor de la integración latinoamericana frente a EE UU, piensa que su amigo brasileño tiene el prestigio y la inteligencia suficientes para convertirse en líder de esa lucha por lograr la unidad latinoamericana, en la cual Lula ve a Cuba como un actor de primer orden.

Luiz Inácio Lula da Silva y Fidel Castro, ayer, durante la firma de acuerdos  en el palacio de la Revolución de La Habana.
Luiz Inácio Lula da Silva y Fidel Castro, ayer, durante la firma de acuerdos en el palacio de la Revolución de La Habana.EFE

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