Putin espera a la ONU para ayudar en Irak
El presidente ruso coincide con Bush en que Irán debe abandonar su programa de armas nucleares
George W. Bush y Vladímir Putin se esforzaron ayer en ofrecer una imagen de amistad personal y de cooperación privilegiada entre EE UU y Rusia. Los dos dirigentes coincidieron en pedir a Irán y a Corea del Norte que abandonen o desmantelen sus programas de armas nucleares, pero Putin dejó claro que se mantiene la cooperación nuclear con Teherán. En cuanto a Irak, el líder ruso no comprometió tropas o ayuda a la espera de la nueva resolución de Naciones Unidas. En cambio, Putin recibió un obsequio político de Bush, que habló de Chechenia como uno de los frentes de la lucha contra el terrorismo.
Bush y Putin se vieron por última vez hace cuatro meses. Desde entonces, la posguerra de Irak se le ha puesto muy cuesta arriba al presidente norteamericano. Rusia es vital en esta situación y Putin lo aprovecha. El objetivo, ayer, era transmitir el mensaje siguiente: somos los líderes de dos países indispensables cuya relación está por encima de las coyunturas políticas, y además somos amigos. En las inmaculadas praderas de la residencia presidencial de Camp David, Putin, de negro y con cuello alto, escuchó estas palabras de un descorbatado Bush, aparentemente sin que ninguno de los dos se ruborizara: "Me gusta Putin, es un buen tipo con el que pasar el rato".
"Me gusta Putin, es un buen tipo con el que pasar el rato", afirmó un descorbatado Bush
La relación entre los dos países es el arquetipo de los matrimonios de conveniencia
Para Bush, lo más importante de la cumbre fue haber llegado a un acuerdo sobre los riesgos que presentan Irán y Corea del Norte. En los mensajes a Pyongyang y Teherán, Bush fue explícito: "Instamos enérgicamente a Corea del Norte a que concluya sus programas nucleares completamente y de manera verificable. Instamos enérgicamente a Irán a que cumpla por completo todas las obligaciones impuestas por el tratado de no proliferación nuclear". Bush aseguró que Putin y él comparten el objetivo de que "Irán no tenga armas nucleares" y que trabajarán juntos para convencer a Teherán de que "abandone cualquier ambición" en ese sentido.
Pero Putin fue un poco más ambiguo: "Estamos convencidos de que debemos dar una señal clara, aunque respetuosa, a Irán sobre la necesidad de que continúe y amplíe su cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica". Y a la hora de saber si Rusia está dispuesta a interrumpir su contrato de 800 millones de dólares para construir una central nuclear en el sur de Irán, Putin sólo dijo: "En cuanto al actual trabajo, vamos a seguir con ello".
Respecto a Irak, "tenemos diferencias sobre cómo abordar el problema, pero compartimos una visión común", aseguró Putin, que, sin embargo, no se comprometió a nada. "Rusia quiere que la situación se normalice cuanto antes, pero es un proceso complicado que debe estar sólidamente basado desde el punto de vista jurídico y hay que avanzar paso a paso". En cuanto a si habrá o no soldados rusos en territorio iraquí, "es algo que se decidirá dependiendo de cómo se plantee la resolución en la ONU". Bush asumió las diferencias, pero aseguró que los dos países van a trabajar juntos y no se mostró desanimado por la falta de respuesta a las peticiones de ayuda: "Estoy satisfecho con la cooperación que tenemos y con el trabajo de la coalición, aunque entiendo que hay países que aún no participan porque están a la espera de la resolución de la ONU en la que estamos trabajando".
Aparentemente en mejor situación que Bush a la hora de dar y recibir, Putin escuchó esta declaración: "Somos aliados en la guerra contra el terrorismo, porque los dos lo hemos sufrido y los dos actuamos para contrarrestarlo. No hay nada que justifique el terrorismo, que debe ser detenido allí donde lleve el caos y la destrucción. Y eso incluye Chechenia", aseguró Bush, que no dejó de pedir respeto a los derechos humanos y elecciones libres.
Putin confirmó la alianza antiterrorista y mandó un mensaje claro sobre su valía como aliado: "Voy a decir algo que nunca he dicho en público: cuando estaban en vigor las operaciones antiterroristas en Afganistán, se puso en contacto con nosotros gente que quería luchar contra EE UU. Si Bush y yo no tuviéramos las relaciones que tenemos, quién sabe qué hubiera pasado en Afganistán".
Una demostración más de que la relación entre los dos países es el arquetipo de los matrimonios de conveniencia. Como advierte en un artículo en The New York Times titulado Lo que es bueno para Rusia es bueno para EE UU Robert McFarlane, consejero de Seguridad Nacional entre 1983 y 1985, Moscú conoce mucho mejor que Washington cómo funcionan -y cómo se arreglan- las infraestructuras iraquíes y tiene relaciones con gran parte de los líderes tribales; y no hay por qué engañarse: se trata de intereses. "Los motivos de Rusia -como los de EE UU- no son altruistas. A cambio de su contribución en la reconstrucción de Irak, Rusia querrá garantías de que los contratos petroleros firmados por sus empresas antes de la guerra se cumplan. EE UU debería aceptar esto, aunque sólo sea porque no tiene base legal para no reconocer estos contratos".
En el extremo contrario, hay expertos que ponen en guardia sobre los peligros del oportunismo político. Son evidentes las ventajas de pactar sobre Irak y Chechenia, pero el precio a pagar puede ser muy alto, escriben dos expertos de la Brookings Institution, Fiona Hill y Clifford Gaddy: "El chalaneo de la Administración va en contra de los intereses nacionales de EE UU. Desembocará en la creación de un grupo de Estados-clientes que sentirán que pueden ignorar sus desafíos más acuciantes. Estos países serán un lastre más que un activo. No tendrán nada que ver con la red de Estados política y económicamente estables que EE UU necesita para llevar adelante de verdad la guerra contra el terrorismo".
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