La gran vela de hormigón del Auditorio de Tenerife emerge frente al Atlántico
El edificio de Santiago Calatrava ha sido concebido para dar el protagonismo a la música
Ritmo, proporción y armonía son elementos que comparten casi por igual la arquitectura y la música. Todos ellos confluyen en el Auditorio de Tenerife, del arquitecto Santiago Calatrava, que se inaugura hoy, con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y el Orfeón Donostiarra. Cerca de 20 años y 72,3 millones de euros han sido necesarios para que este edificio de hormigón, y con una vela de 60 metros, se encuentre hoy enclavado frente al Atlántico. El edificio, según su autor, es "un paseo arquitectónico por una escultura en la que se puede escuchar música".
Es la mar el único elemento que eclipsa la grandiosidad del edificio en el que resuenan con gran belleza los sonidos de los trombones, el piano o el violín, durante el ensayo. Santiago Calatrava (Benimamet, Valencia, 1951) reconoce que el Auditorio de Tenerife ha sido uno de los proyectos que más tiempo ha tardado en construir, pero hoy está satisfecho del resultado porque ello, según dice, le ha permitido realizar un edificio en el que puede escuchar un concierto y una ópera y que se encuentra enclavado en un lugar privilegiado. "El tiempo ha ayudado a entender el proyecto que se deseaba hacer y ahora se ha convertido en la puerta de entrada a la ciudad. El auditorio aparece en el momento en el que es posible la recuperación del puerto marítimo de la ciudad".
Calatrava asegura que hay muy pocas variantes sobre el diseño original. "El interior del edificio se ha ido adaptando a las necesidades, no así el exterior. La forma aparece claramente debido a dos razones: un edificio alrededor de la orquesta, con un paisaje fuera de él que es el Atlántico". El arquitecto se apasiona cuando habla de música y de los edificios que construye para que ésta se pueda escuchar en toda su belleza. "Es un arte con el que he convivido desde niño. A medida que ha ido pasando el tiempo ha sido uno de los ejes fundamentales de mi existencia y me ha permitido entender la música escuchándola. La figura de Bach me ha acompañado durante los últimos 20 años. La música me ha permitido descubrir un universo mágico y extraordinario". El arquitecto, ingeniero y escultor valenciano habla de cómo la arquitectura se ha ido amoldando a las necesidades culturales del hombre y que cierto margen de libertad permite a la arquitectura moderna sortear las estructuras de los edificios clásicos de los auditorios y hacer otros diferentes. "Se ha podido hacer una cierta revolución y desarrollar edificios de gran altura. El de Tenerife tiene casi 40 metros, lo que lo sitúa como una de las salas acústicas mayores del mundo".
Calatrava asegura que el conjunto que forma el Auditorio de Tenerife es "homogéneo desde la distancia, pero con la cercanía, esa homogeneidad se rompe en múltiples planos, de modo que, según esté ubicado el espectador puede apreciar perspectivas muy diferentes". El ala que emerge sobre el edificio es una estructura curva que arranca desde la parte posterior y se va afilando hasta acabar en punta arropando la totalidad de éste en sentido longitudinal. El efecto que produce, señala Calatrava, es de "irrealidad, de desafío a las leyes de la física, debido a su atrevida forma y a sus dimensiones colosales".
El esqueleto del ala está formado por una estructura metálica de chapas de acero con un entramado interno de vigas del mismo material. El recubrimiento del edificio es de hormigón blanco en la parte inferior del ala y en la superior y paredes se ha utilizado material cerámico blanco (trencadis). El conjunto tiene la forma de un ojo, en el que el edificio en sí forma la pupila y los espacios que lo rodean son el globo ocular.
El Auditorio de Tenerife dispone de una sala principal para más de 1.700 localidades y una sala para música de cámara, con capacidad para 440 personas. La mayor de las salas tiene una anchura de 15,60 metros y una profundidad de 14 metros. El conjunto se ubica en una parcela de 24.600 metros cuadrados en el frontal marítimo de Santa Cruz de Tenerife y ocupa una superficie de 6.740 metros cuadrados, dedicándose el resto a jardines, plazas y zonas de acceso.
La obra, entre otras características, ha cuidado mucho, apunta Calatrava, el aspecto exterior, así como el sonido interior. La sala está preparada para que, comenta Calatrava, "la reverberación de la música sinfónica tarde dos segundos en ser percibida, mientras que los sonidos de la ópera logran ser escuchados en 1,6 segundos". Además de esta novedad acústica, se ha construido un escenario móvil adaptado a las características de cada género y su representación.
Los sonidos de la Fanfarria Real, de Krzysztof Penderecki, interpretados por la Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigido por Víctor Pablo Pérez, serán los primeros que se escuchen en el nuevo auditorio canario. El programa incluye además el Concierto número 5 en mi bemol para piano y orquesta, de Beethoven, con el pianista Mikhail Pletnev, y el Te Deum, de Anton Bruckner, con el Orfeón Donostiarra y los solistas María Orán (soprano), Liliana Nikiteanu (mezzo), Kurt Streit (tenor) y Josep Miquel Ramón (bajo).
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