Andrea di Robilant reconstruye una historia de amor veneciana
El escritor se basa en el hallazgo de unas cartas del siglo XVIII
A pesar de los miles de turistas que la visitan a diario, en Venecia uno puede sentir de algún modo que ha dado un salto hacia el pasado. Andrea di Robilant, autor de Un amor veneciano (Lumen), nació en Roma hace 46 años, pero el hallazgo de un conjunto de cartas que su padre hizo hace unos años en un antiguo palacio familiar del Gran Canal le ha hecho redescubrir sus raíces. Todo ello lo cuenta en un libro en el que reconstruye las andanzas de uno de sus antepasados, Andrea Memmo, y sus secretos amores a voces con una mujer excepcional, Giustiniana Wynne, en la Venecia de la segunda mitad del siglo XVIII.
Un amor veneciano se lee como una novela, pero no lo es. Di Robilant ha realizado una investigación a partir del hallazgo de esas cartas en el Palacio Mocenigo. Es un conjunto de tres edificios en el Gran Canal que fue morada de lord Byron a principios del XIX. Pero ya no pertenece a la familia Di Robilant. Como cuenta el autor, tuvo que ser vendido por partes por su abuelo junto a una fastuosa colección de pintura que contenía obras de Tintoretto, Bronzino, Perugino, Ghirlandaio... "Mi familia todavía conserva algunos áticos y allí encontró mi padre las cartas de Memmo a Giustiniana, seguramente devueltas por ella. Al principio no sabíamos de qué se trataba, porque algunas estaban escritas en un código extraño a base de puntos y círculos. Con mucha paciencia descubrimos juntos el código y él transcribió las cartas. Quería escribir un libro, pero murió y para mí fue algo natural terminar el trabajo que mi padre había empezado", explica este periodista de La Stampa, que cuando pasea por Venecia lo hace mirando siempre hacia arriba, como si obviara mirar el moderno paisaje comercial que lo aleja de la historia que ha recuperado para el libro.
Di Robilant también se ha basado en otros dos conjuntos de cartas, éstas copias manuscritas que el escritor considera fieles a las cartas originales, porque asegura distinguir las voces de los amantes. Uno se halla en un archivo de Padua y el otro en Washington, en la biblioteca de un especialista en Casanova. Asimismo, ha encontrado información en las memorias del famoso libertino, donde aparecen algunos asuntos rocambolescos relacionados con Giustiniana -identificada como la señorita XCV del libro de Casanova- y un embarazo al que tuvo que hacer frente en París siendo soltera.
El código en que estaban escritos algunos pasajes de las cartas se explica porque la relación entre Memmo y Giustiniana fue secreta y temían ser descubiertos. Él pertenecía a una de las grandes sagas venecianas y ella era de una familia acomodada pero sin títulos de nobleza, lo que hacía prácticamente imposible que se llegaran a casar en una sociedad muy tradicional a pesar de las fiestas, las máscaras y el libertinaje. Se cruzaban la correspondencia por medio de criados, gondoleros y amigos.
Memmo acudía a Ca'Tiépolo, la casa de unos amigos vecinos de Giustiniana, para espiarla desde la ventana con un telescopio portátil. La casa de Giustiniana es ahora un jardín, pero Ca'Tiépolo, una pequeña casa también del Gran Canal, aún está en pie, muestra Di Robilant. "Hoy te he estado admirando con mi Ocannocchiale", escribió Memmo. "Al fin y al cabo, las reglas sólo dicen que no puedo ir a tu casa ni escribirte". A veces arañaban tiempo para estar juntos: "Ah, Memmo, ¡cuánta felicidad! Estuve contigo cerca de dos horas. Escuché tu voz. Me sostuviste la mano. (...) Eres el filósofo más seductor que jamás he escuchado. Si pudiera ser libre... y hablar al mundo de mi amor", escribió ella.
El descubrimiento de que la madre de Giustiniana había tenido un hijo fuera del matrimonio antes de casada obligó a la familia Wynne a abandonar Venecia en 1758. Giustiniana partió embarazada, aunque Di Robilant no ha podido saber si el hijo que finalmente tuvo -escondida en un convento de las afueras de París gracias a Casanova- era de Memmo o de un amante fugaz.
Ambos prosiguieron sus vidas, pero no dejaron de cartearse y de considerarse amigos. "Si su amor no tuvo éxito fue porque Memmo y Giustiniana representaban realidades irreconciliables. No sólo porque pertenecían a clases distintas, sino porque pensaban de forma diferente. Ella pertenecía a una época futura; era un espíritu libre. Era hija del siglo de las luces, pero tenía un pie en el romanticismo. Andrea no. Sabía que pertenecía a una historia que se estaba muriendo y decidió morir con Venecia".
Los amantes del Gran Canal
El encuentro entre los dos jóvenes se produjo en 1753 en el palacio Balbi, un magnífico edificio cubierto de moho que todavía está allí, en el Gran Canal. Allí vivía un rico comerciante inglés, el anciano Joseph Smith, que reunía con frecuencia a artistas, viajeros e intelectuales. En los primeros tiempos se podían reunir en público, pero la madre de Giustiniana les prohibió verse, porque temía que un desliz de su hija la llevara a la vergüenza pública. Entonces, y durante largos años, tuvieron relaciones clandestinas y se comunicaban con gestos y miradas cuando se encontraban en el teatro. Incluso llegaron a proyectar que ella se casara con el viejo Smith, para seguir siendo amantes: "La historia nos ilustra de manera clara y simple la moral de la época: pasión y Maquiavelo. Se usaba la razón al servicio de la pasión", afirma Di Robilant.
Babelia
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