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Entrevista:SYDNEY BRENNER | Premio Nobel de Medicina 2002

"No entendemos básicamente nada del genoma humano"

Considerado por muchos un genio de la biología, Sydney Brenner obtuvo finalmente el año pasado, a los 75 años, el premio Nobel de Medicina y Fisiología. Poco parece haberle cambiado el galardón, sobre el que se limita a hacer bromas o, ya más en serio, a decir que los premios le han llegado en el orden correcto, de menor a mayor, la forma de que no le falte ninguno. Resultan más interesantes sus comentarios sobre lo que ha pasado en los últimos años en el campo de las ciencias de la vida en general y de la genética en especial. La visión de Brenner, lúcida y escéptica, es la de un icono de la biología molecular que marcó hitos en el siglo XX, a través del estudio del ARN mensajero, el gusano modelo C. elegans y tantas otras cosas, y que está por encima de las polémicas. Brenner (nacido en Suráfrica y nacionalizado británico) impartió el pasado martes en Madrid una conferencia titulada Los genes de la humanidad, invitado por la empresa Novartis para partir después hacia París, para una nueva etapa de la celebración del quincuagésimo aniversario del descubrimiento de la estructura del ADN.

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Pregunta. Además de ser el año de su premio Nobel y del cumpleaños del ADN, en 2002 se completó la secuencia del genoma humano. ¿Qué ha cambiado en los últimos años?

Respuesta. Hay mucha discusión pública sobre la genética, los organismos genéticamente modificados, la clonación y uno de los grandes problemas es que todas estas discusiones tienen muy poca base científica. Nuestro gran desafío es hacer que el público entienda mejor este campo tan complicado.

P. Tras terminar la secuencia del genoma, todo parece más complicado que antes en la genética.

R. Eso pasa siempre con la ciencia. Resuelves el mismo problema cada año, crees que has terminado con él y seis meses después se convierte en un problema nuevo. Todo el mundo creyó que una vez que conociéramos la secuencia completa del genoma entenderíamos todo, pero no entendemos básicamente nada. El problema principal sigue ahí.

P. ¿Usted sabía que esto iba a pasar?

R. Claro que sí, claro que sí. Cada movimiento tiene que tener sus publicistas para venderlo, como usted sabe bien por su profesión. Lo que pasa es que ahora hay una conciencia mayor en los países desarrollados sobre la salud y la posibilidad de vivir más años. Hay una gran preocupación por la calidad de vida y la gente es más consciente de las repercusiones de las ciencias de la vida en su salud individual.

P. ¿Cuáles son las grandes preguntas ahora?

R. Una es el título de mi conferencia que se refiere a la comprensión de la variación genética en los humanos. Según los que hicieron el genoma, somos todos iguales, pero todos sabemos que eso no es cierto. Y debemos intentar saber lo que esa variación significa en términos de salud o enfermedad.

R. Creo que la gente no ha comprendido el genoma humano, tiene una visión ingenua de lo que es. Lo importante no es si hay 27.000 o 30.000 genes. Cada gen, que yo llamo locus, tiene varios modos de expresión, algunos restringidos a tejidos específicos, por ejemplo. Con un gen se pueden hacer varias proteínas funcionales que son muy diferentes. Un ejemplo clásico es la inmunoglobulina. Y cada gen puede tener hasta cinco de estas variantes. Tenemos que estudiarlas porque sin ellas no obtendremos nada útil del genoma. La gente compara el proyecto del genoma humano con mandar un hombre a la Luna y yo digo que mandar un hombre a la Luna es muy fácil, lo difícil es hacerle volver. El genoma está ahora en la Luna.

P. Usted forma parte del Instituto Salk, que preside su amigo Francis Crick, ausente de las celebraciones del ADN. ¿Cómo se encuentra Crick?

R. No está muy bien de salud. Ya sabe que lleva tiempo dedicado al estudio de las funciones superiores del cerebro. Ése el gran desafío de las ciencias de la vida, comprender la relación entre los genes y el cerebro.

P. Usted ha emprendido acciones para ayudar a los científicos jóvenes.

R. He dotado una conferencia anual, que lleva el nombre de Crick, para que un científico joven hable ante la Royal Society.

P. Usted llegó al Reino Unido a los 25 años, para hacer el doctorado. ¿Qué haría ahora si tuviera 25 años?

R. Irme a bailar (se ríe). No, en serio, me dedicaría al estudio del cerebro. He pensado en el problema de cómo se construye un cerebro durante muchos años, en cuáles son las instrucciones. Se parte de células, claro, pero comprender la complejidad del funcionamiento de los genes en su desarrollo.... Y luego está la evolución, el cerebro humano es el más sobresaliente ejemplo de la evolución. Si pudiéramos resolver cómo se desarrolla el cerebro, resolveríamos el hígado, el corazón, todo.

P. ¿Saldrá algo útil para la medicina de todo este festival del genoma?

R. Hacemos bien la terapia de reemplazamiento, por ejemplo, suministrar proteínas que faltan a los enfermos, pero no tengo claro lo de obtener nuevos medicamentos porque tenemos que comprender antes lo que hacen estos elementos genéticos. Comprender la variación genética y cómo interactúa todo va a a ser un gran desafío.

P. ¿En el campo de la evolución, podremos conocer lo que diferencia al ser humano del chimpancé, por ejemplo?

R. Eso nos va a llevar bastante tiempo, sabemos muy poco. Si compartimos el 99% del genoma está claro que cambios genéticos muy pequeños producen enormes diferencias funcionales. Hay que ver la forma en que se expresan los genes, cuándo, por cuánto tiempo, dónde, esas pequeñas diferencias.

P. ¿Durante el desarrollo?

R. Probablemente durante el desarrollo del cerebro. El ser humano es muy interesante porque cuando nace no está desarrollado del todo, no puede andar o valerse por sí mismo. El cerebro se desarrolla sobre todo tras el nacimiento, en el primer año de vida. Y todo influye, el medio en que se desarrolla el feto dentro del vientre materno, el ambiente en el que vive tras nacer. Es muy complicado pero creo que podremos analizarlo. Ya sabemos mucho sobre la influencia de la nutrición, por ejemplo.

P. ¿Y los llamados relojes moleculares, que llevan a algunos científicos a concluir, analizando las diferencias genéticas, que todos los seres humanos descendemos de una Eva negra o de un grupo de bosquimanos de hace 50.000 años?

R. Los relojes moleculares no existen. Cuando se comparan dos genomas, cualquier número al que se llegue es un factor que tiene dos elementos desconocidos. Uno es el ritmo de mutaciones en la evolución y el otro es cuándo se separaron los genomas en el tiempo. El reloj molecular presupone un ritmo de evolución constante y responde al primer elemento: con él se puede calcular el segundo, pero es una mera suposición. Si se dice que algo pasó hace 600 millones de años, pudo haber pasado hace 1.200 millones de años, en el caso de que el genoma hubiera evolucionado la mitad de deprisa. Lo que pasa es que se utilizan programas de ordenador para obtener respuestas rápidas que son sólo aproximaciones. Para avanzar en este campo es necesario comparar con la datación de los fósiles, que sí es fiable.

Sydney Brenner, el pasado miércoles en Madrid.
Sydney Brenner, el pasado miércoles en Madrid.BERNARDO PÉREZ

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